Hechizo fallido, romance garantizado.

Capítulo 26 — La historia que nunca debió contarse.

Después de que la sombra desapareció, sentí que el corazón iba a salírseme del pecho.
No podía respirar.
No podía pensar.

Solo corrí.

Abrí la puerta de mi cuarto de golpe y bajé las escaleras casi cayéndome.
Encontré a mi abuela en la sala, sirviéndose una taza de té como si nada peligroso pudiera existir en el mundo.

—¡Abuela! —grité ahogada— …algo… algo estuvo en mi cuarto. Algo horrible.

Ella dejó la taza con un golpe leve que hizo temblar la mesa.

—¿Qué pasó?

Luna llegó detrás de mí, erizada, jadeando.

—¡UN MONSTRUO FANTASMA NOS QUERÍA COMER! ¡YO CASI ME HAGO PIS EN TU ALFOMBRA!

La abuela no se sorprendió.
No gritó.
No corrió.

Solo cerró los ojos… como si lo hubiera estado esperando.

—Nara, siéntate.

Yo negué con la cabeza.

—No. Necesito saber qué era eso. ¿Qué está pasando conmigo? ¿Por qué… por qué me quiere esa cosa?

La abuela respiró hondo.

—Porque no eres una bruja común —dijo con voz pesada—.
Eres parte de algo mucho más antiguo.
Y mucho más peligroso.

Me senté.
Las manos me temblaban.

Ella se acomodó frente a mí y comenzó:

La historia prohibida.

—Hace cientos de años —dijo— hubo una bruja muy poderosa en nuestra familia. Tan poderosa como tú serás cuando controles tu magia.
Y como tú, ella tenía un vínculo.

Mi respiración se detuvo.

Un vínculo.
Como el mío.
Como el que yo sentía con Leo… aunque ahora doliera como si me arrancaran el pecho.

Pero no dije nada.
No podía.

La abuela continuó:

—Ese vínculo conectaba su corazón al de un hombre. Un humano.
Y su magia prosperaba gracias a él.
Juntos eran imparables.

Me imaginé esa unión.
Esa fuerza.
Ese amor.

Mi corazón dolió más.

—Pero había algo más —continuó la abuela—.
Un grupo de seres mágicos… crueles, antiguos, despiadados.
Seres que odian a las brujas.
Que han cazado a nuestra familia desde generaciones interminables.

Mi piel se erizó.

—Ellos descubrieron el vínculo de esa bruja —dijo— y entendieron algo terrible:
El corazón es la fuente de la magia más pura.

Tragué saliva.

—Para derrotarla —susurró mi abuela— mataron al hombre que ella amaba.

Mi estómago cayó.

—Ella se rompió —dijo la abuela, con la voz quebrándose apenas—.
Su magia se volvió inestable.
Débil.
Vulnerable.
Y así la atraparon.

Luna bajó las orejas.

—Eso es… horrible.

La abuela asintió.

—Esa bruja murió con el corazón hecho pedazos.
Y su historia fue borrada para que ninguna de nosotras repitiera el mismo destino.

Yo miré mis manos.

Temblaban.

Mi corazón aún dolía.
Dolía como si alguien lo hubiera partido hace minutos.

Porque alguien lo había hecho.

Leo.

El cazador.
El enemigo.
El que besé.
El que tocó mi alma.
El que ahora no podía ni siquiera mirar sin sentir que me quedaba sin aire.

Y entonces lo entendí.

Por qué la sombra me sintió.
Por qué vino a mí.

Mi corazón roto… me había hecho débil.
Como a esa bruja.

La abuela se inclinó hacia mí.

—Nara —susurró— escucha bien lo que voy a decirte.
El amor puede ser tu mayor poder.
Pero también puede ser lo que te destruya.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Ella me tomó las manos.

—Debes ser fuerte —dijo—.
Mucho más que ella.
Porque lo que está despertando… vendrá por ti.
Y vendrá por tu corazón primero.

Me quedé en silencio.

Sin aliento.
Sin respuestas.

Porque la verdad era una sola:

Yo ya estaba rota.
Y había alguien allí afuera que podía oler esa ruptura… y quería aprovecharla.




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