Henko: La Ira Salvaje

Campo Ensangrentado

Era una madrugada de una calma engañosa. El campo de flores que rodeaba la cabaña se mantenía silencioso y sereno, pero esta paz fue violentamente rota por la presencia de un grupo numeroso de invasores. Las figuras se habían posicionado estratégicamente frente a la cabaña, bloqueando la vía de escape posible. Entonces, una persona, apostada fuera de la cabaña, llamó a Okiro con un tono infantil y burlón: —¡Okiro! ¿Dónde estás?

La voz resonó en Okiro como un golpe helado. «¡Maldita sea, nos han encontrado!» —pensó con terror. «¿Cómo demonios dieron con nosotros tan rápido? Tienen nuestra ubicación exacta... y lo peor es que ni siquiera podemos pelear; no estamos recuperados en absoluto.»

Ante el silencio de Okiro, la voz de afuera se tornó fría y decisiva, sentenciando: —Estás completamente rodeado. Ya no hay ninguna escapatoria.

«Está mintiendo» —pensó Okiro con una punzada de esperanza fría. «Mi pericia sacra lo detecta con claridad: todos están concentrados al frente de la casa. La parte trasera está completamente despejada.» La conclusión fue inmediata: «Debo despertar a los muchachos e intentar escapar por ahí. En estas condiciones, no podemos hacer nada; él es incluso más fuerte que Tai».

El desconocido perdió la paciencia y gritó, su voz cargada de frustración y furia: —¡Maldita sea, Okiro! ¡Sal de ahí de una puta vez! ¡Te dije que no tienes escapatoria!

Okiro entró a la habitación y les dijo con voz tensa: —¡Yoishi, Tageshí, despierten!

Yoishi vio la desesperación en él y preguntó, alarmado: —¿Okiro, qué sucede?

Okiro fue directo al grano: —Despierta a tu hermano y salgamos por detrás. Nos encontraron.

Yoishi, aterrado, preguntó: —¡No puede ser! ¿Cómo nos encontraron tan rápido?

El desconocido alzó la voz de nuevo, su grito retumbó con más fuerza que antes: —¡Okiro! ¡Sabemos que estás ahí! ¡Sal de una vez o me harás actuar! Les daré diez segundos para que salgan. Si superamos ese límite, estaremos listos para acribillar la casa con nuestras armas. Ya sabes que Kimura los quiere vivos, ¡pero me conoces muy bien y sabes cómo actúo cuando no se cumplen mis deseos!

Yoishi comenzó a sudar copiosamente, sintiendo que la situación era ineludible: el fin estaba cerca. Presa del pánico, agarró a Okiro y le preguntó con la voz temblándole: —¡¿Qué.... Que vamos a hacer ahora?!

Justo en ese instante, el desconocido comenzó a contar: —Diez... Nueve... Ocho...

Okiro les habló con voz tensa pero firme, cortando el pánico de Yoishi: —¡No hay tiempo! Prepárense para correr. La parte de atrás está despejada. ¡Esa es nuestra única salida!

Tageshí preguntó con rapidez: —¿Cómo lo sabes?

Okiro respondió con impaciencia: —¡No hay tiempo para eso, joder! ¡Corramos y perdámoslos entre la maleza! —dijo, agarrando el bolso que contenía sus pertenencias.

La voz del desconocido continuó, fría e implacable, acortando desesperadamente el tiempo de Okiro: —¡Siete!... ¡Seis!... ¡Cinco!...

Yoishi le preguntó a Okiro, con voz tensa: —¿Puedes correr? Tienes la pierna muy mal.

Okiro tragó saliva, ocultando su inseguridad por un instante. —Puedo hacerlo —le dijo, esforzándose por sonar convincente—. No te preocupes por mí. Saldremos de aquí ilesos, te lo prometo.

Tageshí frunció el ceño con desconfianza. —Algo anda mal, Okiro. ¿Por qué nos darían una oportunidad para escapar? Esto debe ser una trampa. Tiene que haber otra opción.

Yoishi, al borde de las lágrimas por la desesperación, gritó: —¡Maldita sea! ¡Decidan rápido! ¡Ya no nos queda tiempo!

La voz del desconocido resonó con una frialdad terminal, marcando el fin del ultimátum: —¡Cuatro!... ¡Tres!... ¡Dos!...

Sin esperar más, Okiro rugió: —¡Corran! —y se lanzó hacia la puerta trasera, marcando el inicio desesperado de la huida.

—¡Disparen! —ordenó el desconocido en el mismo instante en que el conteo terminó.

Okiro abrió la puerta en ese instante, y la persona que estaba afuera gritó: —¡Ahora!

Justo en ese momento, Tageshí sufrió una vívida alucinación: vio a Okiro impactado por una bala en la cabeza, desplomándose. El terror lo hizo reaccionar con un grito instintivo y desesperado: —¡Abajo!

Una bala silbó desde lo alto, proveniente de un francotirador oculto en la copa de un árbol. El disparo, preciso y letal, apuntaba directamente a su objetivo.

Okiro, al escuchar el grito de advertencia de Tageshí, se agachó por puro instinto y la bala le rozó la cabeza, fallando su objetivo. Pero, por desgracia, la trayectoria continuó, impactando a Tageshí en su hombro derecho. El dolor lo inundó, pero en ese instante, un pensamiento cruzó su mente: «Acabo de ver el futuro...».

Tageshí sintió el brutal impacto de la bala en su hombro derecho y soltó un grito agónico de dolor. Yoishi, presa del pánico y la desesperación, se abalanzó sobre él de inmediato, presionando la herida. —¡Tageshí! —rugió Yoishi con la voz desgarrada—. ¡Tageshí!

Okiro cayó de rodillas, paralizado por la desesperación. Comenzó a golpear el suelo con los puños, rompiendo en un llanto amargo. El sufrimiento se convirtió en culpa: «Ha sido mi culpa» —se reprochó—. «Si no me hubiera obsesionado con la huida, si hubiera estado preparado para defenderme, habría podido proteger a Tageshí.»

La frustración era asfixiante. Okiro veía la sangre de Tageshí en el suelo y el rostro desesperado de Yoishi. «¿Mi pericia sacra, ha fallado?» —se pregunto con amargura—. «No pude proteger a mi hermano.»

Tageshí lo miró, a pesar del shock y el dolor que lo consumían. Vio la devastación en el rostro de Okiro y, esforzándose por hablar, dijo: —No es tu culpa —mientras se retorcía por la aflicción en su hombro.

Tageshí logró esbozar una débil sonrisa para tranquilizar a Okiro, mientras Yoishi, con el rostro bañado en lágrimas, presionaba firmemente la herida para evitar que su hermano se desangrara. —¡Tageshí! Quédate quieto, por favor. ¡Estarás bien! —rogó Yoishi con la voz quebrada.



#1395 en Fantasía
#1952 en Otros
#361 en Acción

En el texto hay: fantasia, accion, aventura

Editado: 08.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.