Heredero del Eón

Capítulo 28. La última súplica.

Como les era costumbre, la teniente coronel Moral y el doctor Emils acompañaban a Charles en su oficina ese domingo por la mañana.

                  —Pude ocultarlo todo sin problema —aseguró Hilda.

                  —Bien hecho, Moral; de hecho, no se han despertado sospechas. Ahora debemos afrontar esta realidad. El heredero ha tomado la decisión de ignorar su vida pasada y por tanto lo que implica.

                  —Pero ¿por qué? ¿Qué lo hizo haber tomado esa decisión? —cuestionó Hilda.

                  —Su severo cuadro de depresión y estrés postraumático pueden ser la respuesta —dijo Noel.

                  Hilda contempló al médico esperando a que siguiera con la explicación.

                  —Hace poco —continuó Noel—, le pedí a Diamante que me facilitara el expediente de León.

                  —¿Y eso? —preguntó Charles.

                  —Quería armar en mi cabeza lo que pasó esa noche. Verán, es un hecho que Saint y León son seres en principio invencibles y quizás jamás sabremos quién de los dos es el más poderoso, pero sí que había una diferencia como folders entre ambos.

                  Hilda y Charles atendían con seriedad lo que Noel construía.

                  —León siempre fue mejor sanando y sanándose, comparándolo con Saint —continuó—. Y, aunque la herida que recibió hace quince años fue mortal no había razón alguna para que León no se curase.

                  —Esta… —Hilda no quería llegar a esa conclusión—. Esta insinuando que León, el coronel León Porath quería… ¿quería morir? ¿Se dejó morir en manos de Saint?

                  Noel asintió con gesto afligido.

                  —La ideación suicida es un síntoma de depresión y de estrés postraumático.

                  —¡Eso es imposible! —exasperó Hilda—. No, doctor, eso no tiene sentido. Estaba en la cúspide de su carrera, había recibido la legión. ¡Él iba a ser el próximo mariscal!

                  —Lo sé, pero ese era el León del exterior, lo que todos conocían de él, pero no sabíamos lo que había dentro, ni a Charles ni a mí nos contaba. Es muy probable que las raíces de la depresión y el estrés de Tom se originan desde aquel entonces. Por eso se esfuerza tanto en negar esa parte de él. No se siente capaz de afrontarlo.

                  —Si lo pone de esa manera. —La teniente coronel analizaba y cotejaba en su mente sus interacciones con el cadete, lo que Noel decía encajaba.

                  —Y si él no quiere, nada podemos hacer para ayudarlo —Noel dijo soltando un largo suspiro—. Por cierto, parece que todo tranquilo con la Miri, todavía no sospecha, me parece. Eso sí, ya es una bomba de tiempo —advirtió Noel.

                  —Muy cierto. —Charles se recargó en la silla—. Aunque ya le di a Miranda y a Locusto tu nota médica y recomendación, la aceptaron sin más y sacaron a Tom de la ceremonia. Entonces, en tres semanas el heredero entrará a la Universidad Nacional de Artes. Hicimos lo que pudimos.

                  —Si él no habla, nada podemos hacer, no podíamos forzarlo. Aunque queramos no podemos intervenir ni influenciar en sus decisiones, esas son nuestras órdenes. Me siento igual de incompetente, ni siendo un jodido psiquiatra pude ayudarlo. —Noel trató de relajarse y recordó—. Todavía queda el pequeño incidente con su amiguito.

                  —Lo de Rivera, mañana tendré una reunión con los responsables después de analizar los registros de salida. Al parecer, todo indica que chantajearon a Rivera haciéndole creer que Tom se dejaría golpear para evitar que despidieran a su hermana. Resulta que la familia de uno de los simpatizantes de Takeda tiene empleada a la hermana en su compañía. Rivera quiso evitarlo y cayó en la trampa.

                  —No puedo creerlo —murmuró Hilda desaprobando esa acción tan ruin.

                  —Tendrán suspensión segura por lo poco que queda del semestre —continuó el coronel— y veranos de castigo. Si la junta lo decide quizás hasta expulsión.

                  —Espero que sus padres no se pongan locos —musitó Noel con fastidio.

                  —Con apoyo de la junta podremos manejarlo. Ventajas de un gobierno militar, supongo.

                  —Militar y democrático, no lo olvides. A veces me dan lástima nuestros presidentes, son pura pantalla. —Noel notó a Hilda demasiado callada—. ¿Estás bien?

                  —Sí, es que tal vez sea mi imaginación, pero… —Hilda calló un poco antes de seguir—. Quizás estoy equivocada.

                  —Adelante, dilo —le pidió Charles.

                  —Bien, no sé si ustedes lo han notado, pero tengo la impresión de que Tom atrae a los abusadores.

                  Charles se reclinó un poco en la silla, sin responder dirigió la mirada a Noel.

                  —Nosotros también lo hemos notado —le dijo Noel a Hilda.

                  —Acaso, ¿en su otra vida tuvo algo de eso?

                  —No en sí —siguió Noel—. Tuvo una situación similar, pero por razones totalmente diferentes. El punto es que es cierto lo que dice, Tom lo hace. Es lógico pensar que hay algo de ese fantasma de su pasado que lo inclina a hacerlo.




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