La primera luz del amanecer bañaba las montañas con un brillo fantasmal, al alzar la vista pude notar que aunque ya saliera el sol no estaba tan lejos desde mi punto de partida, al contrario seguía solo un poco más arriba desde la base de la montaña y por ende la frondosidad del bosque no me acompañaba para nada al momento de intentar esconderme.
‒Cupulna ¿Dónde estás? Necesito hablar si no moriré congelada, no puedo estar en silencio, no puedo dormir, no puedo descansar ni mucho menos usar mi magia, ayer no fue buena idea usar mi magia, el olor a Jazmines fue demasiado fuerte, se que a fuerte tormenta no fue suficiente, Culpuna ¿Donde… ‒Las palabras se quedaron tendidas entre el espacio de mis pensamientos y la flecha que estuvo a punto de darme en la cabeza, me tiré al suelo e intente hacerme al árbol que tenia mas próximo, pero rapidamente sentí el sonido de la segunda flecha, me estaban intentado cazar como un maldito animal y tras esconderme la unica opcion que tenia era usar mi magia, asi que mis alrededores se inundaron del olor a Jazmines, aquel delicioso cosquilleo invadio mi cuerpo, el olor a magia inundo mis fosas nasales y lo unico que pude pensar fue en camuflarme con el color de la nieve, aquel escondite no duraria, pero me daba tiempo suficiente para que hombres se acercaran y poder atacarlos de forma sorpresiva, asi que no perdi la oportunidad cuando vi la primera espada que buscada mi cabeza, deje pasar al siguiente hombre y me avalanche sobre el para poder cortar su cuello con el unico cuchillo que me quedaba, despues segui con el resto de hombres.
‒Cupulna ¿Dónde estás? ‒ Hada desgraciada, insoportable, en algún lugar se debe estar retorciendo de dolor por no aparecer, nuestras vidas están unidas, supongo que si algo le llegase a suceder lo notoria ‒Culpuna ¿Donde estas? ‒ Sin pensar en el desastre que era ver a los tres hombres degollados, seguí caminando hacia la punta de la montaña. Por ese pequeño momento senti que deliraba al pensar que all otro lado estaria segura, que aquel mundo magico que mi padre tanto añoro era real, que me salvaran, pero que idiota si soy Amar Bortilen, heredera de la nada, sin trono, sin familia, sin una vida la cual vivir.
Por un segundo senti que podia mover mi cuerpo, aunque mi mente estaba confusa, recordaba algo, algunos destellos, quizás una voz o dos o tres, había escuchado voces, había visto algo o alguien, pero la idea se iba rápidamente de mi mente, intenté oír algo antes de abrir mis ojos, pero parecía que el silencio me volvería loca, así que la vista me ayudaria de no ser que estaba todo completamente oscuro, respire profundo y aun asi no senti ningun aroma, sin duda podría estar muerta en este momento si no fuera que al momento de levantarme pude notar mis manos encadenadas, relaje mi cuerpo y aun así mi mente me traiciono, me marie rápidamente, no sabía si estaba de cabeza, acostada, parada sentada, lo unico que sabia con seguridad es que tanto mis manos como mis piernas estaban amarradas a algo.
‒ Cupulna ¿Donde estas? ‒ Aunque ella se quiera negar, debe aparecer frente a mi, el problema es que aquello puede delatar que ya estoy consiente, todos en el reyno saben como funciona mi magia, cómo funciona la magia de mi pequeña amiga, aunque se que es escurridiza, si los hombres del reino la encuentran le pueden hacer daño, aunque supongo que si ella sufre algún daño yo debería sentirlo, en todos mis años de vida nunca le han hecho daño, siempre se mantiene alejada de las peleas o discusiones, siempre he pensado que es una cobarde, pero claro el tamaño de ella la deja en desventaja al lado de un humano.
De un momento a otro y sin previo aviso los candelabros de la sala se encendieron de forma inmediata y junto con ellos un hombre estaba frente a mi, aunque no era un hombre, sus grandes y puntiagudas orejas no algo que había visto, aunque su tamaño tampoco, es más alto, su rostro es diferente. Extendió sus grandes manos y vi como en ellas acunaba a mi pequeña hada.
‒Ella te ha guiado a este lugar, te he salvado y quiere saber ¿quién eres? eres un pajarito que está muy lejos de su hogar ‒ La voz profundo del hombre me hizo sentir mareada y aunque en todos mis años de entrenamiento siempre se repite la frase de no asombrarse por nada, era algo imposible cuando estaba frente a un hombre, que no es un hombre, cuando estoy amarrada a una gran mesa de algún sala de reuniones que no conozco, mas una sala oscura, sin cuadros, ni sillas, un candelabro y la gran mesa de madera.
‒No se quien soy, no se donde estoy, si me quieres matar hazlo de una vez, no te pagaran mas dinero si estoy viva, mi muerte es lo que quieren, lo que anhelan, puedes hacer esto rapido ‒ Mentir siempre es horrible pero en cierta situaciones nos ayuda, en esta no en que me ayudara.
El hombre se alejó lentamente y una mujer entró por una pequeña puerta que no había visto, la mujer que es mucho más pequeña que un humano normal, pero mas grande que un hada, con ojos totalmente extraños, pero de un color naranja impresionante, tomó en entre sus manos lo que se veía como hojas para fumar, caló fuertemente y luego tiró el humo sobre mi rostro, intente no respirar, pero la mujer apretó con fuerza mi estomago y sin querer pegue una calada del humo, sentí como el aroma a Jazmines inundó el espacio, luego aquel cosquilleo delicioso inundó mi cuerpo, pero esta vez fue diferente, esta vez mi cuerpo ardía como si se me cayera la piel a pedazos.
‒¿Quién eres pajarita? ‒ Esa voz inaudible por mis gritos me hizo pensar por una fracción de segundo que me están torturando, aun así contuve mi respiración e intenté calmar mi mente, de todas formas es mi magia la que me está causando daño.
‒¡No! ¡No! ¡Noo! ¡No! ¡Por favor! ¡Deten esto! ‒ Ese intento desesperado entre grito y solo aire, entre la desesperacion y las sensaciones de mi cuerpo en lo único que pensaba era en la muerte, en que necesito morir para dejar este sufrimiento.