El insoportable sol parece hacer eterna la espera.
Por estar pendiente de mi posible muerte a manos del demente hermano de Helena, había olvidado el hecho de que tengo una vida, una vida universitaria para ser específico. Mi padre me había dado el dinero para la inscripción hacía ya una semana, pero claro, yo lo deje para último momento.
A juzgar por la cola que se ha formado en la puerta de la institución, muchos esperaron a que llegara el 16 de enero, para recién venir a renovar su matrícula.
Desde que llegué he tratado de buscar a Javi con la mirada, si él está en esta fila aún habría posibilidad de volver a ser compañeros; en cambio, si ya se inscribió, es prácticamente imposible que nosotros volvamos a compartir clases. Tal vez esta segunda opción sería lo mejor para mí. Sin tanta cercanía, podría eliminar cualquier sentimiento que tengo hacia él.
—¡Enzo! —Lucía, que está tres personas adelante de mí, me saluda entusiasmada.
Le pide a la persona detrás de ella que le cuide el lugar y se acerca a mí.
—¡Lucía!. ¿Cómo has estado?
—Bien, ya sabes, tratando de controlar a mi hermana —ríe— ¿Y tú?... Yo... Oí rumores sobre algo que pasó contigo en Año Nuevo... ¿Estás mejor?
—Sí. Fue una tontería, no sé porque pasó —es incómodo hablar de esto ahora.
—Me alegra... Si algo te hubiese pasado yo... No sé, no lo soportaría —no Lucía, no hagas esto ahora por favor...
—Gracias —digo cortante, pero sin ser descortés.
—Enzo, yo... Bueno... Hace varios meses... Ehm... Hablé con Javi, él me dijo que tú estabas interesado en mí y en ese tiempo no te conocía mucho, no le di importancia, pero ha pasado el tiempo y...
—Lucía, no...
—Déjame terminar —dice con ojos de cordero—. En este tiempo, que te he conocido mejor, me he dado cuenta que me gusta conversar contigo... Me gusta... Me gustas tú.
¿Parados en medio de la fila de inscripción?... ¿Es en serio? ¡No, Lucía!... Ahora que mierda tengo que hacer.
—Yo... No sé qué decir.
—¿Aún te sigo gustando?... Si es así, entonces creo que podríamos darnos una oportunidad… de salir, de conocernos aún más, los dos.
¡Mierda!
¡Maldito Javi!
El día que conocí a Javi, durante esa clase de Informática el año pasado, vino directamente a quitarme la computadora que yo había conseguido, me dijo que necesitaba sentarse ahí porque tenía muchos documentos guardados desde el ciclo anterior.
Como el salón estaba casi lleno me senté a su lado. No tenía intención de hablarle, la forma en la que me había echado de "mi lugar", hizo que me cayera un poco mal. Además, tenía una pinta ridícula.
Lo miraba por el rabillo del ojo, veía lo que hacía en la computadora. No revisaba ningún documento, solo estaba ahí, viendo vídeos de caídas estúpidas que jamás me hicieron gracia.
Cuando él se dio cuenta que yo lo observaba, apagó los vídeos y se concentró en mí. Por lo visto, quería hacerme su nuevo entretenimiento.
Empezó a preguntar cosas sin sentido, como de dónde venía, cuántos años tenía o si era retardado. No sé por qué respondí a cada pregunta suya, yo solo logré preguntar una cosa: su nombre.
Después de un largo cuestionario, preguntó:
—Y... ¿Te gusta alguna chica?
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Editado: 01.07.2018