Herederos de la tormenta

Prólogo

La sangre caía en sus manos. Se preguntó, por un instante, cómo había acabado ahí.

Él no quería que esto pasara. Solo quería hacer las cosas bien. Pero, como siempre… lo había hecho mal.

El olor a hierro y tierra húmeda lo envolvía. Las llamas danzaban a su alrededor con rabia creciente.

Sus ojos captaron una figura alta entre el fuego. Y, de pronto, nada más importó.

Unos ojos grises lo miraban con furia. Trató de hablar. Tragó saliva.

Quiso volver el tiempo atrás. Volver a ese salón iluminado por la luna. Donde, por un instante, se había sentido seguro.

Sus manos temblaron. Alzó una de ellas, cubierta de sangre, hacia él. Pero esa mano no fue tomada.

Solo se alejó.

Otra vez.

Quiso gritar. Quiso decir que lo sentía. Que iba a cambiar. Que podía hacerlo. Por él.

Solo por él.

Pero no pudo.

Su garganta se apretó. Las lágrimas salieron sin permiso.

Y entonces, solo quedó esa pregunta:

¿Por qué siempre tenía que perder todo lo que amaba?

Sus sollozos se rompieron en el aire, después de años de silencio.

Ya no era él mismo. Ya no pertenecía a ningún lugar.

Un cansancio profundo se apoderó de su cuerpo. No luchó. Dejó que sus ojos se cerraran.

Y, antes de que la oscuridad lo envolviera por completo, solo un pensamiento persistió:

"Ojalá no vuelva a despertar."




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