Eskraf
Amar no me molesta, para nada, creo que nunca he sentido tanta curiosidad por una chica y no es que las Elfas no me gusten, más bien la humana no me agrada para nada, solo es algo novedoso y mi Rey comete una gran equivocación al dejar encerrada a esa pajarita, mis hombres estan tan cautivados con ella, que pasan sus horas de descanso al final del pasillo escuchando su voz y no puedo negarles la visita, cuando yo no me he podido mover lejos de sus palabras, al comienzo sentí un poco de extrañes por la necesidad de escucharla, es como si estuviera hechizado, pero aquello es imposible, ella no ha salido, nadie a entrado, esta capturada por la magia de mi Rey y hasta que mi Rey lo decida, la sola idea me pone tenso, no es porque quiera contradecir la decisiones de mi Rey, pero él volverá a torturarla y Amar gritara muy fuerte, llorara muy fuerte y dirá palabras sin ningún sentido, por lo cual no le creerá, pero se que ella oculta algo y debemos saberlo, necesitamos mantener nuestro Reino a salvo.
-Eskraf ¿Donde has estado? Nuestro Rey te esta esperando en su recamara- Solo hice una pequeña señal a mi compañero y me dirigi rapidamente a los aposentos de mi señor, llegar no fue algo complicado o que haya tomado mucho tiempo, vivir tantos años en ese oscuro castillo me ha llevado a conocerlo a la perfección, a pesar de que sus salas suelen cambiar de formas o de lugar, luego de un tiempo o más bien, después de vivir toda mi vida en aquel lugar se que siguen cierto patrón y que la unica habitacion que no cambia es la de mi Rey.
-Has tardado demasiado ¿La humana te está dando problemas?
-Para nada, mi señor- Dijo mientras me arrodillo y hago una reverencia en señal de respeto.
Desde que tengo memoria o quizás desde antes de mi nacimiento Armos ha sido el Rey de Kuyficher, la historia dice que mi rey tiene más de doscientos años, que su larga vida se debe a que aún no se ha enamorado y aun no nace su heredero, muchos seguidores de esta historias han rechazado al amor para vivir más años, sus principales seguidores han muerto y las siguientes generaciones también, para vivir una eternidad no solo se debe abandonar el amor, si no a la hambruna, la falta de vida en este lado de la montaña.
-Quiero que lleves a la pajarita a la mesa central, he oído que alguno de tus mejores guardias están enamorados de la chica, me resulta extraño, porque se perfectamente que tu no dejarías a la chica salir, por ello necesito darles una lección, aunque no puedo negarlo mi querido Eskraf que esa humana grita… grita y mis oídos nunca han escuchado algo más delicioso que sus gritos y plegarias, esa desesperación por la paz, estoy deseoso de escucharla, esta noche no necesitas guardias, tu la vas a vigilar…
….
-Que extraño, en este lado de la montaña la historia es diferente- Intente que la tensión no se notara en mi cuerpo, que aquella historias sin sentido que acaba de contar Amar no me hiciera molestar lo suficiente para que ella lo notara.
-¿Qué es lo diferente?- Dijo con bastante curiosidad en su voz.
-Ella mató al elfo- No esperaba continuar con la historia, una historia tan distinta, llena de odio por ambos mundos- basta de historias tontas, es hora de la comida…- Mis hombres seguían las instrucciones al pie de la letra y una de ellas era lanzar la comida con sus botas dentro de la celda, debían permanecer lejos, sin tener alguna interacción, pero hoy es una horrible noche para esa pequeña humillación, sin darme tiempo a pensarlo por segunda vez arrastre su plato de comida con mi mano.
Se que Amar espero esta oportunidad, que lo planeó y que sus historias fueron un intento de desesperar a mis hombres, pero ella no sabe utilizar la magia no sabe detener los rastros de ella, el fuerte olor a Jazmines de inundo, un pequeña electricidad pasó por mis manos y recorrió mi cuerpo, de todas formas no pude evitar que aquello me inundara.