El aire estaba pesado, impregnado de un silencio que resultaba inquietante tras la feroz batalla que habíamos librado. El suelo estaba marcado por huellas de sombras y cenizas. Las estructuras de la Academia, aunque intactas, parecían más viejas de lo que recordaba, como si la misma magia que las había creado hubiera empezado a desmoronarse bajo el peso de lo que se estaba desatando.
Las últimas luces del día se apagaban lentamente, y la oscuridad se cernía sobre nosotros. Miré a Kael mientras caminábamos hacia el centro de la Academia. Estaba cubierto de heridas, aunque se veía como si nada pudiera detenerlo. Sin embargo, no era solo su cuerpo el que había sido tocado por la batalla. Su mirada era más profunda, más seria, como si todo lo que había sucedido tuviera un significado más grande, algo que no comprendíamos completamente.
Nos dirigíamos al Consejo de Senyars, convocados para discutir lo ocurrido y las implicaciones de la lucha contra los seguidores del Vacío. Sabíamos que el ataque no había sido un simple asalto, sino una manifestación de algo mucho más grande: la amenaza del Vacío.
— ¿Crees que esto terminará aquí? — Kael rompió el silencio, su voz grave, pero en el fondo, la inquietud era palpable.
— No. Esto solo ha comenzado. — Mi respuesta salió sin pensar. La sensación de que algo más oscuro se cernía sobre nosotros era innegable.
Kael me miró de reojo, como si quisiera decir algo más, pero al final, simplemente asintió. El Vacío era una fuerza demasiado grande como para ignorarla, y sabía que no podríamos detenerlo sin enfrentar lo que significaba.
La conexión entre nosotros seguía creciendo, de una manera que no sabíamos cómo manejar. Había momentos en los que nuestras miradas se cruzaban, y todo lo demás desaparecía. Un suspiro, una mirada cargada de emoción… Sin decir una sola palabra, ambos sabíamos lo que el otro sentía. La conexión era inevitable, profunda, y aunque ambos intentábamos mantenerla a raya, no podíamos detenerla.
El Consejo de Senyars nos esperaba en la gran sala de la Academia, un espacio lleno de antiguos tapestries y símbolos de poder arcanos. Los Senyars que ya se habían reunido discutían en voz baja, observándonos con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Sabían que algo había cambiado, algo que afectaba a todos los jinetes, y todos sabían que Elara Drayven no era una candidata común. No solo había sobrevivido a la Prueba del Eclipse, sino que había desatado algo que los mismos Senyars aún no comprendían: el Vínculo con Nyx, el áure nacido del Vacío.
Elara Drayven, la hija de un guerrero caído, la portadora de un poder tan antiguo como el mismo caos, se había convertido en una pieza clave en este juego mortal.
Nos dirigimos al centro de la sala, donde Ronan Vaelis, el comandante de los Senyars, nos esperaba. Era un hombre imponente, con cicatrices que contaban historias de batallas pasadas. A su lado estaba Seraphine Valdor, la líder de la Academia, con su aire frío y calculador.
— Elara, Kael — comenzó Ronan, su voz grave y autoritaria. Tienen mucho de lo que hablar. Este consejo no es solo por el ataque de hoy, sino por lo que está ocurriendo dentro de la Academia. El Vacío está tomando formas que no podemos comprender, y ustedes son el centro de todo esto. Su mirada se centró en mí, como si estuviera buscando una respuesta que ni siquiera yo podía dar.
— Elara… — Seraphine Valdor, con su voz suave pero firme, habló ahora. ¿Sabes lo que has desatado? El Vínculo con Nyx no es algo que simplemente se pueda controlar. El Vacío tiene un poder insidioso. No solo consume. Manipula. Y tú, como portadora de ese poder, podrías estar al borde de desatar algo aún más peligroso que lo que enfrentamos hoy.
Las palabras de Seraphine me golpearon con fuerza. El Vacío no era solo un enemigo externo. Estaba dentro de mí.
Kael dio un paso adelante, su presencia imponente en la sala, y su voz, aunque suave, resonó con autoridad.
— Elara no está sola. Si hay algo que el Vacío quiere, es a Elara. Pero no va a tenerla. — Sus palabras estaban cargadas de determinación. Y aunque su tono era firme, había una sombra de duda en sus ojos, como si se estuviera enfrentando a algo más grande que ambos.
