Liorna
Un gran brinco me hizo despertar de ese sueño tan aterrador, y digo aterrador por el solo hecho de estar Dilan en ese sueño; mi cama estaba húmeda de tanto que había sudado, sentía mi cuerpo pesado y molido, además de la paliza del día anterior este sueño me había dejado más agotada aun, ni pensar que tenía que ir a la escuela en esas condiciones, apenas había empezado y como dice Raquel, no hay que levantar sospechas, así que me levante con todo el desgane del mundo y me dirigí al baño; mientras me arreglaba no podía dejar de pensar en ese sueño, era muy extraño y además que hacia yo soñando con Dilan, me parecía de lo más arrogante, aunque debo reconocer que eso de salvarme la vida había tocado un poco mi corazón; eso no me gusta para nada, en mi vida no hay espacio para el amor, y mucho menos con él.
Baje a desayunar y Raquel ya lo tenía listo en la mesa.
-Buenos días Liorna ¿Cómo amaneciste? ¿Pudiste dormir bien?
Pregunto Raquel con una tranquilidad tan fingida que me dio susto su cara.
-Estoy perfectamente; no me va a pasar nada, además con ese guardián que me buscaste estaré perfectamente bien. Dije con una sonrisa irónica
-veraz que él te protegerá, es un buen muchacho, pero para estar más seguros, después de desayunar bebe la poción que está en la mesa. Añadió con una gran sonrisa.
-¿por qué?
-te lo mencione anoche, es la poción que ocultara tu olor.
-cierto; ¿estas segura que funcionara? Pregunte un poco preocupada.
-no te preocupes, Dilan estará contigo y me avisara de cualquier cosa de inmediato; por cierto, no demora en venir a recogerte, así que apúrate a desayunar. Añadió con una sonrisa burlona al ver la expresión en mi rostro.
-de ninguna forma me iré con él. Añadí en tono de protesta y descontento.
-Tienes que hacerlo, ya le dije que viniera; además ¿Por qué le tienes tanto miedo?
-yo no le tengo miedo. Respondí en tono de total sorpresa.
-pues parece que le tuvieras. Añadió Raquel mientras se iba a la cocina.
Mientras desayunaba pensaba que tal vez Raquel tenía razón y mi actitud con Dilan le daba más importancia de la que se merecía, pero no sé por qué me ponía tan nerviosa tenerlo cerca; tal vez me tome muy apecho la primera impresión que me dio, no puedo ir por ahí odiando a la gente, después de todo es un hermano de magia, tendré que intentar llevarme bien con él.
Termine mi desayuno y me tome rápidamente la poción, sentí como mi cuero empezaba a vibrar y un resplandor verde cubrió mi cuerpo por unos segundos.
-Muy bien Liorna, creo que funciono. Anuncio Raquel que estaba en la puerta de la cocina.
-como que crees. Respondí alarmada.
-pues no sabremos si funciona realmente, a menos que estés con un espíritu o una entidad maligna.
-cierto. Dije con resignación.
Mientras Raquel y yo hablábamos, sonó el timbre de la puerta.
-debe ser Dilan, voy a abrir. Anuncio Raquel.
Tendré que acostumbrarme, pensé.
-Buenos días, Liorna. Saludo Dilan anunciando su llegada.
-buenas. Respondí.
-me alegra mucho que hayas venido Dilan me quedo más tranquila si Liorna se va contigo; recuerda avisarme cualquier cosa que veas extraña, yo acudiré enseguida, pero si alguna cosa usa esto y en la tarde ven para ayudarte a practicar tu magia.
-¿Qué es esto? Pregunto intrigado.
Es una colección de pócimas para defensa personal cada frasco dice para que es, no se te olvide usarlo en si es necesario.
-Lo hare señora Raquel, no se preocupe, no me despegare del lado de Liorna.
-jajajaja, eso crees tú; estarás a tres metros de mí en la escuela; no vas andar pegado como una sanguijuela. Espete un poco malhumorada, no quería que él estuviera tan cerca de mí, además en la escuela eran muy chismosos y no quería que pensaran que tenía algo que ver con él.
-yo hago lo que tu tía dice, no lo que tú digas. Me respondió altaneramente, cosa característica de su personalidad.
-ya muchachos, no peleen; Dilan debe estar cerca de ti y punto, ahora váyanse, que no quiero que lleguen tarde.
No tuve más remedio que quedarme callada por respeto a Raquel, pero por dentro mi sangre hervía, al ver que ese se había salido con la suya, y su cara de satisfacción me molestaba a un más.
-No te preocupes seré buen guardián. Dijo mientras subíamos al auto.
-si claro, me imagino,
-ninguno de los dos nos aguantamos, así que solo dirijamos la palabra lo estrictamente necesario ¿estás de acuerdo?
-de todos modos no pretendía hacerte conversación. Dije en actitud muy digna.
-me alegro, y no te preocupes voy a estar a una distancia prudente de ti, tampoco voy a ser tu perro faldero. Dijo con gran alevosía.
-menos mal. Respondí aunque no sé por qué me molesto que digiera eso.
Editado: 18.03.2019