No sabía que el silencio podía doler.
Pero esta noche, lo hace.
La marca del Vacío aún arde bajo mi piel como un secreto que no puedo arrancarme.
El viento es frío a esta hora. La terraza está desierta, como si los ecos de antiguas batallas la mantuvieran viva.
Estoy sentada sobre el borde de piedra, con las piernas colgando al vacío y la mirada fija en la luna.
Nyx no está visible, pero lo siento latir bajo mi sombra. Siempre está.
—No deberías estar aquí sola —dice una voz tras de mí.
No hace falta que me gire.
Kael.
—¿Por qué? ¿Temes que el Vacío me devore mientras susurro a la luna?
—Temo que lo devore todo menos a ti —responde.
Se sienta a mi lado. No demasiado cerca, pero lo suficiente para notar que su energía es distinta esta noche.
Menos fuego. Más ceniza.
Hay un peso en sus ojos. Una sombra que no viene de mí.
—La marca… no te eligió por error —dice de pronto—. El Vacío no elige por error.
Lo miro.
—¿Y tú? ¿Fuiste un error de tu linaje también?
Me mira con esa media sonrisa torcida. Pero no se defiende.
—Sí. Un error que arrastró a media Valthoria a la guerra.
Su voz no tiene rastro de sarcasmo. Solo… ruina.
Me tensa. Me enreda. Porque no sé si estoy frente a un enemigo… o frente a alguien tan roto como yo.
Kael no pide permiso para contar su historia. Solo habla.
—Mi padre era el Alto Guardián de la Torre del Eclipse. Un título que nadie cuestionaba. Un líder frío, estratégico, brillante... y cruel.
—Eso suena como una descripción familiar —comento.
Kael no se ríe.
—Me criaron entre tomos prohibidos y magia de sangre. Aprendí a pelear antes que a leer. Y cuando descubrí el poder que yacía bajo la Torre… ya era tarde.
Lo miro, y veo el temblor leve en su mandíbula.
—¿Qué había debajo de la Torre?
Silencio.
Kael baja la vista.
—El Vacío. Sellado siglos atrás. Dormido, hasta que alguien lo llamó. No fui yo quien lo despertó, Elara…
Pero sí lo dejé escapar.
Mis dedos se tensan en el borde de piedra.
—¿Lo liberaste?
—No. Pero protegí a quien lo hizo. A alguien que quería usarlo para cambiar el equilibrio de poder.
—¿Quién?
Kael me mira.
Y por primera vez, parece tener miedo.
—Tu hermano. Aeliano.
El mundo se detiene.
—Eso no es posible.
—Lo vi, Elara. Él no era como tú. No resistía el Vacío. Le suplicaba a los dioses que lo dejara ir. Pero lo habían atado. Y cuando abrió la brecha… parte de él se quedó atrapada.
Me levanto de golpe.
—Estás mintiendo.
Kael no se mueve.
—Si estuviera mintiendo, ¿crees que seguiría aquí contigo, sabiendo que puedes hacerme cenizas con una palabra?
Maldito.
O está diciendo la verdad…
O es el mejor manipulador de la historia.
Pero hay algo en su voz… algo en su miedo.
Lo vi antes en los ojos de Aeliano.
Y eso me rompe.
Camino hacia él.
Despacio.
Kael no se mueve. Me deja acercarme.
Nuestros rostros a apenas un suspiro de distancia.
—¿Por qué me cuentas esto?
—Porque no sé en quién confiar. Pero sé que tú tampoco puedes confiar en nadie. Y eso nos une más de lo que imaginas.
—No somos iguales, Kael.
Él se inclina. Solo un poco.
—No. Pero somos lo que esta guerra ha creado. Y quizá… lo único que puede detenerla.
Sus palabras son garras. Se me clavan en la piel.
Quiero alejarme. Pero no lo hago.
—¿Quieres redención, príncipe caído?
—Quiero sobrevivir. Y evitar que te conviertas en lo que quieren que seas.
Lo dice mirándome tan cerca que siento el calor de su aliento.
Y por un momento…
Solo un momento…
quiero creerle.
Un rugido sordo me atraviesa el pecho.
Nyx.
Surge desde mi sombra con un temblor que estremece la piedra.
Sus alas negras como la noche se abren detrás de mí como una advertencia.
Kael retrocede. No por miedo. Por respeto.
—Parece que no le agrado a tu áure —dice.
Yo no sonrío.
—Nyx no se equivoca.
Kael asiente, sombrío.
—Tal vez no. Pero a veces, incluso los que viven en la oscuridad necesitan un poco de luz para encontrar la salida.
Y se aleja.
Dejándome con las palabras atrapadas en la garganta.
Y con el eco de mi hermano gritando todavía en mi memoria.
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Esa noche no duermo.
Las cicatrices del pasado no se cierran.
Pero algo ha cambiado.
Kael me mostró su historia. Su ruina.
Y por primera vez… siento que no estoy sola en mi oscuridad.
Pero eso no significa que vaya a confiar en él.
Solo que…
ahora quiero saber más.
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Editado: 13.08.2025