El silencio se instaló en la sala por un largo momento. Los Senyars nos observaban, calculando cada palabra, cada movimiento. Yo no podía dejar de pensar en lo que Kael había dicho, en lo que él realmente sentía por mí, aunque nunca lo dijera en voz alta. La tensión entre nosotros, la fuerza que compartíamos, me mantenía al borde de la desesperación. ¿Qué pasaría si no podía controlar el poder del Vacío? ¿Qué pasaría si este vínculo con Nyx fuera nuestra perdición?
Ronan rompió el silencio con un gruñido bajo, su mirada fija en mí, como si me estuviera evaluando.
— No puedo permitir que el Vacío consuma todo lo que hemos construido. Y, sin embargo, no puedo negar que el poder que posees podría ser nuestra única esperanza. Necesito saber que puedes controlarlo.
Mi corazón latió con fuerza en mi pecho. Sabía lo que significaba. Si no podía controlar el Vacío, todos estábamos condenados.
— ¿Qué tenemos que hacer? — La pregunta salió de mi boca sin pensarlo, con más desesperación de la que quería admitir. No podía dejar que esto nos destruyera.
Ronan se cruzó de brazos y me miró fijamente, como si estuviera evaluando mi alma.
— Lo primero que necesitamos es saber lo que realmente eres capaz de hacer. Vamos a poner a prueba tu vínculo con Nyx. Para eso, tendremos que llevarte más allá de los límites de la Academia. Nos enfrentaremos a lo que el Vacío quiere, pero no de la forma en que lo piensas.
Kael me miró en silencio, como si estuviera calculando cada palabra, y finalmente sus ojos se encontraron con los míos. No dijo nada, pero pude sentir la promesa en su mirada: no estaba solo en esto. Nunca lo estaría.
El consejo comenzó a discutir detalles, y aunque sus voces se unieron en una maraña de palabras, solo pude pensar en lo que había dicho Ronan: "Llevarte más allá de los límites de la Academia". Algo me decía que lo que vendría no solo pondría a prueba mi poder, sino también mi control sobre lo que me había hecho Elara Drayven. El Vacío, Nyx, y mi destino.
La batalla era solo un preludio.
Mi poder era la única respuesta al caos que se avecinaba.
La reunión con el Consejo de Senyars había terminado, pero el peso de las palabras de Ronan y Seraphine aún colgaba en el aire, denso y sombrío. Nos habíamos retirado a un pequeño patio apartado de la Academia, donde las sombras se alargaban bajo el parpadeo de las antorchas. La batalla contra los seguidores del Vacío aún resonaba en mi cuerpo, el cansancio lo sentía en cada músculo, pero había algo más, algo que no se podía quitar tan fácilmente.
El viento era fresco, cortante. Kael caminaba a mi lado, y aunque el silencio entre nosotros no era incómodo, había una tensión latente. Algo se había roto, algo en el aire había cambiado después de la reunión con el Consejo, y yo sabía que no iba a poder evitarlo por mucho más tiempo.
Me detuve bajo un árbol, sus ramas moviéndose suavemente con la brisa nocturna. Kael hizo lo mismo, pero no habló. Sabía lo que tenía en la cabeza. Sabía que él también sentía que había algo más entre nosotros, aunque ambos nos empeñáramos en no ponerle nombre.
— Te dije que no confiaba en ellos. — Mi voz sonó más tensa de lo que esperaba. La frustración me hervía por dentro. La mirada de Ronan, la preocupación de Seraphine, todo ese juicio... me estaba ahogando.
Kael no respondió de inmediato. Se quedó mirando las estrellas, las que comenzaban a asomar entre el cielo nocturno. Me sentí pequeña bajo su silencio, pero no podía soportar que las cosas quedaran como estaban. No después de lo que había pasado.
— ¿Y qué crees que se supone que hagamos ahora? — Mi tono era más duro, desafiante, pero al mismo tiempo... vulnerable. No podía evitarlo. Había algo en su presencia que deshacía todas mis defensas.
Kael giró lentamente hacia mí, sus ojos brillando con una intensidad que me hizo sentir que todo lo que estábamos viviendo era mucho más grande de lo que imaginaba. Como si, por un breve momento, el mundo alrededor de nosotros desapareciera.
— ¿Sabes lo que me está costando esto, Elara? — Sus palabras fueron suaves, pero la sinceridad en su voz me golpeó como un golpe de viento gélido. Te estoy viendo pelear con algo que ni siquiera comprendes completamente. Y lo peor de todo es que me está matando verte cargar con ese peso sola.
