La sala estaba fría. Silenciosa. Los ecos de mis propios pensamientos retumbaban en mi mente, y el dolor que sentía al intentar mantener el control de mi cuerpo solo lo empeoraba. La Marca del Vacío ya no era solo una serie de runas que adornaban mi piel, era una presión constante, una fuerza que se cernía sobre mí y me obligaba a ceder ante su poder. Cada latido de mi corazón era un recordatorio de que estaba perdiendo el control.
Habían pasado varios días desde la última vez que sentí esta clase de dolor. Desde que el vínculo con Nyx se había fortalecido más de lo que había imaginado. El entrenamiento en la Academia Arcana se había vuelto más arduo con cada día que pasaba, y mi conexión con Nyx —mi áure— había crecido hasta volverse incontrolable. Había algo en su presencia que me arrastraba, que me empujaba a explorar cada rincón de la oscuridad.
Mi vínculo con Nyx no era un simple enlace. No era solo magia que se podía controlar con runas. Había algo más profundo, algo ancestral, algo que provenía directamente del Vacío, y que ahora me reclamaba como su anfitriona.
Había comenzado de forma inocente: pequeñas runas que aparecían en mi piel cuando usaba mis poderes. Sin embargo, pronto, aquellas marcas no solo aparecieron por necesidad, sino por voluntad propia. Nyx me hablaba, me susurraba al oído en los momentos más extraños. Su voz se colaba entre mis pensamientos, como una sombra que se arrastraba a mi alrededor, envolviéndome cada vez más.
"¿Lo sientes, Elara?", susurraba su voz. "El poder, la libertad que puedo ofrecerte. Solo debes rendirte..."
Pero no me rendí. No quería rendirme. Aunque la tentación de abrazar la oscuridad era grande, mi sentido de quién era me mantenía atada a la realidad. Pero ni siquiera mi voluntad era suficiente para detener lo que estaba sucediendo dentro de mí.
Era tarde esa noche. El entrenamiento había sido especialmente extenuante. Las pruebas de la Academia se intensificaban con cada semana que pasaba, y me había ganado el respeto de muchos, pero también la desconfianza de los más viejos en la Academia. Sabían lo que representaba el vínculo con un áure, sobre todo uno tan oscuro como Nyx. En ellos residía el miedo, el temor a lo desconocido, el temor a que la oscuridad pudiera consumirnos a todos.
Me encontraba en una de las salas de entrenamiento, alejada del bullicio habitual de la Academia. El aire era denso, como si la propia habitación estuviera cargada de una energía a punto de estallar. Mi cuerpo, agotado por el entrenamiento, intentaba resistir. Pero el Vacío que vivía en mí, la esencia de Nyx, comenzaba a rebelarse. Cada parte de mí estaba llena de una energía extraña, fría, que amenazaba con desbordarme.
Fue entonces cuando comenzó el caos.
Un crujido, como una puerta que se abre en la oscuridad, recorrió el aire. El Vacío, mi vínculo con Nyx, se despertó con fuerza. Las runas en mi piel brillaron con un resplandor aterrador. La energía oscura que emanaba de mí comenzó a retorcerse, y el dolor, como una daga afilada, me atravesó de punta a punta. No era solo el dolor físico. Era el vacío que sentía en mi interior, la sensación de que algo dentro de mí me estaba consumiendo, devorando mi humanidad.
Y entonces, la sala comenzó a distorsionarse. Las paredes parecían moverse a mi alrededor, como si las sombras se alargaran y se estiraran para tomar forma. Las luces titilaron y parpadearon, como si la realidad misma se estuviera desmoronando a mi alrededor. No podía pensar con claridad. No podía controlar el poder que me atravesaba, ni las sombras que se alzaban alrededor de mí.
El suelo bajo mis pies crujió como si el mundo entero estuviera a punto de romperse. La Marca del Vacío se expandía sobre mi piel, un diseño de runas pulsantes que se retorcían con una energía ajena a mi cuerpo. Dolía. Dolía más de lo que había imaginado. La sensación era como si una fuerza oscura y primitiva me estuviera reclamando, como si Nyx, la criatura de las sombras, me estuviera reclamando por completo.
— No... — susurré entre dientes, mirando mis brazos, las runas brillando bajo mi piel, formándose en patrones que nunca había visto antes. La conexión con Nyx estaba fuera de control, y eso significaba que el vacío que él representaba se estaba apoderando de mí más rápido de lo que podía manejar.
Una corriente fría recorrió mi cuerpo, como un relámpago helado que me atravesaba. La runa del Vacío en mi espalda se expandió con cada segundo que pasaba, como si una oscuridad incontrolable estuviera cobrando vida en mi interior. Mi respiración se aceleró, y me dejé caer de rodillas, incapaz de detener el flujo de energía que me arrastraba hacia algo mucho más grande que yo. Algo que no entendía. Algo que me aterraba.
— ¡Elara! — la voz de Kael, rasgada por la preocupación, llegó hasta mí como un grito desesperado. Apreté los dientes, tratando de contener el dolor, de no dejar que él viera lo vulnerable que me sentía en este momento. Me enderecé con esfuerzo, luchando contra el peso que sentía en mi pecho.
Lo vi acercarse, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de miedo y determinación. Podía sentir la tensión entre nosotros, la necesidad de estar cerca, pero también el miedo que lo envolvía. Él también sabía que no entendíamos completamente lo que estábamos enfrentando.
