Me veo frente al espejo, es la primera vez que me pruebo el traje hecho especialmente para la boda, un pantalón de vestir negro, la chaqueta cruzada de cuello alto cruzada por una banda azul marino que nace desde una de las hombreras, oh si, ahora si parezco uno de los príncipes, salido directamente de un cuento de hadas. Cuatro días, pasado mañana debo volver a Hannover para ultimar detalles.
El sastre mira cuidadosamente, cualquier detalle que pudo ser pasado en alto antes de enviar el traje a colocar las insignias y demás accesorios.
Mi teléfono vibra al otro lado de la habitación.
—Tomémonos, diez minutos, por favor.
—Faltaba más, su alteza.
Le sonrió en respuesta, mientras voy por mi teléfono.
La pantalla se ilumina "Lyris", cierro los ojos, y lo veo nuevamente, no estoy loco, es su nombre.
—¿Hola? — pregunto ansioso y no del todo convencido de hacerlo.
—Eh... Esto... No se por dónde comenzar — su voz suena nerviosa, lo que provoca que una sonrisa aparezca en mis labios, tiene una voz bonita y delicada.
—Tranquila que no muerdo — no puedo evitar meterme con ella.
Se le escapa una risita y me doy cuenta de que es probable de que tenga sentido del humor.
—Solo estoy un poco nerviosa, no estaba segura de llamarle, su alteza, ahora creo que hice lo correcto — hago una mueca ante el honorifico.
—Primero, llámame Hale, en pocos días estaremos casados, así que creo que sería un buen inicio.
—Puedes llamarme Lyris, también — su voz se ha calmado, suena mucho más serena — me preocupe cuando no recibí una respuesta al mensaje que te envié.
Es verdad jamás, lo hice.
—Lo siento, en ese momento, podría haberte enviado cualquier cosa
—Lo comprendo, todo esto es una locura, yo jamás he salido del castillo en Ilis, y ahora esto me sobrepasa.
La comprendo, en verdad lo hago.
—Supongo que a ti también te dejaron sin más opción.
—No tienes idea — dice con voz apagada.
—Vamos a mí también me han obligado a todo esto, si alguien es capaz de comprenderte, debo ser yo.
—No lo entiendes, eso va más allá de este estúpido matrimonio arreglado.
Esta mujer puede cambiar de ánimo como encender una luz, respiro hondo porque estoy comenzando a perderme el hilo de la conversación y eso no me gusta.
—Explícamelo Lyris por que no lo entiendo.
Suelta un suspiro.
—Hale, si solo se tratara del matrimonio, no tendría problema, cualquier mujer se podría enamorar de ti, pero yo no.
— ¿Por qué?
Me gruñe. Suena un poco exasperada y sospecho que es por mi culpa.
—Por qué no me gustan los hombres, tan difícil es captarlo, me gustan las mujeres.
Por un momento me quedo atónito, anonadado, sin palabras, jamás se me paso por la mente algo así, pero claro que eso convierte a todo esto en una completa locura.
—Sé que no es una noticia fácil de recibir, desde que mi padre se enteró, me prohibió salir del palacio, como si fuera una enfermedad o algo por el estilo.
—¡Por supuesto que no es así!— exclamo — Dios santo, estamos en el siglo XXI, no puede ser que ocurran este tipo de cosas, tú tienes el derecho de que te guste quien quiera.
Saca el aire que ha contenido, no logro imaginar por cuantas cosas tuvo que haber pasado Lyris en su vida en Ilis, pero una cosa era segura, sobre mi cadáver iba a volver.
—Por eso tenía que hablar contigo primero, estoy segura que mi padre no le comento nada al respecto al tuyo, y no quisiera ponerlo en ridículo, pero yo no me puedo casar contigo.
Ahora es mi turno de sacar un suspiro, en definitiva, la boda no podía seguir delante de ninguna manera, pero una cosa era decirlo, y otra muy diferente era conseguirlo.
—Hallare una manera, te lo prometo.
—Eres la primera persona que sabe, fuera de mi familia, por alguna razón que no logro comprender, sé que puedo confiar en ti.
—Después de esto, tú y yo debemos ir por unas copas, y quien sabe ligarnos a alguien.
Suelta una carcajada ronca y fuerte, liberando todo aquello que había contenido por mucho tiempo.
—No quisiera tenerte de mal tercio, cuando al final de la noche yo tenga pareja y tú no.
Bromeamos unos minutos más, quizá perdí una candidata a esposa, pero acabo de ganar una amiga y eso es mucho más valioso que un estúpido matrimonio arreglado.
Es misma tarde partí de regreso a Hannover, aun sin un plan, pero con la esperanza de que mi padre entendiera que habían mas razones de peso para detener toda esa farsa.
La abuela Bridge, a la única a la pude pedirle consejo, no se guardo ninguno de sus comentarios, pero al final, y como siempre, termino guiándome por el camino correcto, debía hablar con sinceridad con mi padre y para eso Lyris debía estar de acuerdo de que compartiera su secreto.
Son más de las diez de la noche cuando llego al palacio, estoy exhausto pero aun tengo muchas cosas que hacer antes de dejarme guiar por morfeo.
Primero mis padres me esperaban en la cámara del Rey, algo así como un despacho muy grande, pero esos eran los nombres oficiales. Llamo a la puerta antes de entrar.