No hay sombra más profunda que la del Vacío.
Ni oscuridad más intensa que la que despierta una verdad olvidada.
Desperté de golpe, el sudor cubriendo mi frente, y el eco de un grito lejano retumbando en mi mente. Mi piel ardía bajo las runas.
El vacío me llamaba.
Ni siquiera podía recordar si había sido un sueño o si estaba despierta, pero algo había cambiado. La atmósfera a mi alrededor era más densa, más pesada, como si el aire mismo se estuviera filtrando de alguna grieta, trayendo consigo un peso palpable, una presión que me empujaba hacia un destino oscuro.
Nyx.
El susurro llegó sin previo aviso, recorriéndome como un rayo. Abrí los ojos y lo vi. La figura oscura de mi áure se perfilaba ante mí, su forma nebulosa como una sombra líquida que se disolvía y se reconfiguraba al mismo tiempo. Estaba más cerca que nunca. Su mirada brillaba con una intensidad inhumana, como si pudiera ver a través de mí.
¿Qué está sucediendo, Nyx?
La pregunta salió de mis labios antes de que pudiera contenerla.
—El Vacío no pide permiso, Elara —respondió él, su voz vibrando dentro de mi cabeza como si la tierra misma estuviera hablando—. El poder que posees no es algo que controlas… es algo que te controla. Algo que ha estado esperando mucho tiempo para despertar.
Sentí la presión en mi pecho, como si las sombras estuvieran presionando hacia adentro.
Él lo sabía.
El vacío dentro de mí se estiraba, se expandía, y no pude evitarlo.
Un temblor recorrió mi cuerpo mientras me levantaba, y pude sentir cómo la runa en mi costado izquierdo se intensificaba, ardiendo con una fuerza tan salvaje que me hizo caer de rodillas.
El Vacío, el poder que Nyx me había dado, estaba tomando forma. Y con él, los recuerdos comenzaron a despertar, fragmentos de algo mucho más grande.
—¿Qué me has hecho? —mi voz salió rasposa, casi un susurro, lleno de miedo.
—Lo que necesitabas. —Nyx se acercó, sus ojos brillando como espejos rotos—. Lo que siempre has sido.
El aire a mi alrededor se encogió aún más, como si un peso invisible me aplastara. Pero en el fondo, en las profundidades de mi mente, algo comenzó a resurgir. Recuerdos olvidados. Una conexión que se desvelaba lentamente. El Vacío no era solo poder. Era… un refugio. Un lugar sin tiempo, sin ley, donde nada era como parecía.
Mi cuerpo no pudo resistir más. La runa en mi costado se iluminó, ardiendo a través de mi piel, y la presión creció, un dolor tan intenso que me obligó a caer sobre las manos, jadeando.
No era un poder que podía controlar.
Era un poder que me estaba reclamando.
En el exterior, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el horizonte de rojo. Pero la luz parecía opaca, como si estuviera siendo absorbida por algo en el aire.
El vacío dentro de mí comenzó a expandirse, y con él, la sensación de que no estaba sola. No solo Nyx estaba conmigo.
Algo más estaba cerca.
Algo que no debía estar aquí.
Me levanté, tambaleando, y miré alrededor. La sala en la que estaba, mi habitación en la Academia, se sentía extraña.
Se sentía… vacía.
Un susurro me alcanzó, un eco que recorría los rincones de mi mente. Era un llamado. Un llamado del Vacío. Algo, alguien, me estaba buscando.
Y no estaba sola.
Sin pensarlo, me lancé hacia la puerta, con Nyx siguiéndome en su forma de sombra, fluyendo como una niebla negra. Pero a medida que me acercaba al pasillo, escuché voces. Voces que nunca había escuchado antes, susurrando en un lenguaje que no comprendía, pero que me helaba la sangre.
Mi corazón latía a mil por hora. Y entonces vi algo que me hizo detenerme.
Unos ojos.
