Por fin Besos Prohibidos fue actualizado. Cinco días después de Año Nuevo me llegó la brillante notificación en donde Carol —alias LinAngel— nos informó que la novela estaría a punto de terminar. Yo estaba muerta de la angustia porque Jade y Kyle se habían peleado gracias a la bronca que se armó con Dylan.
Se suponía que había comenzado a leer el libro por diversión, sin embargo, ahora no paraba de sufrir. Me daban ganas de protestar y decirle a Carol que escribiera algo más feliz. Era capaz de llegar a su casa para hacerlo, pero sabiendo que Ángel estaría ahí, me retracté y permanecí en silencio.
Lo único que me quedaba por hacer el resto de las vacaciones era estar en casa sin hacer nada. Y mi meta para ese día era no salir de mi cama y morir poco a poco. Quizás en algún momento me arriesgaría a tratar de descifrar lo que Isaac me había querido decir al inicio del año. Según él, quería hablarme de algo importante, además de que ya no quería ser mi amigo… Eso sólo podía significar dos cosas: había conseguido novio o yo le gustaba.
Algunas veces me incliné por la segunda opción, ya que eso era lo que quería. Sin embargo, también era consciente de lo absurdamente milagroso que sería si ocurría. Tal vez se había disculpado porque deseaba limpiar su conciencia y así poder ser feliz con su pareja. Lo que me inquietaba saber era el por qué no me lo restregó en ese momento. ¿Necesitaba que yo estuviera bien despierta para que me rindiera de una vez por todas? ¿O el miedo a la oscuridad le impidió expresarse como era debido?
Pensar en todo eso me agotaba tan rápido que decidí ignorarlo y mirar el televisor. Estaba tan nostálgica y hormonal que me puse a ver películas románticas americanas, las de los noventa sobre todo, que tuvieran un final satisfactorio.
Había imaginado que estaría el día entero en ello hasta que, a eso de las seis de la tarde, Lina y Lau insistieron en que tuviéramos una videollamada. No me gustó mucho la idea porque eso implicaba pasarme un cepillo por el cabello al menos, pero terminé aceptando.
En cuanto nos conectamos, Lau se apresuró a gritar:
—¡No me lo van a creer!
—¿Ahora qué traes? —preguntó Pau, riendo.
Al igual que yo, estaban acostadas en su cama; Lina comiendo unas papas y Lau con una toalla en el cabello.
—Conocí a un chico.
Bastaron esas tres palabras para que Paulina y yo quedáramos estupefactas. Digo, Laura nunca había estado muy interesada en el plano amoroso. Para ella, la soledad le era más conveniente porque así podía ver doramas todo el tiempo sin que la molestaran.
—No se precipiten —gruñó, como si supiera lo que estábamos pensando—. Apenas lo estoy conociendo, aunque es encantador.
—Necesitamos una foto —exigimos Lina y yo a la par.
—Está bien —cantó y nos mostró una fotografía del susodicho—. Sólo espero que no se enamoren de él, porque ya está apartado.
En la pantalla apenas y podía verse a un chico de tez morena, con hombros anchos y unos músculos muy marcados. Tenía una sonrisa reluciente —muy muy blanca—, como la de los comerciales de pasta dental. Cabello corto y oscuro, justo como el color de sus ojos.
Aunque era atractivo, me desconcertó que Lau se fijara en él porque, bueno, su tipo de chico siempre fue de tez clara, delgado y con el cabello rubio o castaño claro; como Octavio. Esto era un cambio colosal.
—¿Cuál es su nombre? —inquirió Lina concentrada en la foto.
—Miguel.
—Es… guapo —me limité a decir para que Lau no se quejara. En realidad, quería decir que era demasiado atractivo. Parecía un modelo sacado de una revista.
—¡Lo es! —exclamó ella y suspiró—. Aunque esto no es nada, porque su personalidad es… uff.
—¿Cómo que «uff»?
—Ya saben, es todo un caballero y me trata como nadie lo ha hecho. Incluso me ha confesado que está interesado en mí, y tan sólo llevamos una semana de conocernos. Yo creo que este es el bueno.
Honestamente, por más guapo que fuera, seguía prefiriendo a Octavio. Hacían una pareja perfecta.
—Entonces, ¿no están saliendo? —pregunté, entusiasmada por la felicidad de Lau.
—Pues no, es muy poco tiempo para comenzar a hacerlo —dijo con obviedad—. Aunque, tal vez en el futuro…
Enrojeció de sólo pensarlo.
—Avísame cuando eso pase —terció Lina—. Tendremos que hacer una cita doble.
—Triple —corrigió Lau y sonrió con malicia—. El chico que a Mara le gusta pasó el Año Nuevo en su casa. Yo digo que algo interesante sucedió.
Lina abrió los ojos de par en par.
—¡Desgraciada! ¿Por qué no me lo dijiste?
—Casi nunca te hablamos porque es un milagro si respondes los mensajes —me defendí—. Y no, no pasó nada interesante.
—Seguro que estás bromeando —bufó Pau—. Si tu amor platónico va a tu casa, es seguro que hubo un beso o al menos un abrazo.
—Cierto, cierto —apoyó Laura, la traicionera. Pensé que le desagradaba Isaac, o al menos eso me había hecho creer cuando le conté lo del rechazo.