Heredero del Eón

Capítulo 5. Hay cosas que nunca cambian.

Capítulo 5. Hay cosas que nunca cambian.

El primer día de clases oficial iniciaría con una sesión de media hora con su tutor. Los cadetes llegaron al salón de clases asignado y platicaban con expectación mientras esperaban a su tutor. Al llegar la hora de sentarse, Luis se acercó a su pupitre al lado del de Tom quien ya se había acomodado en él

—Oye —llamó Luis a Tom—, te lo quería decir cuando nos preparábamos. —Luis se debatió un poco entre soltar la pregunta o no, su curiosidad fue mayor—. ¿No te parece que te equivocaste de talla?

Tom alzó un poco los hombros.

—Deberías mandarlo arreglar.

—Así estoy cómodo.

—Tengo la impresión de que es a propósito, cuando llegaste también traías ropa súper holgada. Tienes suerte de que ya no obliguen a cortarse el cabello en este lugar, ¡lo tienes muy largo!

—Me crece rápido, así que no tiene sentido —Tom se excusó con voz entrecortada.

—Qué raro eres. ¡Llegó el tutor!

—¡Buenos días, cadetes! —Los chicos quedaron en silencio mientras su tutora entraba con elegante caminar, el carisma de Miranda Will cautivó al pelotón—. Mucho gusto, yo soy la capitana Miranda Will, seré su tutora por el tiempo que estén aquí. Menos cuando sean alférez en transición, si es el caso.

Tom se petrificó al verla, pero intentó controlarse. No podía quitarle la mirada, el corazón lo sentía vivo de nuevo. El joven no comprendía como una persona que apenas conocía le podía generar todos esos hermosos síntomas. Se sintió afortunado, quizá si la veía seguido podría rescatar esa luz. Miranda repasó con la mirada al grupo de cadetes, allí estaba él; ese joven del que se prendió cuando lo conoció, igual de perfecto.

—Quisiera conocerlos mejor, Halcones Dorados —prosiguió la mujer—. ¿Por qué no se presentan? ¿Ya eligieron su líder?

—Sí. —Gary se levantó de inmediato—. Capitana Will, soy Gary Kent, he sido elegido líder.

—Me lo esperaba. Bien, pasa por tu banda. —Miranda colocó con cuidado la banda en el brazo derecho del cadete—. Deberás portarla siempre. Tienes una gran responsabilidad, Kent, un gran peso encima. —Miranda contempló a Gary y le dio una gran sonrisa a la que el joven correspondió; para ella la química era evidente, sentía las chispas—. Ahora, sigamos con la presentación.

Para su desdicha, Miranda se encontró de nuevo con ese error. Lo esperaba, pero no por eso su repulsión no se mermaba. Consideró en hacer lo posible por solo ignorarlo, después de todo, ¿cuánto tiempo podría durar un niño como ese en la Academia? En unos meses estaría fuera de su sistema.

La capitana hizo presentarse a cada halcón, Tom pensó que moriría al tener que hablarle. Para su sorpresa, pudo decir su nombre sin problema, sólo uno que otro titubeo logró escapársele. Al terminar la dinámica, la capitana les explicó las reglas básicas y repasó con ellos el manual de estudiante, lo que se esperaba de ellos y los diversos castigos que podrían sufrir en caso de quebrantar las reglas.

—La obediencia es primordial, cadetes. Comencemos con la clase, no les he dicho, pero les daré Historia de Terrenal. Es muy conveniente, tendremos todos los lunes nuestra sesión de tutoría y posteriormente clase.

Tom sentía que la suerte no dejaba de acumularse, el hecho de tener a Miranda Will como tutora y maestra ya le aseguraba verla al menos unos días a la semana. Gracias a ella logró tener un calmado comienzo en sus clases. Tom no dejaba de preguntarse si algún día podría tocarla, aunque fuera un milisegundo y volver a tener una oportunidad de alcanzar esa luz de esperanza. Aun así, ¿cómo podría un ser aberrante como él atreverse siquiera a desear tocar a esa hermosa y perfecta mujer?, se preguntó.

Durante la mañana tuvieron clases teóricas, y en la tarde tendrían sus clases físicas. Después de comer, los halcones se cambiaron a su uniforme deportivo y se dirigieron a uno de los campos abiertos.

—No me preocupan mucho las pruebas físicas —platicaba Luis en el camino—. Es decir, en estas vacaciones entrené súper duro, más de lo usual.

—¿Practicas algún arte marcial? —preguntó Ben a Luis.

—Sí, me decidí hace un par de años por la capoeira. Primero practiqué kempo, pero creo que la capoeira va más con alguien como yo.

—Yo también estuve practicando más estas vacaciones —se unió Susie a la conversación—. Pero yo no practico artes, nada más gimnasia.

—Eso es algo bueno, tendrás una excelente resistencia. Yo practicaba taekwondo, pero me lastimé hace seis meses, no he podido volver. Aunque he ido a mis terapias y al gimnasio —dijo Fanny.

—Creo que nuestro profesor ya nos está esperando —notó Gary al estar a unos metros—. Faltan aún cinco minutos, pero será mejor que vayamos de una vez. —Los chicos siguieron a su líder con paso calmado.

Mientras se acercaban, ahora Ben tuvo curiosidad por el historial atlético del segundo cadete A de su pelotón. No dudó en preguntar:

—Thomas, ¿qué deporte o arte prácticas?

—¿Cómo? —preguntó Tom.

—¡Ben, idiota! ¿En serio crees que ese sujeto ha hecho ejercicio alguna vez en su vida? ¡Sólo míralo! —Ian hizo segunda.




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