Hechizo fallido, romance garantizado.

Capítulo 21 — El sueño que no debía tener.

Esa noche estaba tan agotada que apenas toqué la almohada y me quedé dormida.
Pero mi sueño no fue sueño.

Fue otra cosa.

Una ráfaga de viento helado me envolvió y, de pronto, estaba en un bosque que no reconocía.
Los árboles eran altísimos, tan oscuros que parecían absorber la luz.
El suelo estaba cubierto de hojas húmedas que crujían bajo mis pies, aunque yo no recordaba haber decidido caminar.

La luna brillaba en lo alto, enorme, casi plateada.

Un murmullo comenzó entre los árboles.

Un sonido bajo, como voces mezcladas, hablando en un idioma que no entendía…
pero que, de algún modo, sentía muy dentro de mí.

Mis manos se iluminaron con un resplandor suave.

Mi marca ardió.
No dolía, pero era… fuerte.
Demasiado viva.

—¿Hola? —mi voz se perdió en el aire frío.

Y entonces lo vi.

Un lago.
Inmenso.
Oscuro.
Sin movimiento, como un espejo perfecto.

Caminé hacia él sin pensarlo, como si algo me llamara desde el centro del agua.

En la superficie comenzó a dibujarse un símbolo.
Un círculo.
Dentro, una estrella.
Y alrededor, algo así como pétalos o llamas.

Nunca lo había visto.
Pero lo reconocí.

No sabía cómo.
Solo… lo sabía.

—¿Qué… soy? —susurré.

Una brisa helada recorrió el lago.

Y detrás de mí algo se movió.

Una silueta.

Alta.
Oscura.
Estática.

Mi corazón se detuvo.

Quise girarme, pero el miedo me clavó en el suelo.
La silueta dio un paso hacia mí.

El símbolo brilló más fuerte.
Una voz susurró detrás de mi oído:

“El destino ya despertó.”

La silueta estiró la mano hacia mi hombro—

Y desperté con un grito ahogado.

La abuela.

Mi abuela entró casi de inmediato.

—¿Qué pasó? —preguntó, encendiendo la luz.

Estaba sudando frío.
Mis manos temblaban.

Luna saltó a la cama, con la cola esponjada.

—Ok, esa no fue una pesadilla normal. Alguien nos quiere matar. ¿Verdad? ¿Sí? Lo sabía. Debería haberme quedado viendo mis videos de gatos.

—Nara —dijo la abuela, sentándose junto a mí—.
Dime exactamente qué viste.

Tragué saliva y comencé a explicárselo todo:

El bosque.
La luna enorme.
El lago.
El símbolo.
La silueta.
La frase.

Mientras hablaba, la expresión de mi abuela cambiaba.

Primero sorpresa.
Luego preocupación.
Y finalmente… miedo.

Verdadero miedo.

—Abuela… —susurré—. ¿Qué significa ese símbolo?

Ella respiró hondo.

Muy hondo.

—Ese símbolo —dijo finalmente— no aparece desde hace generaciones.
Mucho antes de que yo naciera.
Antes de que tu madre naciera.
Antes incluso de que Luna naciera.

Luna tragó saliva.

—Oye, yo no soy TAN vieja.

Pero la abuela no sonrió.

Me tomó las manos con fuerza.

—Ese símbolo pertenece a una profecía antigua, Nara.
Una que jamás pensé que volvería.

Sentí frío en el estómago.

—¿Qué… qué profecía?

La abuela cerró los ojos.

—Esa historia…
Ya no puedo seguir ocultándola.
Pero tampoco puedo contártela ahora.
No sin preparar antes tu protección.

Luna abrió los ojos de par en par.

—¿PROTECCIÓN DE NIVEL MIEDO ABSOLUTO? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?

La abuela no respondió.

Solo me abrazó.
Firme.
Como si quisiera protegerme del mundo entero.

Entonces, supe que algo muy grande y muy antiguo se había despertado.

Y que tenía mi nombre.




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