En ese lugar estaban vendiendo muñeco igual a él. Se quedó mirando el muñeco sin parpadear, y pensó: «¿ Cómo podrían vender aún un muñeco igual al que le regalaron cuando ella era niña?». Ella, casi que juraba que no había más de aquellos muñecos en ningún lugar del mundo.
El joven de la miscelánea, extrañado por la actitud de la señora, le preguntó:
-¿Se le ofrece algo, señora? -No recibió respuesta. Solo notaba que betty miraba el muñeco, fascinada.
-Le cuesta $10.000 ¿lo quiere llevar?. -Dijo el muchacho cogiendo el muñeco que estaba metido en un empaque trasparente. Se lo extendió a Betty, que de inmediato lo cogió y lo abrazó, muy emocionada.
-Sí… sí lo llevaré. -Dijo Betty, sin soltar el muñeco. Sacó el dinero de su bolsa y pagó al muchacho. Sin más palabras, y con una gran sonrisa, se fue del lugar. Había sido una casualidad enorme para ella, y lo considero como un regalo de Dios.
Editado: 03.05.2020