Heredera

VEINTE Y NUEVE

OJOS AZULES

28 DE DICIEMBRE DE 2313 7:00 AM CONCINA GENERAL DEL CUARTEL

 

Lo único que no estoy dispuesta a perder dentro de este terrible caos que se ha hecho mi día a día encerrada en un subterráneo de alta seguridad es la satisfacción de cocinar o preparar algunas cosas en de mi alimentación, ya he perdido mucho como para perder cosas y detalles tan importantes para mí.

Ahora de pie frente a la estufa preparando lo que en unos momentos comeré después de todo la energía gastada en los ejercicios de la mañana, distracción es lo que necesito en momentos como estos, la noche fue larga, tan larga que no pude dormir no toque siquiera mi cama pues la ducha fue la mejor manera de aclarar mi mente, ayudo un poco.

Concentro cada uno de los movimientos de mi cuerpo en lo que estoy haciendo al punto de dejar de escuchar todos los ruidos, movimientos que en la gran cocina con cinco personas más que elaboran muy apuradas la alimentación de todo el departamento del otro lado de estas paredes se alimentan todos los que en este subterráneo, no fue fácil convencer al encargado de dejarme entrar en la cocina con la duda que fuese  capaz de cocinar así como lo que pasaría si Cristopher se entera de que he entrada en esta área sin su autorización traería graves consecuencias, Salvator el encargado de la cocina y chef de la misma argumentaba que el era perfectamente capaz de preparar lo que yo pidiera sin ningún problema, cosa que no lo es, solo es mi inmensa necesidad de sentir que sigo haciendo algo más que decodificar y buscar soluciones de los problemas que tengo frente a mí.

Salvator accedió con la condición enorme que nunca estuviera en la cocina después de las siete veinte de la mañana, cosa que estoy a punto de quebrantar dado que llevo tres minutos de más del tiempo permitido, no me falta demasiado como para que sea una dificultada por pocos minutos de pasar en la cocina, uno de los asistentes prepara una charola con la cantidad de platos justos para colocar los alimentos preparados, cosa que me facilita un poco el tiempo.

-Señorita debe irse – me habla bajo y por su tono de voz puedo decir que se encuentra nervioso se lo puedo llevar a la mesa – dice con mayor prisa esta vez las palabras.

 - Vamos, Eddy – le digo con risa – no es para tanto ya me voy

- Señorita, se lo ruego y puedo asegurar que contiene las ganas de tomar mi bandeja y sacarme de ese lugar junto con ella de un solo empujón

- Listo, listo – musito y coloco mis manos en alto a en señal de que me retiro, toma mi bandeja cuando se escucha una voz y las dos puertas abrirse

- Atención – dice una voz que no reconozco, pero que voz reconozco yo en este lugar con tantas personas que he llegado a confundir la de los gemelos y no escuchado la de John – Eddy se pone firme me hace una seña de que salga, no entiendo lo que sucede pero como mi intención no es meter en problemas a ninguno decido hacer caso al dar el paso para dirigir al pasillo que conecta con la salida de la cocina una voz me detiene ¿Quién eres? – estoy de espaldas a la voz no he visto quien es porque los muebles de la cocina no me permiten ver mas allá del área al cual me dejan permanecer, al frente de mi Ottoniel otro asistente me hace señas para que no voltee y que continúe caminando, doy otro paso y la voz repita la interrogación haciendo que mi curiosidad me invada, hago acopio de mi prudencia y solo respondo

- soy nadie, voy de salida – intento dar otro paso justo cuando llega otra orden que dice

- de la vuelta avanzo, sin prestar atención a lo pronunciado, no estoy dispuesta hoy a recibir órdenes en absoluto, escucho como grita una orden en francés escucho pasos me detengo antes de llegar a la salida girando con toda brusquedad observo como los soldados intentan aminorar su paso para no colisionar contra mi, la fila de cinco hombres que se dirige a mi con toda velocidad porque me encontraba a solo dos metros de la puerta y ellos a una distancia de quince metros.

- señorita, usted no debe de estar en este lugar – habla otra vez el hombre alto que vi antes de pie a unos metros de distancia del flamante rey de Francia no es un lugar seguro para usted

Camino al frente haciendo que los soldados se hagan tres pasos para un lado dejando que pase justo en medio de los cinco, tres de un lado y dos del otro, estoy a punto de hablar para pronunciar un par de groserías o cualquier impertinencia que se me ocurra justo, - ¿Quién dejo que la señorita entrase en la cocina? habla nuevamente el hombre de uniforme frente, - caballeros, ¿saben quién es ella? – eso hace que pierda la poca prudencia que tengo, mi educación y modales han salido por la puerta que tiene en la espalda el pelinegro.




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