Henko: La Ira Salvaje

Decisiones Valiosas.

Habían pasado dos horas desde que la brutal pelea entre Okiro y Meitson concluyera. Al llegar, el equipo del Clan Kimura se encontró con una desolación total: la cabaña reducida a escombros y el campo sembrado con los restos desmembrados de los soldados. Un soldado, escudriñando el sangriento desastre, localizó el tronco de Meitson. El horror lo aterrorizo al ver la cabeza decapitada a poca distancia, una macabra pieza de evidencia que confirmaba su fracaso absoluto.

El soldado se quedó congelado, incapaz de procesar la visión. «¿Cómo demonios es posible que alguien pueda humillar de esta manera a un cabecilla del Clan Kimura? —pensó con terror. —Meitson es sumamente poderoso; solo tres personas lo superan en términos de fuerza en todo el clan. Esto es un golpe impactante a nuestra jerarquía, una amenaza que nunca imaginamos».

Tomó su radio comunicador e hizo el reporte con voz tensa: —Atención. Esto es una catástrofe de nivel máximo. Estado de la unidad: aniquilación completa. Estado del cabecilla: muerto en combate. Repito: Meitson ha fallecido. —La brusquedad del informe no disminuía el horror de lo que había visto.

La respuesta en el comunicador fue inmediata y seca, desprovista de toda emoción: —Copiado. —Una simple palabra que contenía el peso de la aniquilación de un pelotón y la muerte de uno de sus cabecillas más poderosos.

Un sirviente del séquito de Lang Kimura irrumpió en la habitación del mismo, manteniendo una disciplina impecable. Con un tono de voz reposado que contrastaba con la magnitud del informe, dijo: —Señor, la misión ha terminado. Meitson y el pelotón entero han sido asesinados. —La noticia cayó como una piedra.

El rostro de Kimura se tensó, revelando un profundo descontento y una furia apenas contenida. Con una voz dura que no admitía réplica, ordenó: —Pasen esta información de inmediato a los noticiarios. No mencionen los nombres de los culpables. Publiquen solo sus fotografías, catalóguenlos como un grupo terrorista que asesinó a personas inocentes, y ofrezcan una recompensa sumamente alta por su captura.

El súbdito se inclinó ligeramente, reconociendo la magnitud del plan de propaganda. Con una voz que denotaba obediencia absoluta, contestó: —Entendido, Señor. Me encargaré personalmente de que la información sea procesada como lo exige.

Mientras tanto Yoishi seguía caminando, este se había tapado el rostro con su capucha para que no lo pudieran ver con facilidad, ya había recorrido tres kilómetros, arrastrando la carreta con el peso de los dos cuerpos sin un rumbo fijo. El esfuerzo físico era inhumano; comenzó a sentirse mareado y con náuseas. Se detuvo bruscamente, el cuerpo lo traicionaba. Vomitó, y al levantarse, su rostro reflejaba una máscara de desesperación y una profunda tristeza. La realidad lo estaba aplastando.

En ese momento, un anciano se cruzó en la vía de Yoishi. Mirando al chico vomitar, le preguntó: —¿Cómo estás, chico? Te ves muy mal.

—Estoy bien, no se preocupe por mí —dijo Yoishi rápidamente. —Solo necesito saber, ¿a dónde queda el hospital más cercano?

El anciano insistió: —¿Estás perdido? Este no es el camino al hospital. El hospital está hacia atrás. Pero por suerte, tengo este mapa de la zona. ¡Tómalo y sigue la ruta!

El anciano insistió, poniéndose al lado de la carreta: —Déjame echarte una mano, muchacho. Te ayudaré a empujar. Estaré contigo hasta el cruce que marca el camino hacia el hospital, y seguiré mi camino.

Yoishi estaba al límite. La urgencia superó su cautela, y asintió. —Gracias —dijo secamente, agarrando el otro lado de la carreta mientras empezaban a empujar juntos. El anciano sintió de inmediato el esfuerzo. —Pero, chico, ¿qué llevas en esta carreta que es tan pesado? —preguntó, la curiosidad teñida de asombro ante la carga oculta.

Yoishi pensó muy rápido, construyendo una excusa en una fracción de segundo. —Llevo paja seca, sí, pero entre ella llevo unos seis sacos de cemento en polvo para llevarlos a mi hogar. Por eso es tan pesada la carreta, señor.

El anciano pareció aceptar la excusa sin más preguntas, lo que dio un respiro de alivio a Yoishi. Al poco tiempo, llegaron a la desviación del camino. Yoishi notó rápidamente las dos rutas; al revisar el mapa, confirmó que ambas convergían hacia el hospital. Su rostro se tensó por la urgencia. —¿Señor, cuál de estos dos caminos me llevará más rápido al hospital? —preguntó, con la voz cargada de la necesidad de ahorrar cada segundo.

El anciano se inclinó sobre el mapa, señalando la ruta con el dedo arrugado. —Hay un camino más rápido que el otro, sí. Sin embargo, con una carreta y una carga tan pesada, no te aconsejaría que lo tomes. Ese camino atraviesa el centro de la ciudad. Aunque, por la hora que es, no creo que haya tanta gente. Si estás tan apurado, puedes arriesgarte y ahorrarte al menos veinte minutos de tiempo.

Yoishi sabía la gravedad de la situación de Okiro y Tageshí. Decidió tomar el camino más rápido, aunque fuera peligroso por la gente y la posibilidad de enemigos del clan. Los minutos eran vitales. Por esa razón, su mente trazó un plan: romper un pedazo de la tela que cubría la carga para tapar mejor su rostro tan pronto como el anciano se fuera.

El anciano le deseó suerte a Yoishi antes de retirarse. —Que te vaya bien en tu camino —le dijo, y con un gesto rápido, lo bendijo. Luego, se marchó, dejando a Yoishi solo con su decisión.

Yoishi actuó de inmediato: rompió un trozo de la tela polvorienta y se cubrió el rostro con ella. A pesar del gran agotamiento que sentía y el temor que le helaba la sangre, empujó la carreta hacia la ruta más rápida. Con cada paso hacia el centro de la ciudad, se adentraba en el corazón del peligro, sabiendo que su única esperanza era pasar desapercibido.

Yoishi llegó al centro en poco tiempo. Se encontró con una sorpresa: una cantidad considerable de personas se aglomeraban allí, a pesar de la hora. Con los nervios en alto, siguió empujando la carreta, pidiendo a la gente que se apartara. Y en ese instante, en medio de la multitud, todas las pantallas comerciales del centro se activaron al unísono, anunciando la noticia manipulada de Lang Kimura.



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En el texto hay: fantasia, accion, aventura

Editado: 08.11.2025

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