Heredero del Eón

Capítulo 10. Descubierto.

Capítulo 10. Descubierto.

A pesar del extraño sábado, las cosas seguían su curso sin muchos sucesos o cambios. De vez en cuando hablaban del incidente, pero cambiaban de inmediato el tema, es decir, tenían prohibido hablar de eso o que alguien se enterara por ellos. Además, notaban que ese asunto incomodaba al protagonista de este. Cuando eso pasaba, intentaban animarlo con la posibilidad de que su potencial mejoraría, ese mismo martes comprobaron que no era el caso.

Tom trataba de controlar el nudo en la garganta, no quería dejar salir la inquietud e incertidumbre que le provocaba el hecho de tener que pagar la indemnización.

—Tom, no todo está perdido —le dijo Luis a su amigo.

Tom se talló el rostro haciendo un descomunal esfuerzo por ocultar las lágrimas que luchaban por salir.

—Al, al menos ya no iremos a la cárcel. —Tom intentó sonreír.

—¡Cadete Fields!

Tom se petrificó al escuchar esa voz, el tiempo se le fue. Esta era la primera vez, desde que entró a la Academia, que la capitana le dirigía la palabra solo a él, pensó que estaba soñando.

—Buenas tardes, capitana Will —saludó Luis ante el silencio de su amigo.

—Buenas tardes, cadete Rivera. ¿Cadete Fields?

Tom abrió los ojos, bajó el rostro e intentó saludar.

—Pe-perdón, capitana. Bu-buenas tardes.

Miranda suspiró y negó con desaprobación.

—Fields, ¿has logrado subir tu potencial?

Tom se encogió de hombros y meneó la cabeza negando.

—Lo si-siento mucho.

—Bueno, era lo esperado. No seguirás el próximo año aun teniendo buenas calificaciones en tus clases teóricas. Entiendes lo que ese potencial tan bajo implica, ¿verdad?

Tom asintió, aspiró un poco tratando de controlar las lágrimas que de nuevo se intensificaron.

—No llores, Fields ¡los cadetes no lloran! —exasperó Miranda—. Además, pensé que ya dabas esto por hecho.

Luis miraba impotente, deseaba decirle a la capitana lo injusto de la situación de Tom y lo hiriente de sus palabras, pero sabía que eso poco le ayudaría a su amigo.

—Fields, el coronel Toriello me pidió que te buscara, él desea hablar contigo. Supongo que te dirá que será lo procedente con lo de tu expulsión. Anda, quiere verte ya.

Tom se limpió un poco el rostro con las manos y asintió débil. Miranda torció la boca al examinar al lastimero cadete. ¿Cómo se le ocurrió a Julio y a su jefe que este niño tendría la mínima posibilidad de guardar la esencia de León?, se preguntó concluyendo que era simplemente absurdo. La capitana soltó un largo suspiro y se alejó de Luis y Tom.

—¿Estás bien? —preguntó Luis a su amigo.

—Lo estoy —dijo Tom mientras se frotaba el rostro.

—Oye no quería decirte esto, pero ya le pregunté a mi papá y me prometió que vería que se podía hacer.

—No, no debiste. No le quites el tiempo a tu padre así.

—Tengo la impresión de que a veces le sobra tiempo. Además, concordó conmigo en que tu situación era de lo más injusta.

Unas risas distrajeron al par, al voltear al origen descubrieron que Miranda no se había alejado mucho, se había quedado platicando con Gary.

—¿Te has dado cuenta de que ellos platican mucho?

Miranda y Gary conversaban de forma amistosa, de vez en cuando soltaban carcajadas.

—¿Tom? ¿Me oíste? —lo llamó Luis al no obtener respuesta.

—Perdón. No, no lo había notado.

—Es cierto, Luis, yo también me percaté.

Fanny se les acercó a los chicos acompañada de Susie quien, desde el domingo pasado, empezó a juntarse más con ellos tres.

—¿Acaso tendrán una relación prohibida? —preguntó Fanny.

—¡Lo dudo mucho! —respondió Susie de inmediato—. La capitana estuvo comprometida con el coronel León Porath. Mi papá me ha dicho que en repetidas ocasiones ella ha declarado que nunca habría otra persona en su vida, ella lo esperaría.

—¿En serio, Susie? ¡Qué romántico! —Fanny se emocionó—. El coronel Porath y ella hacen una pareja sublime y perfecta. ¡Ojalá algún día él despierte!

—¡Por favor! —exclamó Susie—. Aunque más que por su relación con la capitana sería para que ponga al ejército en forma de nuevo.

Fanny no pudo evitar reírse un poco de su compañera.

—¡Qué estricta eres, Susana! —gritó Fanny, las mejillas de la aludida cadete se sonrojaron de inmediato.

—Tom, ¿no tenías que ir con el coronel Toriello? —Luis recordó de pronto.

—¡Sí! —Tom salió del trance de permanecer contemplando a la capitana desde que se alejó de ellos—. Los veo en el comedor.

—¿Por qué tiene que ir con el coronel? —preguntó Fanny al ver a Tom marcharse.

—Lo mandó llamar, dice la capitana que seguro será para ver lo de su expulsión. Ya saben, por eso de que su potencial es tan bajo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.