A veces, cuando estás en una situación de vida o muerte —más muerte en mi caso— todo lo que has vivido pasa frente a tus ojos.
Sólo hasta ese momento me di cuenta de las pocas cosas interesantes que había vivido, pues siempre evité hacer cualquier locura de la cual podría arrepentirme después. Ahora que lo pensaba, quizá no habría sido tan malo reírme de las estupideces que podría haber hecho.
—¡Sonia, ya suéltala! —gritó mi hermano mientras intentaba apartarla de mí, ya que estaba abrazando mi cuello un poquito más fuerte de lo necesario.
—¡No, no quiero! —chilló, aferrándose más—. Mara está teniendo una tarde de chicas, ¡yo también quiero!
Pensé que Aarón insistiría y sería mi salvación, sin embargo, simplemente suspiró, la soltó y salió de mi habitación hecho una furia. Menos mal que Sonia me soltó después.
—¡Vaya!, ¿qué fue eso? —exclamó Laura a mi lado, mirando con sorpresa a la chica.
—Oh, lo lamento mucho, Marita —se disculpó y luego se volvió hacia Lau y Lina para sonreírles—. Hola, soy Sonia, la novia de Aarón.
—Ya lo noté —murmuró Lina a mi lado, haciéndome reír.
Yo no estaba tan segura de cuán cierta era esa palabra. Según Aarón, eran amigos con derechos, pero, luego de traerla a casa dos o tres veces al apartamento, no lo había visto andar con ninguna otra.
—En verdad quería quedarme con ustedes, chicas. Desde que Aarón comenzó a estudiar no me ha llamado para vernos al menos cinco minutos, ni responde mis mensajes. ¡Sólo me utiliza para que le ayude a estudiar! Así que hoy quiero estar un rato con mi cuñadita. —Hizo una pausa—. ¿Ustedes no tienen que estudiar?
Me estremecí al escucharla llamarme «cuñadita». Ya presentía que Aarón la terminaría en cuanto la escuchara llamarme así de nuevo.
—Hoy nos dimos un permiso —aclaró Lau.
—Así es —dije con una sonrisa forzada mientras aquella desagradable palabra seguía resonando en mi cabeza—, y tú estás dentro.
—¿Entonces qué vemos primero…? —preguntó Lina antes de ser interrumpida por Laura.
—¡Boys Over Flowers! —gritó lo más alto que pudo. Al ver nuestras muecas, refunfuñó—: Me prometieron que íbamos a verla, no pueden fallarme ahora.
Mientras Paulina y yo no dejábamos de mirarla mal, Sonia sonrió muy complacida.
—Excelente opción, aunque yo optaría por Goblin.
Entonces pasó lo que Lina y yo habíamos temido desde que nos conocimos: que Laura encontrara a una aficionada de los doramas como ella. Ambas cruzamos miradas y meneamos la cabeza.
—Muy buena elección —concordó, asintiendo—. Sin embargo, Personal Taste no se queda atrás.
—¿Y qué me dices de City Hunters o The Heirs? Son hermosos.
—Me encantan. Sobre todo el actor. —Laura meneó las cejas de arriba abajo.
No estaba dispuesta a escuchar más, así que lo decidí.
—Veamos una novela turca.
Sonreí cuando noté que logré mi objetivo: el silencio total. Pese a que fue incómodo sentir esas miradas ofendidas y asqueadas, era lo mejor pararlas en seco.
—¡Cierto! Hace mucho que ya no veo una de esas —me secundó Lina.
—¡No digan tales blasfemias en mi iglesia! —exclamó Laura, apuntándonos—. ¿Cómo pueden gustarles esas novelas llenas de malas actuaciones y drama innecesario?
—Bueno… Que los doramas también tienen lo suyo —contraatacó Lina, mirándose las uñas.
Lau la miró como si quisiera lanzarle nuestro plato lleno de frituras a la cara.
—Pero hay emoción genuina en ellas —espetó Sonia, con la misma expresión ceñuda de Laura—. Las otras son peores actuaciones que La Rosa de Guadalupe.
Abrí la boca tanto que formé un O.
—No dijiste eso.
Aunque nunca fue mi intención comenzar una batalla, tardamos más de una hora resolviendo qué era lo mejor. Al final, ninguna ganó y decidimos dejarlo en bandera blanca, escogimos una película de misterio y todas contentas.
Después nos aburrimos y comenzamos a charlar. Descubrí entonces que Sonia era mucho más agradable de lo que esperaba. Era espontánea y divertida, y no parecía temer a decir algo incorrecto y ser juzgada por ello, características que las anteriores amigas de Aarón carecían.
—Entonces, Sonia, ¿estudias o trabajas? —inquirió Lau.
—Sólo trabajo en una pizzería.
—Vaya, debe de ser aburrido estar todo el día en el mostrador.
—A veces también trabajo de repartidora. Además, si pienso en el por qué estoy ahí, la energía regresa y continúo.
—¿Para qué estás trabajando entonces? —cuestioné ahora.
—Bueno… —Se removió en la cama y sonrió—. Siempre he querido tener mi propia floristería, hacer arreglos para las personas, pues las flores pueden transmitir muchas cosas… —Se encogió de hombros y suspiró contenta—. Es una buena forma de expresarse.