De algún lugar entre las sombras de un rincón del pasillo, dos ojos brillaban con una intensidad sobrenatural. Azul oscuro, casi negro, pero con un brillo dorado en su centro, como si se estuvieran consumiendo por dentro.
¿Qué estaba sucediendo?
Nyx rugió en mi mente, un rugido bajo, vibrante, como si se estuviera agitando en la oscuridad.
—No sigas, Elara. No es el momento.
Pero ya era demasiado tarde. La sensación de que me estaban observando se intensificó.
De repente, una figura emergió de las sombras. Alta, vestida con una capa negra que parecía absorber la luz a su alrededor. Su rostro estaba parcialmente cubierto por una máscara de hierro, pero sus ojos seguían brillando, más intensos que nunca.
Un enemigo.
Un enemigo del Vacío. Un cazador.
Mi respiración se aceleró.
Y entonces, el cazador sonrió. Pero no era una sonrisa amigable. Era fría, vacía. Y algo en esa sonrisa me dijo que había estado esperando este momento.
—Elara Drayven, hija del exiliado Senyar, portadora del Vacío.
¿Qué será de ti cuando el Vacío te consuma por completo?
Sin pensarlo, extendí las manos. El dolor de las runas volvió a atravesarme, pero esta vez, algo diferente ocurrió. Una corriente de oscuridad brotó de mí, oscura y palpable, como si el mismo Vacío estuviera a punto de devorar todo lo que tocaba.
Kael.
La palabra salió de mi boca como un susurro, y, al instante, escuché sus pasos rápidos en el pasillo.
El cazador comenzó a retroceder, pero sus ojos nunca dejaron de mirarme. Y antes de que pudiera responder, él desapareció en la sombra, deslizándose como un espectro.
Unos segundos después, Kael apareció, respirando pesadamente, como si hubiera corrido por todo el castillo. Su mirada era dura, fija en mí.
—Elara —dijo con voz grave, y pude ver la preocupación en sus ojos—. ¿Estás bien?
Mi cuerpo aún estaba temblando por la descarga de poder. Me sentía más débil que nunca, pero al mismo tiempo… más fuerte. Y eso era lo que me aterraba. Lo que me aterraba era el Vacío, y todo lo que me prometía.
—No. No lo estoy —respondí, mi voz quebrada por la frustración—. ¿Qué está pasando, Kael?
Él dio un paso hacia mí, mirándome con intensidad. Sus manos se extendieron, pero no me tocó.
Solo me miró, profundamente, como si estuviera decidiendo algo en su interior.
—No permitiré que nadie te lastime, Elara —dijo, la suavidad en su voz se rompió por una amenaza apenas contenida—. Nada ni nadie te tomará. Te lo prometo.
Un nudo se formó en mi garganta, pero lo ignoré.
¿Por qué su promesa me había calado tan hondo?
¿Acaso estaba buscando una razón para creer en algo, incluso en alguien tan impredecible como él?
La respuesta fue clara.
Quería creer.
Pero el Vacío no da promesas. Solo toma.
Y yo ya estaba marcada.
________________________________________
A medida que el silencio se instalaba entre nosotros, la habitación seguía extrañamente fría. La presencia del cazador seguía pesando sobre nosotros, como una sombra invisible.
Kael dio un paso hacia atrás, mirando la puerta cerrada.
—No lo hagas. —Su voz era dura, pero había un rastro de preocupación—. No puedes salir ahora. No todavía.
Me giré hacia él, mis ojos ardiendo con una determinación renovada.
—Voy a encontrar respuestas, Kael. Y no me importa lo que me cueste.
Una sombra cruzó su rostro, y antes de que pudiera decir algo más, la puerta se cerró de golpe, sumiéndonos de nuevo en la oscuridad de la academia.
Pero, como siempre, mi destino ya estaba marcado.
Y la oscuridad seguía llamando.
#1890 en Fantasía
#6030 en Novela romántica
vinculos, magia aventuras misterio amores amistad, acciondrama
Editado: 13.08.2025