Hechizos de amor.

CAPÍTULO 9: LLUVIA INTERIOR

1

Addy no esperaba que conseguir trabajo en la biblioteca fuera tan fácil.

Pero tres días después de su segunda recaída mágica con Agustín—después de que el efecto de cine negro se disipara y él la llamara diciendo "eso fue raro pero divirtámonos más"—recibió email del departamento de recursos humanos de la biblioteca.

"Estimada Srta. Salazar: Su solicitud para el puesto de Asistente de Archivo ha sido aprobada. Agustín Romero, nuestro Archivista Principal, la ha recomendado personalmente..."

Addy había aplicado semanas atrás, medio en broma, cuando Agustín mencionó que necesitaban ayuda. No había esperado que realmente la consideraran.

Y definitivamente no había esperado que Agustín la recomendara después de dos citas que habían terminado en desastres sobrenaturales.

Pero aquí estaba, primer día de trabajo, parada frente al edificio de biblioteca a las 8:45 AM con estómago lleno de mariposas nerviosas.

No las mariposas románticas—esas también estaban ahí, sabiendo que vería a Agustín—sino las de "¿puedo realmente hacer este trabajo sin magia para ayudarme?"

Durante años, había usado hechizos menores en trabajo. Nada dramático—solo pequeños encantamientos para encontrar documentos más rápido, para recordar detalles sin esfuerzo, para hacer que sus superiores vieran su trabajo más favorablemente.

Ahora tendría que confiar solo en sus habilidades reales.

Que eran... adecuadas. Esperaba.

Inhaló profundo, empujó las puertas, y entró.

2

El departamento de archivo estaba en el sótano, exactamente como Agustín había descrito: reino subterráneo de cajas, estantes metálicos que llegaban al techo, y olor perpetuo de papel viejo con notas de humedad controlada.

Agustín la esperaba en pequeña oficina que aparentemente ahora compartirían.

—Buenos días. —Sonrisa profesional, pero con calidez en los ojos—. Bienvenida oficialmente al trabajo menos glamoroso de la biblioteca.

—Gracias por recomendarme.

—Gracias por aplicar. Honestamente, necesitamos la ayuda desesperadamente. —Señaló escritorio al otro lado de la oficina—. Ese es tuyo. Y esto... —levantó pila alarmante de folders—. Es tu primer proyecto.

Addy miró la pila.

—¿Todo eso?

—Documentos de 1940-1945. Correspondencia municipal durante la guerra. Necesitan ser escaneados, catalogados, y ingresados al sistema digital. Estimación conservadora: dos semanas de trabajo si eres eficiente.

—Sin presión.

—Oh, hay presión. Pero es presión arqueológica, que es mejor que presión corporativa. —Le entregó la pila—. Las instrucciones están aquí. Si tienes preguntas, déjame nota. Yo estaré en la sala de escaneo la mayor parte del día.

—¿Nota?

Él señaló bloque de post-it amarillos en su escritorio.

—Protocolo del sótano. Minimizamos interrupciones verbales porque ambos necesitamos concentración. Entonces nos comunicamos por notas pegadas en documentos relevantes. Funciona sorprendentemente bien.

—Suena... adorable.

—Es sistema que heredé de mi predecesor. Al principio pensé que era absurdo pero resulta que es bastante eficiente. —Revisó su reloj—. Okay, tengo reunión en diez minutos. ¿Alguna pregunta antes de empezar?

Había millones de preguntas, ninguna relacionada con trabajo.

¿Estás bien después de la cita rara del cine negro? ¿Notaste algo extraño? ¿Deberíamos hablar sobre el hecho de que trabajo para ti ahora y eso es técnicamente complicado?

Pero lo que dijo fue:

—Creo que estoy bien. Gracias.

—Genial. Nos vemos a la hora de almuerzo. Hay microondas en cuarto de descanso si trajiste comida.

Y se fue, dejándola sola con pila intimidante de historia y ninguna magia para ayudarla procesarla.

Addy se sentó en su nuevo escritorio, miró los documentos, y pensó: Puedo hacer esto. Soy persona capaz sin atajos sobrenaturales.

Esperaba que fuera verdad.

3

Resultó que Addy era bastante buena en trabajo de archivo.

Había algo satisfactorio en el proceso: tomar documento frágil, escanearlo cuidadosamente, crear registro digital, categorizar según tipo y fecha, agregar notas sobre condición física, archivarlo en ubicación apropiada.

Era orden creado de caos. Sistema impuesto sobre desorden.

Era lo opuesto exacto de su vida personal.

Y era... agradable.

A las 11 AM, había procesado quince documentos. No era rápido según estándares de Agustín probablemente, pero para primera mañana, se sentía como logro.

Su teléfono—que había puesto en silencio—vibró con notificación.

Email de Lourdes: "¿Cómo va primer día de trabajo?"

Addy respondió: "Bien. Es satisfactorio de forma extraña. Y estoy trabajando con Agustín lo cual es... interesante."

"¿Interesante bueno o interesante complicado?"

"Ambos. Hablamos después."

Guardó su teléfono y encontró post-it amarillo pegado en el siguiente documento que iba a procesar.

En letra cuidadosa de Agustín:

"Este es particularmente interesante. Carta del alcalde a arquitecto sobre proyecto que nunca se completó. Lee antes de catalogar."

Addy leyó la carta—correspondencia formal sobre plaza pública que iba a ser construida pero fue cancelada cuando fondos se redirección a esfuerzo de guerra. Había frustración palpable en palabras del alcalde, sueños de ciudad mejor pospuestos indefinidamente por realidad más urgente.

Era triste. Y fascinante.

Procesó el documento, agregó notas detalladas, luego sacó su propio post-it y escribió:

"¿Se construyó eventualmente? ¿O sigue siendo solo sueño en papel?"

Lo pegó en carpeta donde Agustín lo vería.

Diez minutos después, encontró respuesta pegada en su monitor:

"Sigue siendo sueño. El terreno ahora es estacionamiento. Pero los planos originales están en caja 47-B si quieres verlos algún día."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.