LAS CARTAS SOBRE LA MESA (Segunda parte)
Cuando Jeyson estaba doblando la esquina es agarrado por el cuello y estampado en la pared, los ojos azules que tenía frente a él se volvieron completamente amarillos de ira y unos colmillos que sabía cuan letales eran, tan letal como podía ser él y el único que podía darle pelea se encontraba cerca a su rostro.
- ¿¡Qué diablos crees que haces, con mi alma!? – dice un encabronado vampiro.
- Jugando mis cartas –responde tranquilo el lobo
- ¿Jugando tus cartas? Y ¿tenías que besarla, sabiendo que te observaba?
- No te percibí – le dice –entiéndeme no pude resistirme, sabes muy bien que ella es mi mate.
- ¡También es mi alma, mi compañera! ¡Y no debes tocarla! – lo ordena.
- Lo siento, me deje llevar –dice arrepentido.
- ¡¿te dejaste llevar?! ¡¿te dejaste llevar?! –suelta el agarre y sus ojos vuelven a su normalidad. - ¡escucha, no solo para ti es difícil controlarse!
- Lo siento, ya te lo dije - responde el lobo.
- No te mato porque eres mi hermano y porque no es normal que sea compañera de ambos, pero si lo vuelves hacer te dejo sin descendencia, porque te arrancaré los huevos ¡oíste!
Desde que nacieron, siempre sorprendieron a los antiguos y a sus padres el hecho que los herederos nunca habían sentido el deseo de matarse o hacerse daño el uno al otro y no solo era por haberse criado como familia puesto su naturaleza podía ser más fuerte que la razón pero ellos extrañamente eran diferentes.
Al día siguiente Eliana se encontraba sentada bajo el árbol de la escuela leyendo un libro de cuentos, se veía tan o más linda que el primer día que la vieron los herederos, aunque su expresión reflejaba intranquilidad.
- Disculpe señorita, ¿aceptaría esta humilde manzana de este simple plebeyo? – causando una sonrisa en la joven y recibiendo el obsequio.
- ¿Simple plebeyo? - pregunta ladeando su cabeza para ver la reverencia que había hecho Michael ante ella - ¿tú? No lo creo – sonríe mientras vuelve sus ojos a su libro.
- ¿Qué estás leyendo? – sentándose a su lado, mirando al libro sin portada
- Es la historia de una joven que desea ser amada por la persona correcta, pero al llegar a él… ella no puede dejar que la ame. – dice sin dejar de ver el libro.
- ¿y porque no puede dejar que la ame, si era la persona correcta? – pregunta tratando de mirar su expresión.
- Porque… ella… debe matarlo.
- ¿¡Matarlo!? – pregunta sorprendido - ¿¡Porque, no lo entiendo!? ¿¡Porque debe matarlo si lo ama!?
- Porque así debe ser. – se para con la intención de irse – lo siento otro día te la sigo contando, tengo que irme a trabajar.
- ¡Espera! ¡te acompaño! – deteniéndola del brazo.
- Te lo agradezco, pero iré a otro lado antes – soltándose con cuidado del agarre.
- Oh – dice con tristeza - ¿puedes cenar más tarde conmigo? – pregunta con su sonrisa característica.
- ¡Claro, te espero más tarde! – responde sonriendo, mientras se va.
Era casi la hora de salida de Eliana y Michael esperaba frente al minimarket, al verla salir con su cabello suelto el aroma de su cabello inundo sus fosas nasales, sentía la vena de su cuello llamándolo a ser probada una y otra vez, podía oír su respiración y cada latido de su corazón, la tentación de correr hacia ella y reclamarla como suya era grande, pero decidió darle paso a la razón.
- Buenas noches, señorita – dice Michael apareciendo frente a la joven con su aire misterioso típico de los vampiros. – permítame tener el honor de acompañarla a cenar – mientras coloca su brazo en forma de asa.
- Muy amable caballero –responde mientras coloca su brazo en la asa de su acompañante.
En la cena los jóvenes se divirtieron mucho con las ocurrencias de Michael, el ser coqueto ayudaba demasiado a que la reunión se volviera amena, al término de esta los jóvenes caminaron mientras seguían riéndose de todo, cualquiera que los hubiera visto podía haber jurado que estaban borrachos cuando no era así, llegaron a donde vive Eliana y era momento de despedirse.
- ¡Eliana! – dice Michael deteniéndola antes de que entre.
- ¿Si?
- Quizás lo que te diga, te sorprenda… por lo poco que nos conocemos…pero… - le dice teniéndola frente a frente – me gustas, me gustas mucho.
- ¿¡Qué!? – responde sin creérselo que los dos chicos más populares de su escuela le estuvieran diciendo esto.
- Sí, me gustas mucho.
- Pero…
- Shhhh, –colocándole un dedo en los labios de la joven – no digas nada, por favor – le toma las manos y el vampiro se sorprende que no quemaban como con las otras, realmente era su alma. – no te estoy pidiendo respuesta alguna – continua mientras la joven lo mira fijamente – deja que sea yo, el que te enamore día a día, – le besa el dorso de su mano derecha - que veas en mí a la persona indicada para tu vida - Le dice sonriendo.
- Yo…
- Shhh – vuelve a colocarle el dedo en sus labios – calla, por favor – toma su rostro con sus dos manos – no me des respuesta alguna – se acerca a su boca – deja que te enamore poco… a… poco – la besa tierno y delicadamente. Siendo correspondido.