Heredero del Eón

Capítulo 13. ¿Alcanzarás?

Capítulo 13. ¿Alcanzarás?

La teniente coronel Moral le reportó al coronel Toriello el avance del cadete Fields. A Tom la conversión le salía natural y poco a poco era capaz de controlar su energía a voluntad. Parecía que iban por buen camino. Ese día por la tarde, el doctor Emils tenía su habitual sesión con Tom, él también comprobaba animado la mejoría de su amigo.

                  —¿Ves como no necesitas ya el medicamento?

                  —Eso creo, pero no quiero confiarme.

                  —Hazlo, Tom ¡confía en ti!

                  El joven cadete le sonrió con vergüenza al médico.

                  —Es todo por esta sesión. Pero, antes de que te vayas hay algo que quiero darte.

                  Noel abrió un cajón de su escritorio y sacó una bolsa de regalo dorada, incluso el moño que lo adornaba era del mismo color que resplandecía bajo la luz de la oficina.

                  —Es para ti —le dijo Noel al cadete—. Quería esperar a tu cumpleaños, pero la verdad ya tenía muchas ganas de dártelo.

                  —¿De verdad es para mí?

                  Noel le asintió alegre.

                  —Pero, doctor, todavía falta para mi cumpleaños.

                  —Lo sé, te digo que ya no podía esperar. Vamos, ¡ábrelo!

                  Tom asintió, tomó la bolsa entre las manos, parecía que contenía una caja. Un poco indeciso se decidió a abrir la bolsa y tomó la caja que contenía. Tom abrió los ojos y meneó la cabeza.

                  —¡No puedo aceptar esto! —exclamó.

                  —¿Por qué no? —preguntó Noel desilusionado.

                  —Porque… ¡esto debe ser carísimo! ¡Es demasiado para mí!

                  —No digas eso. Saca la botella para que lo pruebes.

                  —Pero… doctor…

                  El médico lo miraba tan alegre que Tom no pudo evitar obedecerlo. Sacó la botella de cristal y la contempló, ¿cuánto podría costar? Más de lo que podía imaginar. Tom de pronto bajó la cabeza.

                  —¿Qué pasa? ¿No te gusta?

                  —No, no es eso. Es que, ¿de verdad huelo tan mal?

                  —¡Claro que no! —gritó pronto Noel—. No hueles mal, Thomas. No te estoy regalando ese perfume por eso.

                  Noel notó que los ojos de Tom se habían puesto llorosos.

                  —Amigo, es verdad lo que te digo. Sucede que estás madurando, estás creciendo en muchos aspectos, aunque tú no lo creas o lo sientas. Creo que ese perfume va contigo, con una versión más madura de ti mismo. ¿Por qué no lo pruebas?

                  Tom asintió, levantó la tapa y esparció un poco del perfume en su muñeca. Al hacerlo se mareó, de pronto fue envuelto por muchas sombras borrosas y palabras que no terminaba de escuchar.

                  —¡Thomas!

                  El grito de Noel lo sacó del trance.

                  —¿Estás bien?

                  Tom contempló al médico extrañado, ¿qué acababa de pasarle? Asintió levemente, volvió a oler el perfume en su muñeca, esta vez no pasó nada fuera de lo común, aunque la fragancia se le hizo en extremo conocida. ¿Dónde la había olido antes? La marca del perfume ni siquiera la vendían en los mercados y almacenes que la gente de su clase frecuentaba, aun así, juraría que la recordaba de algún lado.

                  —Entonces ¿sí te gustó?

                  Tom asintió y le sonrió al médico.

                  —La verdad me encanta, pero no puedo aceptar algo tan fino y costoso.

                  —No te fijes en eso, ¿quieres? Es un regalo, solo promete que lo usarás.

                  Tom contempló la fina botella adornada con delicados patrones dorados que contenía esa evocadora fragancia. Pensó que quizás si la usaba no incomodaría tanto a las personas con su peste, en especial a ella.

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                  Miranda no se había dado por vencida a pesar de las palabras de Charles sobre su becario. Por tanto, buscó la comprensión de su padre, el teniente general Will. Para su sorpresa se puso del lado de Charles, prometiéndole que la compensaría en otra cosa que no tuviese que ver con su trabajo. Miranda no tenía idea de como deshacerse del lastre de becario que le habían impuesto. A pesar de que estaba segura de que Fields reprobaría en sus clases de FOLD todavía faltaba para eso y debía soportarlo por más tiempo para su tortura. Miranda contempló ansiosa el reloj, gruñó y escuchó al asistente virtual informándole de la llegada del cadete Fields. Resignada lo hizo pasar.

                  —¡Bu-buenas tardes! Ca-capitana Will.

                  ¿Qué acaso este niño nunca dejaba de tartamudear?, se preguntó la capitana fastidiada. Miranda soltó un largo suspiro y se acomodó detrás de su escritorio.




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