Siento una vibración a mi lado, es mi teléfono. A través de la ventana de mi cuarto alcanzo a ver la luna brillando en el cielo, es una noche despejada. Siento como si hubiera dormido un día entero. Tomo mi teléfono y veo que Moni me ha enviado un mensaje.
—Me pregunto qué quiere, ya es muy tarde —digo para mí mismo mientras tomo mi teléfono.
—Puta madre, Moni —repito para mis adentros. Tendré que escaparme sin que mis padres se den cuenta.
Miro hacia la puerta de mi cuarto y suspiro. Aún no he tenido la oportunidad de hablar con mi mamá, y tengo tantas cosas que preguntarle.
🌑🌒🌓🌔🌕
Tomo mi teléfono para ver la hora, son las tres cincuenta y ocho de la madrugada. Volteo hacia la ventana y, para sorpresa de nadie, una mano delgada se asoma por el marco. Es Moni, tan puntual como siempre. Abro con cuidado la ventana, con miedo de hacer algún ruido y que mis padres noten mi fuga.
—Eres muy lento, Oli —dice Moni, sin quitarme la mirada de encima mientras observa como intento bajar por la ventana. Sin éxito. —Cuando termines de bajar ya habrá amanecido —agrega, con una sonrisa burlona.
—En lugar de burlarte de mí, ven a ayudarme —le reclamo con tono molesto mientras intento no caer.
—Está bien, está bien. Solo apoya tus pies en mis hombros—agrega, tapándose la boca para ocultar su sonrisa, mientras se acerca a la ventana de la que estoy colgado como piñata.
Apoyo mis pies en sus hombros y, para mi sorpresa, noto una firmeza impresionante para alguien tan delgada como Moni.
—Te lo voy a preguntar otra vez —digo— ¿has estado haciendo ejercicio?
—Oli, deja de estar chingando y bájate ya —dice, molesta por mi terquedad— no eres tan ligero como piensas—esas últimas palabras las dice haciendo un esfuerzo para no tirarme.
—Ya voy —le digo, saltando y cayendo de sentón.
Moni ríe por mi torpeza.
—Y a todo esto, ¿qué quieres? —digo, sacudiéndome el trasero y las piernas—. ¿Para qué tanto misterio? ¿No podías esperar al lunes y decírmelo en la prepa o contarme por mensaje?
—No, Oli. No podía esperar —dice, girando los ojos—. Necesito que me acompañes de vuelta al cerro.
—Ni que estuviera pendejo, pura madre que regreso —respondo mientras muevo la cabeza en señal de negación.
—Anda, vamos —suplica—. En el camino me puedes hablar sobre tu sueño.
—Okey, okey— digo a regañadientes, soltando un suspiro.
En el camino le voy contando a Moni sobre mi sueño. Ella no me voltea a ver, mantiene su mirada fija en el camino, como si estuviera perdida en sus pensamientos. La noche es fresca, y el viento sopla suavemente sobre nosotros, un poco frío ya que el invierno se acerca. A cada paso, nos acercamos más al majestuoso Cerro de la Silla, cuya silueta se alza imponente bajo la luz de la luna.
🌑🌒🌓🌔🌕
—Extraño, ¿no? —digo mientras alzo la cara hacia el cielo.
—Sí, muy extraño —responde Moni, sin dejar de mirarme—. Creo que lo más extraño es que sí pasó —agrega, apretando los dientes—, a excepción de la voz... eso es mero producto de tu imaginación.
Me quedo en shock por un momento, sin poder decir una sola palabra, mientras recuerdo mi sueño.
—¿Qué? —logro decir finalmente.
—Justo lo que me contaste, fue lo que pasó —suelta Moni—. Lo que más me sorprendió es que la onda era de color verde, como el destello que vi en tus ojos el viernes por la mañana.
—¿Qué? —repito, sin entender.
—Creo que está directamente relacionado —propone, con una expresión pensativa.
Un recuerdo invade mi mente. Unos ojos idénticos a los de mi mamá, pero distingo un destello verde. Es mi abuela, teniendo una migraña.
—Houston llamando a Oliver— dice Moni, agitando su mano frente a mi cara— ¿Oliver, me escuchas?
—¿Eh? —salgo del trance.
Moni aplaude en mi cara. —¿Todo bien, Oli?
—Sí, sí— digo distraído.
—Oli, sea lo que sea que pasó, creo que fue por el miedo que experimentaste al saber que nuestras vidas corrían peligro. Algo así como un mecanismo de defensa.
—Eso creo —mientras vuelvo a la realidad.
—Oliver, necesito que te pongas las pilas —dice angustiada— esto no es normal bajo ningún sentido, es peligroso.
"Peligroso", retumba en mi cabeza.
—¿Yo? ¿peligroso? —digo incrédulo.
—No es exactamente lo que quise decir, te gusta más... —intenta arreglar su error— ¿inestable? —no lo logra.
—¿Crees que soy peligroso? —digo mirándola a los ojos.
—No, Oli. —su mirada es segura y me sonríe levemente. —Lo que intento decir es que tienes que averiguar qué es lo que está pasando contigo y aprender a controlar estos... —no encuentra la palabra—... ¿poderes? —dice algo extrañada por la palabra que acaba de decir.
—Creo que puedo intentarlo— digo tocando mi pecho y mirando a mi alrededor.
El sol se está empezando a asomar por el horizonte. Todo es tan tranquilo aquí arriba.
—¿Había necesidad de traerme hasta aquí otra vez? — digo, algo fastidiado.
—No empieces...— no termina la oración.
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Editado: 03.02.2025