LENNOX HARÍ
O me demoro en cambiarme o Engelbert lo hacía muy rápido, tan rápido para estar en la puerta de mi habitación.
Toco unas cuantas veces, y me hubiera levantado a recibirlo e irme con él. Pero mi compañera de cuarto madrugadora se había adelantado.
—Pero que tenemos aquí. —alardeo. —Bicho está prohibido traer a tu novio a la habitación.
Desde la cama se podía mirar a toda dirección la puerta, en ella estaba Engelbert con ropa casual, aún cuando ella le coqueteaba, el mantenía su sonrisa de amabilidad. Eso es algo que aprecio de Engelbert o le caía bien todo el mundo o fingía perfectamente una sonrisa. Debería aprender un poco de eso, si alguien no me cae en mi rostro nada mas se nota.
Staicy tocó el hombro de Engelbert, y me fastidiaba que aún tenía esa sonrisa de príncipe sacado de Disney.
— ¡Oh! Bicho, este no es el mismo que trajiste anoche. Ni el anterior, espera andas arrasando con todo. —comentó presumida mirándome.
Ahí estaba el estúpido apodo que me puso.
La cara de confusión reflejada en Engelbert me decía todo, muy comparado con mi expresión de molestia rotunda. Terminé de ponerme las zapatillas, así que empuje levemente a Staicy para poder salir.
— ¿A dónde vas? ¿No te quieres quedar Engelbert? Te he estado viendo solo con ellos, deberíamos salir los dos para conocernos. Entre personas exitosas, hermosas y únicas nos deberías unir. —presumió con una sonrisa ladina.
La mire de pies a cabeza con recelo y enojo. Dirigí mi vista a Engelbert que movía sus labios tal vez pensando en que podría decirle.
—Lo único unido que tendrás es la pared en tu cara si te acercas a mis amigos. No te pregunto a dónde vas porque no me importa, así que has lo mismo. —le dije.
No me interesaba dejarla con la palabra en la boca a él ni a ella. Tome la mano de Engelbert para empezar a caminar. Vaya manera de iniciar la mañana.
— ¿Y ese show? —me preguntó a mi lado.
— ¿Te querías quedar con ella? Puedes hacerlo. —lo incité enojada. —Puedo desayunar sola. Estás acostumbrado a que te alardeen así, a que te inviten a desfogar pasión en una habitación, pero no lo harás en la mía.
Ni sé porque estaba enojada, ni sé si se le puede llamar enojo. Solo me molestaba que Engelbert sea tan bueno para este mundo y no pueda decir un “No me interesa” ni pueda negarse a nada y que cada quien se aproveche de eso.
— ¿Estás celosa? —se paró frente a mí.
Nunca, los celos no son lo mío, para mí los celos no deben existir en una relación. Ni con mi ex tuve celos que se coqueteara a mi mejor amiga en mis narices.
Solo podía ver su pecho, por el hecho de ser mucho más alto que yo. Mi 1.65 hace una gran diferencia con su 1.85, y muy gran diferencia. Levanté la vista para fijarme en sus ojos y lo mucho que brillaba, y su sonrisa de lado.
—Los celos son algún tipo de sinónimo de amor y yo no siento eso por ti, además necesitas algo mejor que ella. —dije sin despegar mis ojos de los suyos.
Parece que no tomó muy en cuenta mi primer comentario.
—Tú eres mucho mejor que ella.
Muy lindo y todo, pero ya.
—Lo sé. —su sonrisa se alargó por mi auto halago.
Con el solo hecho de mirarlo, podía estar horas verlo reír. Su risa era muy contagiosa.
—Vamos que tengo hambre.
Así empezamos a caminar de a poco en un silencio tranquilo, no me quejo. Mi mente estaba en blanco y siendo guiada por mis pies, pero al parecer la de él tenía muchos, nadando en su mar de pensamientos.
—Lennox…—lo mire esperando que pregunte lo que tanto lo abrumaba. —Lo que dijo ella de otros chicos… Ah… ¿Te ves con otros del campo y lo llevas a tu habitación?
Mordió su labio inferior, y lo miré confundida. No por la pregunta, ni su nerviosismo, sino porque tenía esa curiosidad, sabiendo que todo lo que dice es para molestarme.
—Tú eres el único, descuida. —le di pequeños golpes en su espalda.
…
Al llegar a la cafetería, pedimos el desayuno. Y aquí tenia a Engelbert sentado frente a mi mientras me contaba sus anécdotas en Turquía y como sus padres a pesar de ser dueños de una empresa tecnológica, su hermano tenía una productora más conocida mundialmente de novelas turcas, desconocía que tenía un hermano mayor.
Iba a seguir preguntándole por su familia pero los chicos aparecieron con bandejas y su desayuno en ellas. Nyle se sentó a mi lado y Audrey en el centro. Con Engelbert y Chloe frente a mí. Ni sé en que momento entraron, ni los vi, estaba tan concentrada escuchándolo. Ni siquiera me di cuenta de en qué momento se llenó este lugar.
— ¿Qué noticias? —pregunté sin rodeos, de verdad quería saber porque salieron tan temprano.
Chloe seguía la mirada en su plato, la observé por unos segundos pero ella no me iba a responder.
— ¿Recuerdas la caja de ayer que encontramos? —asentí. —Encontramos papeles del banco de una transferencia, papeles por la compra de un departamento y vuelos.
Es demasiada información para tan poco lista que estaba. Me desaparecía una noche y me dices que todo eso pasaba. Solo dormí y fui a correr.
—Espera aún no te lanzo la bomba. Resulta que Armando fue el que le transfirió 10 mil dólares. —siguió hablando Nyle. —Pero la pregunta es ¿Por qué?
Es cierto, ¿Por qué el hermano de Chloe le daría dinero? Si ya no se puede dormir de ahora en adelante para no perderse nada.
— ¿Alguien sabe por qué? —inquirió Engelbert igual de sorprendido que yo.
—No hayamos ninguna razón.
— ¿Y porque no vamos y se lo preguntamos? —dije de manera obvia.
Es lo lógico, cuando tienes una duda vas y la haces. Me levanté para ir ahí mismo a su mesa, mientras lo veía comiendo con los demás, estaba a punto de quitar el otro pie para irme pero Nyle me detuvo del brazo.