La posada era un lugar resplandeciente, Tasia había limpiado todo ya, se encontraba en la cocina preparando postres, haciendo masas, realizando la lista de la compra, cuando le faltaba solo sacar un par de tortas del horno, llego el misterioso hombre, cubierto de barro de pies a cabeza, se veía de mal humor, tanto que al verlo los soldados pararon de hablar y el buen ambiente se dispersó, la Posadera corría alegremente a atenderlo, si había algo que le gustaba a esa mujer era enterarse del ultimo chisme, además de admirar a los guapos soldados, tenía suerte en eso porque ella misma atendía a todos los invitados, a menos que fuera mujer, ella los atendía y a ella se le prohibía dejarse ver por los soldados, Ann, sentía demasiada fascinación por los musculosos soldados para tener competencia, peor todavía a una chica joven y hermosa como Tasia, en cuanto a Tasia preferencia mantenerse alejada de todos los hombres del mundo, observo al hombre enfurecido, blasfemaba contra su capitán mientras subía las escaleras, escaleras que ella tenia que limpiar otra vez, por su culpa, suspiro, tendría que trabajar mas horas extras que no le pagarían, termino de cocinar los pasteles, incluso horneo uno para ellos, observo desde la cocina cuando Ann subió las escaleras, directo ha atender al nuevo huésped, tendría que limpiar las escaleras antes de acostarse, además del pasillo claro, pues cuando todos subieran seguro también subirían barro en sus botas, mañana tendría un gran dolor de espalda, había limpiado barro todo el día, detestaba el entrenamiento de los soldados, pues este era muy sucio, todos llegaban mal humorados, hambrientos, sedientos, impertinentes, y más, pensaba como el hombre lleno de barro, el capitán que los estaba entrenando debía ser un monstruo, los exprimía al máximo, todos empezaron a subir, estaban muy cansados, muchos de ellos eran holgazanes en cuanto a entrenamiento físico, pero ahora estaban obligados a cumplir con su entrenamiento lo mejor posible, dando todo de si, suspiro observando el hall ahora desierto, solo quedaban algunos clientes, el caballero de barro estaba sentado con otro hombre vestido igual a el, caballeros imperiales, no traían sus broches así que no sabia de cuales caballeros eran, podrían ser del Jazmín había escuchado bastante de ellos, pero ella conocía muchos caballeros de esa orden, su orden, y no conocía a el caballero de barro, el otro no podía verlo bien, pues el otro lo cubría, intento acercase pero Ann, la llamo, era momento de limpiar las escaleras, comenzó en el pasillo, cuando termino de limpiar era tarde, ambos hombres, terminaron de charlar antes de que ella terminara, el caballero de barro, entro a su habitación a dormir, con un rostro pálido, murmurando formas de congraciarse con su capitán, lo descarto del cansancio, recogió la comida, y camino hasta su casa, donde sus hermanos la esperaban, comieron tranquilamente, Finn estaba agotado también, paso el día limpiando los establos, atendiendo los caballos, lavando la ropa, atendiendo a Tim, incluso cazo un par de peces, esa noche comieron hasta estar completamente llenos, pero Tim estaba inquieto, el día había sido frió, y aunque iba bien abrigado estaba a la intemperie, el frió lo afecto, el niño pasaría los próximos días con Tasia, seria difícil cuidar de el, mientras realizaba sus deberes, pero no podía ir con Finn, sus labores eran muy pesadas, y no tenían la temperatura adecuada, para los frágiles pulmones de Tim, los tres durmieron esa noche abrazados, ambos adolescentes con el propósito de darle calor al pequeño Tim, la noche les pareció muy corta pues estaban muy cansados, al amanecer los hermanos mayores salieron a trabajar, cuando el pequeño Tim se despertara tomaría camino para encontrar a sus hermanos, antes de irse tomaron sus cosas, limpiaron, revisaron al pequeño Tim, y se marcharon, Tasia a cocinar el desayuno, en cuento a Finn, debía preparar los caballos para cuando los caballeros partieran a su entrenamiento, les esperaba un duro día de trabajo por delante.
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-Elias, hermano, Sami, hey, Sabes Elias tengo pensado invadir el Palacio de Cris...tal.-en cuanto termino de pronunciar trago saliva, su hermano lo observaba sobrio, su rostro muy frio.
-Tienes mi atención, tienes tres segundos antes de que mi espada corte tu garganta.
-Vamos Sami, no me prestabas atención, solo reaccionas cuando se trata de la princesa Athanasia, enserio espero que la encuentres pronto, cada día cambias mas, eres mas sensible a todo lo relacionado con ella, solo quería decirte que debemos ir a los entrenamientos, temprano, Robin y Theos, pasaron bastante tiempo anoche juntos, organizando una fiesta, por supuesto sera en la posada donde se aloja ahora Robin, pues Theos sabe de sobra que no te gustaría que se realizara aquí, después de todo, solo su alteza podría organizar una fiesta, un baile o lo que sea aquí, después de todo es su hogar, su palacio, y aunque oficialmente, seas su prometido, sabemos que tu mas que nadie respetaras la memoria de la princesa, seras el invitado de honor, todos los soldados y caballeros en entrenamiento, quieren verte, agasajarte, están felices de que este aqui, que tomes tu valioso tiempo para enseñarlos.
-estoy perdiendo el tiempo aquí por tu culpa, tu deberías ser el invitado de honor no yo, pero tienen razón en este palacio no se realizara ningún acto tan estridente como una fiesta, sin autorización de su alteza, por cierto, como lleguen en un estado lamentable a palacio, no esperen pasar la noche aquí, y ninguna otra.