Henry

III.

No fue fácil separarse de Henry a pesar de que tenía más muñecos. Henry era especial. Lo amaba porque le había pertenecido a su madre desde que ella era pequeña. Su madre se lo dio antes de irse de la ciudad y desde ese momento, casi nunca soltó a Henry, ni siquiera para irse a dormir.

Antes de echar la tierra para tapar el pequeño hoyo, Raúl se fue un momento y dejó sola a Sofía, quien puso una mano encima de la bolsa que contenía a Henry.

-Te prometo, Henry, que volveré por ti. -Dijo la pequeña limpiándose con rapidez las lágrimas. No quería que Raúl la viera llorar. Poco después llegó Raúl a echar la tierra encima hasta que no se veían ya las bolsas blancas.

Esa noche no fue del todo normal para Sofía se sentía un poco rara al no dormir con Henry.

Al cabo de una semana, Sofía empezó a sentirse ansiosa, cada cinco minutos quería ir a ver dónde estaba enterrado Henry y se quedaba largas horas hablándole a la tierra. Cierta noche, Sofía se despertó con un grito de dolor: -¡No! ¡Nooo! -Gritaba, hasta que se despertó. Cuando abrió los ojos la abuela estaba a su lado, la abrazó y le dijo que todo iba a estar bien.

Sofía le contó como Henry la perseguía intentando asesinarla, diciéndole con una voz malvada que la odiaba por haberlo abandonado en ese lugar. Ella, inocente, se sentía como una verdadera criminal. De todas las cosas que Henry le decía en sus sueños, ella recordaba muy bien ciertas palabras que eran las que mas la dejaban pensativa.

«te estoy buscando Sofía. Pero primero tú tienes que encontrarme a mí»



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En el texto hay: miedo, suspenso, pesadillas

Editado: 03.05.2020

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