— ¡Elara, tienes que resistir! — gritó, mientras se arrodillaba a mi lado, tocando mis hombros con una suavidad desesperada. Su calidez me quemaba, pero no era suficiente para calmar el frío de Nyx que seguía invadiéndome.
Intenté apartarlo, pero mi cuerpo no respondía. La fuerza de Nyx, el poder del Vacío, me hacía sentir como si estuviera perdiendo mi humanidad. Lo peor de todo era que no estaba segura de si realmente deseaba detenerlo. Había algo dentro de mí que quería sucumbir a esa oscuridad, dejar que el Vacío tomara el control por completo. Mi mente estaba siendo arrastrada por una marea oscura que me susurraba promesas de poder y libertad.
— Elara, escucha. — La voz de Kael se volvió más suave, más firme. — Te lo he dicho antes: no te dejaré. No importa lo que pase, no voy a permitir que el Vacío te consuma. No dejaré que te conviertas en lo que no eres.
Lo miré a los ojos, viendo la sinceridad en su mirada. En ese momento, entendí algo que no había comprendido hasta ahora: Kael no solo estaba protegiéndome. Él me necesitaba. Quizás más de lo que estaba dispuesto a admitir, y yo... Yo también lo necesitaba. No de la manera en que esperaba. No como un simple aliado. Era más que eso. Pero, antes de que pudiera decir algo, el dolor volvió a apoderarse de mí, y la runa de mi espalda brilló con más fuerza.
— No... — susurré, mi voz quebrada por la lucha interna. — Nyx... — El nombre de la criatura salió de mis labios con una mezcla de miedo y fascinación. Había algo en la presencia de Nyx que me atraía, algo que me llenaba de una energía oscura y poderosa, pero también algo que me asustaba profundamente.
De repente, la oscuridad pareció expandirse aún más. El aire se volvió espeso, como si el mismo espacio se estuviera comprimiendo a mi alrededor. El Vacío había despertado en su totalidad, y una parte de mí sabía que no podía escapar de él.
De pronto, algo extraño ocurrió. Sentí una conexión más fuerte con Nyx, algo diferente a lo que había experimentado hasta ahora. Las sombras de la habitación comenzaron a moverse a mi alrededor, como si respondieran a su presencia, como si el mismo Vacío se estuviera desbordando en este plano. Mis manos comenzaron a brillar con un resplandor oscuro, y la marca del Vacío en mi espalda parecía arder, como si algo en mi interior estuviera siendo arrancado.
— ¡Elara, no lo hagas! — Kael me sujetó por los hombros, pero algo me detuvo. No era solo el vínculo con Nyx lo que me dominaba. Había algo más. Algo mucho más profundo.
— ¡Tienes que resistir! — su voz era un ruego, una súplica. — ¡Te lo prometí! No te dejaré caer en la oscuridad. No puedo perderte.
La confusión me invadió, pero algo en sus palabras me hizo detenerme. La oscuridad alrededor de mí comenzó a disiparse, y con ella, una fuerza desconocida comenzó a emerger dentro de mí. Era Nyx, sí, pero algo diferente. Algo más. El Vacío había dejado de ser solo una amenaza. Ahora, era una parte de mí, y esa parte me hablaba. No en palabras, sino en sensaciones.
Las sombras que antes me amenazaban ahora se entrelazaban a mi alrededor, formando una capa protectora, como si Nyx me estuviera abrazando, envolviendo mi cuerpo y alma en su oscuridad. Pero en lugar de sentirme perdida, sentí que algo dentro de mí cobraba forma. El Vacío no me estaba destruyendo. Me estaba transformando.
— ¿Qué has hecho? — Kael me miró aterrorizado, pero al mismo tiempo, había una chispa de asombro en sus ojos. Algo que me hizo sentir que, aunque no entendía todo lo que ocurría, me había convertido en algo más que humana. Algo más que un simple jinete.
— Lo... lo siento — le dije, mi voz ahora mucho más firme, aunque seguía temblando por dentro. El Vacío había tocado mi alma, y ya nada sería igual. — Kael... esto no está terminado. Nyx no es solo una criatura. Él es... parte de mí.
Kael dio un paso atrás, su rostro pálido, pero luego respiró hondo y se acercó de nuevo. Esta vez, su toque no era suave, sino firme, como si me estuviera anclando a algo más sólido, más humano. Su presencia, a pesar de todo lo que había pasado, me dio algo que no sabía que necesitaba: esperanza.
— Lo sé — dijo, su voz más baja, más grave. — Y no te dejaré sola. No importa lo que eso signifique.
Mi corazón latió con fuerza en mi pecho, pero la marca del Vacío en mi espalda ardió con una intensidad que me hizo saber que el desafío no había hecho más que comenzar. Algo dentro de mí había despertado, y no podría detenerse.
A lo lejos, como un susurro que se desvanecía en la oscuridad, escuché la voz de Nyx, un eco bajo que resonaba en mi mente.
— Elara... has dado el primer paso. El Vacío es tuyo ahora. Pero aún falta mucho por descubrir.
La oscuridad me rodeó, pero esta vez, no temí. No mientras Kael estuviera a mi lado.
#1895 en Fantasía
#6039 en Novela romántica
vinculos, magia aventuras misterio amores amistad, acciondrama
Editado: 13.08.2025