Hecho a tu medida

CAPÍTULO 46. ✺Soy tu chico soñado✺

Sabía que mi nerviosismo no tenía lógica ya que sólo había pasado una semana desde la Bueno, esto no lo esperaba. Era de las cosas que no sabía que quería hasta que pasaban.

Pese a que al principio me encontraba impaciente, conforme pasaron los minutos y nosotros seguíamos en el pasillo fuera del baño, comencé a aburrirme de ver el rostro sonriente de Carol cuando era un bebé.

—Entonces… ¿Me vas a presentar a LinAngel? —pregunté para apresurar las cosas.

Ángel retiró la mirada de su celular por primera vez después de que salimos del baño y me regaló una sonrisa astuta.

—No te impacientes. Antes que nada, toma. —Me extendió el celular y lo miré sin comprender—. Es para que anotes tu teléfono.

Entrecerré los ojos. Sabía que si hacía algo tan peligroso como darle mi número, entonces no habría día en que me bombardeara con mensajes. No obstante, al considerar todas las cosas que había hecho por mí, cogí el celular, escribí mi número con la velocidad de un correcaminos y se lo entregué.

—Vaya, fue más fácil de lo que esperaba —admitió en un susurro.

—Si no lo quieres, bórralo —dije a la defensiva.

—No, no, claro que no. —Abrazó su teléfono como si fuera de oro—. Pero, ¿estás consciente que a partir de ahora vas a recibir tantas llamadas y mensajes que te hartarás de mí?

—Pues cuando llegue ese momento, te bloqueo y ya —determiné con simpleza, a lo que él hizo una mueca triste.

—Oh —suspiró cuando recibió un mensaje, apretando ligeramente su dispositivo—, en un minuto llegará.

—¿LinAngel?

Él asintió, me tomó de la mano y me invitó a pasar a la habitación más cercana a la entrada del pasillo.

 —Oye, oye, espera —protesté un poco asustada—. ¿Por qué nos estamos yendo?

—Bueno… no quieres encontrarte con tu ídolo en la puerta del baño, ¿o sí?

No podía debatir ante eso.

El cuarto donde habíamos entrado tenía un aura varonil, sin pósters de bandas de rock, ni una cama grande y desordenada, tampoco tenía una mesa repleta de libros. Esto era todo lo contrario a lo que había visto con Isaac. Había carteles de equipos de fútbol que no conocía; la cama era pequeña pero estaba bien tendida; y en la mesita, tan chiquita que apenas y cabía una persona, estaban un cuaderno y varios lapiceros.

—Vaya —reí—, esto es justo como imaginaría a tu habitación. Aunque es imposible porque es la casa de Pau…

Me detuve cuando mi cerebro comenzó a carburar la nueva información. Me giré para encontrarme con una de sus sonrisas amables, como si le causara gracia y ternura lo que ahora mismo estaba pensando.

—¿Cómo es que…? ¿Esto quiere decir que…?

—Sep —dijo muy calmado—, vivo aquí.

No podía más que mantener mi boca abierta.

—Eso quiere decir que tú… ¿eres novio de Carol?

—¿Qué? —preguntó con voz chillona—. ¡Claro que no! ¿Cómo fue que llegaste a esa conclusión?

—Bueno, entonces no sé de qué se trate…

—Con permiso —cantó una voz femenina, tras llamar a la puerta.

Me giré y vi cuatro rostros familiares: Lina, Lau, César y Carol. Parpadeé muchas veces, muy muy confundida.

—Bueno, Mara, como lo prometí: aquí está la mente maestra de «Besos Prohibidos». Carol, esta es Mara, tu admiradora más entusiasta.

Durante los primeros tres segundos me quedé estática en mi lugar; después, tan pronto como procesé todo lo que estaba sucediendo, me acerqué a la hermana menor y la tomé de las manos.

—Todo este tiempo eras tú...

Impactada por mi entusiasmo desmedido, se limitó a asentir con una sonrisa penosa.

—¡Oh, por todos los Oompa-Loompas del mundo! —Estaba tan emocionada que no podía parar de reír como loca mientras saltaba—. ¡No sabes cuánto amo tu historia, es la mejor! ¿Cuándo vas a actualizar? Dime que Jade va a quedarse con Kyle. Debe quedarse con Kyle, sólo ellos dos se entienden. Dylan simplemente debería morir. ¿Sabes lo emocionada que estoy? Eres toda una genia. ¿Qué debo hacer? ¿Quieres tomarte una foto conmigo? No, mejor aún, tomarnos una foto y firmar mi vestido. Es algo viejo, así que no tienes porqué preocuparte. Con tu firma en él lo conservaré hasta el día en que muera.

—Wowowowo. —Lina apartó a su hermana y se colocó en medio de ambas—. Deja de asfixiarla o se va a desmayar.

—Lo siento, lo siento, en serio perdón —dije igual de rápido que antes, cubriendo mi boca con ambas manos para no dejar ver mi enorme sonrisa que se negaba a desaparecer—. ¡Es que esto es increíble!

—Esperen… ¿de quién es esta habitación? —inquirió Lau mirando con detenimiento cada cosa—. Uh, bonitas cortinas.

—Ah, esto es…

—Es mía —terció Ángel sin titubear—. ¿Verdad que es bonita? Quiero colocar más pósters pero mamá Sabrina se enojará.

—No, esta es la casa de Lina —refutó Laura, tan confundida como yo.

—Sí, bueno… Nosotros somos hermanastros —dijo Lina con una sonrisa incómoda.



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En el texto hay: comedia, amor platonico, romance juvenil y humor

Editado: 28.03.2023

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