ACTUALIDAD
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HELEN
Hay algo extraño, esto no se siente real.
Es como si este no fuera su cuerpo y que en realidad no estuviera despierta. Todo es negro, lo que contrasta tanto con su cabello, Helen se lleva la mano directamente a esa zona pero no siente nada. No siente su propio cabello.
Observa todo, está en el balcón de un edificio. La oscuridad invadiendo todo, no hay estrellas y tampoco está la luna, es como si la noche ubiera perdido su encanto. Eso que la hacia lucir entretenida. Es entonces cuándo se da cuenta.
Está en un sueño.
Helen observa con desinterés todo lo que la rodea, una ventana de vidrio que llega hasta el suelo, una puerta de madera pulida justo a su lado y otra ventana que llega al suelo. La oscuridad le impide ver con claridad el color de la pared, solo puede presenciar las sombras de algo beige. Pero no cree que sea de ese color.
Baja la mirada y da media vuelta, hacia el pequeño bosque, ignorando todo lo demás. Apoya ambas manos en el balcón, los brazos estirados y observa con atención el pequeño sendero de la casa que iba hacia el bosque y se perdía entre los infinitos árboles. Debía de darle miedo la apariencia de ese lugar, una mansión antigua pero elegante. Su aspecto era digno de una película de terror.
Helen parpadea y sube la mirada, su corazón para al ver un ojo entre uno de esos árboles, entre las ramas interminables sin hojas y una figura negra, dueño de ese ojo. Solo pudo ver azul, el otro no lo pudo ver bien y supuso que estaba de costado. Ese ojo tenia una mezcla extraña que nunca antes Helen había visto en su vida, la observaban desde la oscuridad, encerrada en las sensaciones que le provocaba esa mirada. La mano de aquella figura se levanta y apunta hacia abajo, entre las secas ramas sin hojas.
Helen niega con la cabeza y vuelve a parpadear.
La imagen que ve es horrible.
Suelta un grito arrasador al ver un muñeco caminando hacia el pequeño sendero, dirigiéndose a la mansión donde Helen se encontraba. Es una persona muerta, pero Helen no logra reconocer qué ess. Solo puede pensar en lo aterrorizada que está y en lo alerta que se pone su pequeña anatomía.
Sube la mirada para encontrarse con esos ojos, pero ya no estaban ahí.
Tampoco está el cadáver caminando cuando los vuelve a bajar.
Ella suspira pesadamente antes de girarse sobre sus talones y entrar a la mansión__ lo que resulta irónico con el aspecto__. Las puertas son grandes, tanto que cuando la abre hace un sonido agudo que provocó que Helen soltara la puerta para taparse los oídos, al hacerlo, esa misma puerta dio un estruendo que pudo haberla matado si no tuviera los oídos ya tapados. Pero se escuchó de todas formas.
No hay luces, solo velas, el fuego amarillo alumbrando toda la estancia, y se dio cuenta de que las paredes son color azabache viejo, el piso marrón estaba desgastado y los pasillos silenciosos. No oía nada. Ni tampoco podía sacarse la imagen del muerto caminando.
No le daba miedo, le daba repugnancia. Trato de convencerse a si misma.
Llega a un comedor, una mesa larga con treinta sillas de cada lado, en medio de la mesa descansaba una rosa blanca con las puntas rojizas, parecía teñida y brillaba con ese brillo realista que contrastaba tanto con la que acaba de pensar. Como si fuera todo verdad. Helen subió la mirada mientras lo único que se escuchaban eran sus pasos resonando, había un enorme candelabro dorado con velas pegadas para iluminar. Tras varias dudas, se dirige al centro de la infinita mesa, agarra la rosa con delicadeza y una de sus espinas le clava como una navaja el pulgar. Lo primero que presencia es ese color carmesí que le recordaba tanto al labial de su madre, se mete el dedo a la boca y succiona la sangre.
Helen pone una mueca al sentir el sabor a metal que tanto odiaba.
Vuelve a parpadear y, de pronto, las velas se apagan, ve por el rabillo del ojo la luz blanca proveniente de la ventana de vidrio, las luz de la luna. Helen se da cuenta de que una rama golpea la ventana, haciendo el sonido más espeluznante que haya oído.
Se acerca la ventana pero se da cuenta de que fue un error.
No era un árbol.
Se le vuelve la piel de gallina al ver a ese mismo cadáver golpear la ventana con fuerza, no sabe quién es, no sabe por qué la persigue, aunque lo haya visto una vez, Helen estaba segura de que la buscaba. Intenta darse la vuelta pero justo en ese momento siente un brazo rodeando su cuello y una mano tapándole la boca con suavidad. Ella no lucha, solo se queda mirando al cadáver, quien le regala una sonrisa siniestra que provoca un jadeo aterrorizado de Helen.
__Eso te pasará a ti__ un escalofrío recorre por el cuerpo de Helen al oír esa voz ronca y perturbadora. Nunca la había oido, pero por alguna extraña razón le resultaba extrañamente familiar...
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__Y yo le dije vete a la mierda, que el único que me follaré es a Erik y me bajé del auto con, incluso le saqué el dedo malo.
La voz de Leslie hace que Helen salga de sus recuerdos de ensueño. Le molestaba que siempre hiciera eso, pero en esta ocación se lo agradecia, no quería recordarlo, no quería recordar a Sam en ese aspecto.
__¿Lewmi? ¿Me oyes?__ Helen asiente sin apartar la mirada del suelo, tenía la cabeza en otro mundo desde la muerte de Sam, ni siquiera había tocado su plato, es más, no había desayunado y ya eran casi las dos. Sin darse cuenta de sus acciones, Helen aparta su plato de comida muy bruscamente, aburrida. Todo a su alrededor era lo mismo, no le importaba absolutamente nada, necesitaba distraerse de alguna forma, de cualquier forma.
Helen posa sus orbes miel en Leslie, quien es lo más cercano a un amigo que tuvo a lo largo de su mísera existencia, su cabello rojo suelto a la altura de su espalda baja y los ojos color verde mirándola sin inmutarse ante su acto. Ella ya estaba acostumbrada a que Helen hiciera lo mas impredecible y que, por sobretodo, no haya salido corriendo. Por su rostro de niña buena, Helen creyó que era una más.