Heredera de la Muerte

Capitulo 6

Amar

La burbuja se rompió en un instante y mientras un pequeño olor a Jazmines inundó mi pequeño hogar, Eskraft se acercó rápidamente a mi, no puedo negar que no poder mi cuerpo me asusto bastante, pero una pequeña parte de mi, esa niña curiosa quiso saber cómo lo había efectuado, como había hecho magia tan rápido, porque ese olor que me era tan familiar no me inundó y me acuno como lo había hecho toda mi vida, más bien aquel olor me hizo sentir extraña, como si nuestra magia fuera tan diferente, pero a la vez familiar.

—Te levantaré—Paso sus brazos por mi cuerpo y me acerco hasta acunarme en su pecho.

—Supongo que esta cercanía es peligrosa— Su cuerpo se tensó de inmediato, aun más en su mandíbula cuando sus dientes comenzaron a sonar, desvíe la mirada y solo intente mantener una respiración constante, no voy a negar que no tengo miedo, porque lo tengo, el solo hecho de no poder mover mi cuerpo, me tiene aterrorizada.

Eskraf se desplazó fuera de mi celda rápidamente y comenzó a caminar habilidosamente por los pasillos del lugar sin titubear en ningún momento, lo que me pareció bastante extraño, porque a pesar de que solo mis ojos se mueven puedo notar como las murallas se mueven con cada paso que el hombre da, que los pasillos se hacen más estrechos, que el techo se vuelve más alto y que los cuadros me miran con ojos tristes, advirtiendo que algo sucederá.

—Te dare un consejo en nombre de mis hombres, que están muy agradecidos por las historias que le has contado, respira profundo, intenta no gritar—

****

Sabía que en el instante en el que mi padre muriera mi vida cambiaría, nunca pensé que sus anhelos serán una realidad y no me refiero a permanecer con vida, más bien a descubrir qué esconden las montañas, a pesar de estar sumamente asustada el saber que algo más existe me alivia el alma, me hace sentir como si mi padre me abrazara con sus esperanzas de conocer ese algo. A pesar de contar mil historias, de tener comida y estar viva, no puedo ser tan egoísta y no pensar en la gente de mi pueblo, quien me haya querido matar espera tener poder, gobernar un gran reino, tras mi desaparición las personas de Dafquenca estarán en peligro, sin alimentos, con lluvias interminables, sin una pizca de luz o esperanza.

A mis siete años mi padre decidio que debia tomar clases en otro continente, que eso me haría una gran reina, conocería a otras personas, otras vidas, que aquello me haría mejor personas, pero al alejarme de la tierra y comenzar mi viaje una gran tormenta tocó la tierra, muchas personas murieron, las cosechas se vieron arruinadas, las calles inundada, las casas enterradas bajo lodo y lluvia, hubo mucho desastre solo por lo lejanía con mi tierra, desde entonces no me pude alejar, tuve que permanecer en el tierra que pertenece a Dafquenca, pero nunca fue un problema, más bien en ese momento entendí que mi conexión con la tierra era mucho más grande de lo que fue con mi padre, que podía sentir como la energía fluía entre ambas, como una sola, mi reino y yo, tan esenciales el uno con el otro para poder mantenernos con vida.

*****

Sentí que volvía a revivir un dia de mi vida, el primer dia que llegue a esta lugar, mis manos estaban amarradas a una superficie dura, respire profundo y solo pude sentir miedo, de un momento a otro un gran candelabro iluminó todo el cuarto, a mis pies estaba aquel gran hombre que vi el primer dia, a mi izquierda estaba la pequeña elfa y a mi derecha esta Eskraft.

—Ha pasado mucho tiempo pajarita, no pensé que podría extrañar a una humana, pero no puedo negar que tu presencia provoca algo en mi— El elfo desconocido acercó sus grandes y agarro fuerte mi tobillo y comenzó a subir sus manos pasándolas por todo mi cuerpo hasta llegar a mi cuello.

—¿Qué quieres?-—El elfo apretó mi cuello y acerco su rostro a solo centímetros del mío, me miró sin ninguna expresión, de todas formas sus ojos reflejaban un sed de poder, porque a pesar de que su rostro se mostraba totalmente imparcial sus ojos no podían negar una gran avaricia, los ojos nunca mienten.

—Soy Armos, pajarita, el Rey de Kuyficher, no quiero nada de ti, al contrario solo quiero saber quien eres, pero luego de un mes, te veo muy tranquila, creo que mis hombres no están haciendo bien su trabajo y eso me enoja bastante—

—No te entiendo…—A pesar de que pude terminar la frase la pequeña mujer rápidamente exhaló su humo sobre mi rostro y todo se distorsionó, el mundo dio vueltas y sentía como si estuviera cayendo de un precipicio, pero un fuerte olor a Jazmines inundó todos ,mis sentidos, un cosquilleo delicioso volvió a inundar todo mi cuerpo, pero de repente una idea fue clara en la oscuridad, iba a morir, ese sin duda podría ser mi ultimo dia, quizas mi último aliento. Armos tomó mi cuerpo rápidamente mientras la confusión atrapaba cada uno de mis sentidos, intenté respirar pero cada vez que lo intentaba la pequeña elfa volvió a exhalar sobre mi rostro. Mi visión estaba completamente nublada, mis brazos y piernas no responden ante mi desesperación, solo puedo sentir como Armos da vuelta mi cuerpo sobre la mesa de piedra y vuelve a amarrar mis manos.

—Grita muy fuerte pajarita, quiero escucharte ¡Deseo escucharte!— se acercó a mí y luego de repartir pequeños besos sobre mi rostro susurro—No sabes cuánto he deseado este momento, necesito escuchar tus plegarias, quiero sentir como tu cuerpo colapsa, como confiesas tus mentiras o quizás tus sueños, quiero escuchar tu.. tu voz es…es- Por un momento pensé que se iría, que me dejara en paz, que solo era una amenaza vacía.

El primer latigazo cayó sin aviso, rasgando mi espalda como un trueno. El cuero se estrelló contra la tela de mi vestido, pero la protección fue inútil; sentí la mordida del golpe atravesando la fina capa de tela hasta clavarse en mi carne. Y entonces, la magia que me mantenía inmóvil, cegada y más tranquila desapareció. El hechizo que pesaba sobre mis extremidades se desvaneció como niebla bajo el sol. Mi cuerpo reaccionó de inmediato, arqueándose en un intento instintivo de escapar, de romper las ataduras que mantenían mis muñecas y piernas pegadas a la mesa de piedra, pero la cuerda era demasiado fuerte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.