Me quedé en silencio, sorprendida por su confesión. No me había esperado algo tan directo, tan... humano. Vi a Kael de una manera diferente en ese momento. La máscara de comandante, de príncipe exiliado, desapareció por un segundo. Estaba hablando como alguien que sentía, de verdad, y no como un guerrero frío y calculador.
— ¿Por qué me lo dices ahora? — Mi voz sonó más suave, casi un susurro. Algo en el aire entre nosotros había cambiado. Había una verdad flotando, algo que se había ocultado bajo capas de palabras no dichas.
Kael dio un paso más cerca, sus ojos fijándose en los míos. Ya no quedaba espacio para esconderse. El silencio entre nosotros se alargó, pero no se volvió incómodo. Solo estaba lleno de... algo. Algo inconfundible.
— Porque ya no puedo seguir guardando todo esto dentro. — Su confesión fue simple, pero pesada. La verdad es que no solo me preocupa el Vacío, Elara. No es solo el caos que se avecina. Me preocupo por ti. Más de lo que debería.
Sentí que algo en mi pecho se apretaba. Era imposible no sentir lo mismo. No podía mentir, no conmigo misma. Todo este tiempo, había sentido algo por Kael, algo que crecía cada vez que lo miraba, cada vez que su presencia se acercaba. Y aunque luchaba por mantener mis emociones bajo control, en ese momento, fue como si las murallas que había levantado se derrumbaran por completo.
— No lo entiendo, Kael. — Dije, la confusión se filtraba en mis palabras. Esto no... Esto no es normal. ¿Cómo podemos permitirnos sentir algo cuando el Vacío nos está destruyendo?
Él soltó un suspiro, como si al fin se liberara de una carga que había llevado demasiado tiempo.
— No lo sé, Elara. No sé si deberíamos. Pero no puedo negar lo que siento. Y cuando te veo luchar, cuando te veo cargar con todo esto, siento que... — hizo una pausa, buscando las palabras correctas. ...que si me alejo, si me mantengo distante, te perderé. Y no puedo soportarlo.
Elara, el Vacío, todo lo que estaba en juego... Y, sin embargo, algo más estaba naciendo entre nosotros. Un sentimiento que ninguno de los dos podíamos controlar.
Mis manos temblaban ligeramente, y aunque lo intentaba, no podía hacer que mi corazón dejara de latir tan rápido. Me mordí el labio inferior, sintiendo la intensidad de sus palabras resonar dentro de mí. Sabía que lo que decía era cierto. Sabía que si me apartaba de Kael, el dolor sería insoportable. Pero ¿era el momento adecuado?
Me acerqué un paso más, lo suficiente para que nuestros cuerpos casi se rozaran. Un aire denso nos envolvía, pero no me alejé. Había algo más grande que el Vacío en ese momento.
— ¿Y qué vamos a hacer, Kael? ¿Dejar que esto nos destruya? — pregunté, sin realmente esperar una respuesta. La pregunta salió sin pensar, como una expresión de toda la frustración, la confusión y la desesperación que sentía en ese instante.
Kael no dijo nada al principio. Simplemente, su mirada se suavizó, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Esa sonrisa me desterró todo el miedo que tenía de lo que estábamos viviendo.
— No voy a dejar que nos destruya. Y si tengo que luchar contra todo, contra el Vacío, contra mi destino, contra todo lo que nos separa, lo haré. Porque no voy a dejar que te pierda, Elara. No te dejaré.
Mi respiración se detuvo en ese instante. Las palabras de Kael flotaron en el aire como una promesa. La promesa de un amor que ni el Vacío podría destruir. De una conexión que no se rompería, sin importar lo que el futuro nos deparara.
Y en ese momento, todo lo que había quedado sin decir entre nosotros encontró su espacio, su lugar. Lo que estaba entre Kael y yo no se limitaba solo a la guerra, no era solo sobre lo que teníamos que enfrentar. Era algo más profundo, algo que solo nosotros comprendíamos.
Dejé que mi mirada se encontrara con la suya, y por primera vez, no sentí miedo. Sentí fuerza. Fuerza de saber que, al final, no estaba sola.
— Entonces no me dejes. — Mis palabras fueron bajas, pero firmes, y mi voz vibró con una intensidad que lo sorprendió.
Kael no necesitó decir más. Lo entendió perfectamente.
#1889 en Fantasía
#6107 en Novela romántica
vinculos, magia aventuras misterio amores amistad, acciondrama
Editado: 13.08.2025