Dormí muy poco esa noche.
No por falta de sueño…
sino porque cada vez que cerraba los ojos, veía esas figuras afuera de la casa.
Inmóviles.
Esperando.
Leo se quedó conmigo todo el tiempo, su brazo alrededor de mí, respiración lenta, profunda, como si pudiera contener mis miedos solo con abrazarme.
Luna dormía sobre mis pies, pero cada cierto tiempo levantaba la cabeza, olfateaba el aire y volvía a hundirse en la manta.
Nadie hablaba.
Ni siquiera en sueños.
Pero cuando por fin caí dormida…
El sueño no fue un refugio.
La mujer del vestido negro estaba ahí.
No caminaba.
No flotaba.
Simplemente… aparecía.
Su vestido largo se movía como si respirara.
Sus ojos, oscuros y profundos, parecían saber todo lo que yo había vivido.
—Llegaron antes de lo previsto —dijo, sin moverse—. Pero no temas. No todos los que ves… son tus enemigos.
Mi corazón dio un salto.
—¿Quiénes son? ¿Qué quieren de mí?
La mujer inclinó la cabeza, como si estudiar mis palabras fuera más importante que responder.
—No preguntes quiénes… sino cuántos.
El frío me recorrió entera.
—¿Cuántos… están viniendo?
Ella dio un paso hacia mí.
Su sombra se expandió alrededor de mis pies como un círculo oscuro.
—Más de los que puedes imaginar.
Más de los que estás lista para enfrentar.
Sentí mis manos arder.
Mis sellos quemaban como si estuvieran vivos.
—¿Entonces por qué decirme esto? ¿Qué esperas que haga?
La mujer levantó su mano.
En su palma había un símbolo brillante, idéntico al que yo tenía en la muñeca, pero más antiguo… más perfecto.
—Porque no todos vendrán a destruirte.
El símbolo brilló, iluminando toda la oscuridad del sueño.
—Algunos vendrán… a seguirte.
Y antes de que pudiera preguntar qué significaba, su voz se volvió un susurro:
—Tu destino no es huir, niña. Es liderar.
El sueño se derrumbó como vidrio roto.
Desperté sobresaltada.
Leo abrió los ojos al instante.
—¿Nara? ¿Qué pasó?
—Yo… soñé con ella otra vez… —jadeé, llevándome la mano al pecho—. La mujer del vestido negro.
Luna se levantó, con las orejas hacia atrás.
—¿La misteriosa? ¿La dramática? ¿La que habla como tráiler de película? ¿Qué dijo ahora?
—Que… no todos los que están afuera son enemigos —respondí temblando—. Y que vienen más. Muchos más.
Leo se enderezó, serio, tenso.
—¿Más cazadores?
—No lo sé…
La abuela entró al cuarto justo en ese momento, como si hubiera estado escuchando detrás de la puerta.
—Nara… lo que viste no es solo un sueño. Es una advertencia.
Laura apareció detrás, ya vestida, ya lista, como si hubiera estado despierta toda la noche.
—Tenemos que prepararnos —dijo ella.
—¿Para pelear? —pregunté.
Laura negó lentamente.
—Para entender quién viene por ti… y quien no.
Sus palabras me helaron más que el sueño.
Leo tomó mi mano.
—No vamos a dejarte sola con esto. Nunca.
Luna saltó sobre mis piernas.
—Y si terminan siguiéndote, espero que sepan traer comida. Soy una gata, no una mártir del hambre.
No pude evitar sonreír…
pero la tensión seguía ahí, clavada como un ganchito en mi estómago.
Miré por la ventana.
Las figuras seguían ahí.
Inmóviles.
Oscuras.
Atentas.
Y ahora, después del sueño, ya no sabía si todas querían destruirme…
…o si algunas estaban esperando algo más.
Algo que aún no comprendía.