Helplessness

•|02|•

Macy se encontraba observando la interacción entre Kenan y aquella chica. No le gustaba entrometerse en los asuntos de los demás, así que solo se dedicaba a ser espectadora la situación.
En algunas ocasiones, su mente hacia cruzar un vago pensamiento:
“Deberías intervenir”
Pero rápidamente era sustituido por:
“No, es su problema, no el mío”

La mayoría de las veces en las que Kenan molestaba a la chica con problemas en el corazón, Macy simplemente evitaba mirar.

Suspiró con pesadez, enderezó su postura y se dirigió hacia el salón de cálculo, comenzó a caminar a paso lento, pues el poco tiempo que pudiera ahorrar era bueno, detestaba aquella aburrida clase, aún más por su profesor, Claudio, quien se encargaba de hacer la clase más pesada de lo que de por sí, Macy consideraba que era. A unos escasos metros de la puerta, la chica de sudadera roja se queda parada, intentando recordar si hizo la tarea o no. Sin lograr recordar bien, la de cabello negro dirigió su mano al pomo de la puerta lentamente, inhaló un poco de aire y finalmente abrió la puerta.

—¿Puedo pasar?— Pregunta con esperanza.

El señor de pelo canoso arruga la nariz como si hubiese visto algo desagradable, carraspea un poco y luego dice: —Vaya, vaya, por fin la señorita Icysun se digna en entrar—

—Yo... Tuve un inconveniente— Intenta mentir.

—¿Y ese conveniente tiene que ver con su almohada?— Claudio acomoda su barba.

Ante el mal chiste de su profesor Macy frunce el entrecejo. —No yo en realid-

La peli-negra es interrumpida por las palabras de su maestro. —Señorita Rangel, pase y tome asiento—

Macy voltea curiosa.

“¿Acaso alguien más había llegado tarde además de ella?”

Cuando descubre de quien se trata, no se puede creerlo, aquella chica castaña de ojos azules que siempre es víctima de los abusos de Kenan, la misma chica que todas las mañanas se detiene un segundo antes de entrar a clases para tomar aire de su inhalador.

“Ella es bonita”

Estaba demasiado ocupada apreciándola que no se dió cuenta de lo que el profesor había dicho, cuando por fin lo hizo, intenta protestar. 
—¿Por qué ella puede pasar sí llegó igual de tarde que yo?—

La chica se detiene quedando a la mitad de su recorrido en busca de un lugar, se gira lentamente y mira en dirección de Macy.

—Cadence, no se detenga, busque un asiento, en cuanto a usted señorita, la dejaré pasar sí logra resolver el problema que está escrito en la pizarra— Dice como condición aquel hombre.

Cuando una taza de café caliente se coloca sobre la mesa, su tem- 
peratura decrece. La razón, R, a la cual su temperatura cambia está 
regida por la Ley de Enfriamiento de Newton, la cual dice que la razón 
es proporcional a la diferencia entre las temperaturas del café y del aire 
circundante. Pensemos en la razón R como una cantidad negativa ya 
que la temperatura del café está descendiendo. Si la temperatura del 
café es //°C, y la temperatura del cuarto es de 20°(7, 
a) Escribir una fórmula para R en función de H.”

Al leer el problema, su cerebro explotó.

“¡Demonios, ella no recordaba nada!”

—En vista de que no ha tenido el  mínimo interés de aprender en mi clase, no veo porque debería dejarla ingresar al aula, le pediré dela manera más atenta que se reti-

Un fuerte carraspeó interrumpe al señor Claudio, el director que se encuentra recargado en el marco de la puerta indica, con su dedo, al profesor que debe ir hacia el.

Macy aprovecha el descuido del viejo para entrar. Una vez hecho y bajo las miradas de algunos de sus compañeros, la de prenda roja intenta distinguir entre tanto pupitres, uno vacío, es mala suerte para ella localizar un cupo en una de las primeras filas, precisamente al lado de la ventana.

¿Qué tenía de malo aquel sitio?

Fácil, los que se sentaban en aquellos lugares eran por dos razones:

* O sabían mucho y por eso no les importaba que Claudio les preguntará

* O simplemente eran unos despistados que no alcanzaban a llegar temprano, aunque el no tener conocimiento no los excluía de los terroríficos cuestionamientos del malvado maestro.

Obviamente ella no se sentaría ahí por gusto, lo haría porque no quedaba de otra.

Frustrada se dirigió hacia el asiento, sentándose en el, posicionando su barbilla en su mano.

“Al menos tendré una buena vista”

Pensó al direccionar su mirada hacia la ventana; un árbol, aquel señor extraño que vendía cacahuates y el perro al que siempre acariciaba.

Se quedó así por lo que parecieron largos y tortuosos minutos, hasta que aquellos los ruidosos zapatos indicaron la aproximación de su profesor.

—Una disculpa, tenía que atender un asunto urgente con el director — Claudio se recarga en el escritorio y fija su vista en el reloj colgado de la pared. —Hum... En vista de que probablemente no nos alcanzará el tiempo de repasar las unidades que vendrán en su examen, procederé a indicar su trabajo para ganar puntos extra— Tomando un plumón se dirige hacia la pizarra y comienza a escribir.

Finalmente termina y lo que se leé de el no es alentador y causa alaridos inconformes de parte de sus compañeros.

“Hacer un ensayo de por lo menos 15 páginas sobre los límites en las ecuaciones”

—Bien, como sabrán aquí tenemos compañeros y compañeras— Hace incapié en la última palabra mientras observa detenidamente a Macy. —Que posiblemente no pasarían con el porcentaje que actualmente en sus rúbricas de calificación tienen, por lo tanto he decidido hacer este pequeño proyecto que tendrá el 25% de calificación, no crean que será tan fácil, pues así les falte solo un pequeño puntito al final, no les recibiré nada— El maestro de traje verde cruza sus brazos, observando como la mayoría de sus estudiantes hacen pequeñas rabietas. —El trabajo será en equipos—



#31584 en Novela romántica

En el texto hay: homosexual, amistad, amiga

Editado: 20.05.2020

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