Helrim: El despertar del paladín

Capítulo 6: El templo Sagrado

Al amanecer, Valtherion se reveló en todo su esplendor. Calles adoquinadas, mercados bulliciosos y, sobre todo, la magia de la tecnología elemental.

Rossete, siempre práctica, se dirigió a una armería especializada. Flechas elementales relucían en vitrinas blindadas:

Flechas de hielo (capaces de congelar heridas al impacto).

Flechas eléctricas (que aturdían como un rayo).

—Caras, pero necesarias —murmuró, contando sus monedas restantes.

Mientras, Zack se perdía en la herrería principal, con ojos como platos. El maestro herrero, un hombre curtido con brazos como troncos, le explicó lo que ningún libro le había enseñado:

Titanio élfico: "Aleación blanca con reflejos verdes. Más ligera que el acero y tres veces más resistente. Los elfos la trabajan en el Gran Bosque, pero pocos humanos dominan su forja."

Mineral vulkano: "Solo se extraía de volcanes activos. Ahora solo queda en armas antiguas. Es el metal más pesado y duradero del mundo. Cortarlo requiere magia o… otra cosa."

Zack tocó una daga de titanio exhibida.

—¿Y el vulkano? ¿Dónde se forja ahora?

El herrero bajó la voz:

—Dicen que hay un único forjador vulkano vivo. Vive en las Montañas Humeantes, donde la lava aún fluye. Pero sus precios… —Hizo un gesto con los dedos, como contando oro imaginario—. Solo órdenes militares o locos muy ricos pueden pagarlas.

Kael, escuchando en silencio, recordó:

El guantelete de Gadurk (vulkano puro, capaz de destrozar bloques de hielo mágico).

Helrim (un mandoble negro forjado en el mismo material).

—¿Y las armaduras de los Caballeros Negros? —preguntó, casual.

El herrero palideció.

—Esa gente no la conozco y desde luego, compra aquí… ni en ningún sitio conocido del reino de Granthya.

Al salir, Kael compartió sus pensamientos:

—Vuthakorth blande Helrim como si pesara nada. Es humano… ¿cómo lo hace?

Rossete frunció el ceño.

—Magia negra. O algo peor.

Zack, aún maravillado, añadió:

—Si esa orden tiene tanto vulkano… ¿habrán encontrado al forjador? ¿O tienen su propia mina?

El grupo completó sus provisiones con pociones de curación, pergaminos elementales (un lujo que Rossete consideró "inversión necesaria") y raciones compactas de viaje—barritas de frutos secos, carne seca y pan de miel envuelto en cera. Zack, feliz, adquirió hierbas aromáticas de calidad superior para su infusión favorita (una mezcla que solo él sabía preparar, con notas amaceradas y un toque de miel salvaje).

De regreso a la taberna, el ambiente había cambiado. La luz del mediodía entraba por las ventanas, alejando las sombras de la noche anterior. Pero un detalle seguía igual:

El borracho.

Sentado en la misma mesa, ahora con una jarra de vino en lugar de cerveza, el hombre—rostro curtido, cicatriz que le cruzaba la ceja izquierda—murmuraba entre dientes:

"—...Marquis vendió los almacenes de grano a los mercaderes de Lorath. ¿Y quién pasa hambre? ¡Nosotros!"

Kael lo observó con interés renovado. Este tipo no era solo un bebedor amargado. Sabía demasiado.

—Necesitamos información sobre el castillo —susurró Kael a Rossete—. Y él la tiene.

Rossete, recelosa, estudió al hombre:

—Podría ser un espía. O un loco.

—O un capitán de la guardia caído en desgracia —contraatacó Kael—. Mira sus manos. Callos de espada, pero limpios. No es un plebeyo.

Zack, distraído probando su nueva infusión, casi escupe al escuchar:

—¿Hablamos con él?

Kael se levantó y se acercó a la mesa del borracho. Sin pedir permiso, dejó caer una moneda de plata frente a él.

—Para tu siguiente ronda —dijo—. A cambio de una pregunta.

El hombre alzó la vista, ojos inyectados en sangre pero lúcidos:

—¿Otro mercenario que cree que puede comprarme?

—No queremos comprarte. Queremos saber por qué un hombre como tú —Kael señaló sus manos— termina bebiendo solo a mediodía.

Un silencio pesado. Luego, el borracho rió, un sonido áspero como vidrio roto:

—Porque serví a un cobarde. Y cuando me negué a quemar aldeas, me dieron de baja "por insubordinación".

Era lo que Kael esperaba oír.

—¿Todavía tienes acceso al castillo?

El ex guardia—ahora confirmado—bebió un trago largo antes de responder:

—Solo a los túneles de servicio. Los que usan los criados para llevar la basura.

Rossete, que se había acercado en silencio, intervino:

—¿Y nos llevarías?

El hombre los miró a ambos, y por primera vez, algo parecido a esperanza brilló en su mirada:



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En el texto hay: medieval, dragones magia, épica aventura

Editado: 27.10.2025

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