¿Qué podría ir mal Enzo?... Por supuesto... ¡Todo!.
"El desastre" comenzó como un día de fiesta cualquiera, la hermana de Javi no le prestó su auto así que tuvimos que tomar un taxi. Antes de ir a la discoteca Discobery (si, así de mal escrito está el nombre), pasamos por la casa de Analia, ella ya estaba en la puerta de la que (supuse) era su casa, Lucía no estaba con ella, Analia me dijo que la vería luego en la fiesta, desde ahí debí saber que todo iría mal, pero mi maldita terquedad me dijo que no pasaba nada, que "disfrutara el momento".
En menos de veinte minutos ya estábamos en la puerta de Discobery, Analia recibió una llamada en el celular y se apartó de la fila.
—¿Es bonita no? —me dijo socarronamente Javi, cuando ella se alejó lo suficiente para no oirnos.
—Si. Es bonita,y parece agradable —lo es, pero no mucho más que alguna de sus "conquistas" anteriores— ¿En dónde dices que la conociste?
—Por facebook... ¡Mira ya viene, seguro habló con Lucía!.
Analia se acerco a nosotros con la cabeza gacha y arrastrando un poco los altos tacones.
—Lucia dice que no va a poder venir —levantó la vista y me miró apenada— Perdón.
Ese "perdón" me hizo recodar a cierta persona, cosa o lo que sea la dichosa Helena.
—¡No hay problema! —dijo Javi— Puedes conocer a otra chica adentro ¿No?... Tienes... Buena pinta.
Él y Analia rieron estupidamente y avanzaron un poco en la fila. Ella parecía nerviosa conforme llegábamos a la boletería. Quise pensar que solo era cosa mía, hasta que faltando solo una persona para entrar, ella se volteó hacia Javi y le dijo:
—¡Olvidé mi DNI!.
Él la miró con calma y le respondió que no había problema, que en Discobery nunca te hacen problemas por eso.
Dicho y hecho, no nos pidieron el DNI a ninguno de los 3, entramos sin ningún contratiempo. Había un grupo de salsa en el escenario, Javi jaló a Analia hasta la pista de baila y yo fui hacia el bar para tomar algo ligero, aunque terminé pidiendo algunos vasos de whisky. Desde donde estaba podía ver todo a mi alrededor, había un grupo de chicas bailando en circulo, varias parejas regadas al rededor del lugar y en una esquina estaban celebrando el cumpleaños de alguien.
Quise acercarme a ver, pero estaba seguro que no conocía a nadie de ahí, me mirarían como bicho raro (en el mejor de los casos). Me esforce lo más posible en ver al cumpleañero o cumpleañera. Como por arte de magia la gente se movió y pude ver la torta, tenia una vela enorme con el número 18, el chico estaba a punto de apagarla, pero se detuvo y llamó a alguien que estaba sentado de espaldas a mí; la persona parecía hacerse un poco de rogar y todos los demás le insistían en que vaya a acompañar al rey del cumpleaños. Finalmente la persona aceptó, era una chica, tenía el cabello recogido en una trenza oscura que le llegaba a la cintura. Siguió de espaldas a mí hasta que llegó junto al chico, entonces volteó y por fin pude verle la cara. Era Helena.
Me levanté del asiento y caminé rápidamente hacia el lugar del cumpleaños, la gente no hacía más que impedirme el paso, tuve que empujar a un par de personas y cuando llegué al lugar del cumpleaños, me di con la sorpresa que no había nada. Ni siquiera habían asientos, era una esquina vacía.
—¡Qué tienes hombre! —dijo Javi que había aparecido milagrosamente a mi lado.
—¿Qué? —pregunté confundido.
—¿Estás bien? Te vi corriendo como loco por toda la pista, pensé que alguno de los que empujaste iba a venir a pegarte.
Empezaba a sentir el efecto del whisky. Pero la borrachera no te hace ver cosas de la nada ¿O sí?.
—¡Voy al baño! —fue lo único que pude decir.
¿Una discoteca con baño para discapacitados?, eso si era una novedad. Entré y estaba bastante decente (para ser el baño de una discoteca). Empecé a vomitar como un puberto que fuma por primera vez.
Me apoye en el lavadero, mientras me echaba agua en la cara, tenía un aspecto terrible. Mi cabello se había pegado a la frente por el sudor y seguía teniendo las ojeras marcadas. Me di cuenta que había manchado uno de mis zapatos con vomito, lo único bueno era que Lucia no estaba ahí para verme así.
—Hola Enzo —su fastidiosa voz me hizo voltear hacia el retrete en donde estaba ella sentada, vestida exactamente igual que ayer.
—¿Tambien tenías que seguirme hasta acá? —¿En ningún lugar me libraría de ella?.
—Per...
—Si, si, perdón... Ya ni lo digas. ¿Qué haces aquí?... ¡Y sentada en el retrete por favor solo... Levantate!.
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Editado: 01.07.2018