Henry

V.

Cuando recién salió el sol, la abuela llamó a Betty, la madre de Sofía. Betty no estaba enterada de nada, la abuela de Sofía no había querido preocuparla contándole lo que estaba pasando Sofía porque sabía que ella estaba muy ocupada.

Sin embargo la abuela creyó que era buena idea contarle ya todo porque ese mismo día Betty volvía a la ciudad, y de paso podría traerle algo a Sofía que la motivara, algo como un juguete o un dulce.

En la tarde la abuela cogió una pala y cavó en el lugar donde Sofía afirmaba que estaba el muñeco. Poco a poco retiró la tierra hasta toparse con algo blanco, era una bolsa. La destaparon y allí estaba la pequeña muñequita de Sofía. La niña no se alegró, la puso al lado sin ninguna emoción. Encontraron los juguetes de Raúl cada uno en su bolsa bien sellada.

Sofía sintió un fuerte peso en su pecho y se fue corriendo a su cuarto a llorar. No habían encontrado a Henry.

La pequeña se cansó de llorar y finalmente se durmió. La abuela aprovechó y cavó hoyos en todo lugar pues pensó qué tal vez lo habían enterrado en otro lugar, luego de buscar por más de tres horas, la abuela se echó cansada en el sillón de la sala donde suspiró.

-Como quisiera que todo esto acabe. -Replicó en voz alta la abuela de Sofía, inclinando cada vez más el sillón para atrás donde tomó una pequeña siesta.

Todo esto era un verdadero infierno también para la abuela, hace varios días ella tampoco había podido dormir bien.

Mientras tanto, la madre de Sofía, antes de tomar el bus de regreso a su hogar, en una gran plaza comercial, pasó por una tienda de juguetes, cuando notó un gran aviso que decía «cerrado». Era la única juguetería que conocía, pensó en llevarle dulces u otra cosa y se fue mirando las grandes vitrinas, no halló nada que pudiera llevarle a Sofía, sólo objetos para coleccionistas. Todo se veía fino y costoso.

Después de caminar unos minutos ya casi dándose por vencida, levantó la mirada por encima de algunas personas que transitaban y vio algo que jamás pensó llegar a ver ahí.

Rápidamente abrió paso entre las personas y llegó al lugar. Apoyó sus manos en la vitrina para poder observar mejor, abrió su boca tan grande como pudo: era Henry.



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En el texto hay: miedo, suspenso, pesadillas

Editado: 03.05.2020

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