Herederos: El PrÍncipe De Hielo

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Josabet

Ver el rostro fruncido del príncipe tonto a mi lado, en un inicio me pareció gracioso, ahora realmente me mira como si deseara matarme. Es la segunda partida de monopoly y vamos perdiendo, nada para sorprenderse, nos llevamos tan bien como el agua y el aceite.

―Tienen que jugar como un equipo o no llegarán a nada ― dice el abuelo Lex divertido, mientras la abuela niega con la cabeza.

Compartimos una mirada llena de orgullo, ambos sabemos que si no lo hacemos, no ganaremos. Nuestras ganas de ganar son aún más grandes que nuestro orgullo.

Extiendo mi mano hacia él.

― ¿Tregua?

Asiente con la cabeza tomando mi mano.

―Tregua.

Me parece ver un atisbo de sonrisa en los labios del rey, creo que me estoy volviendo loca.

Miro el reloj en mi mesita de noche, son poco más de las cinco de la mañana. Es jueves el día libre de Paulie, ella lo aprovecha para estar con sus nietos, no podía pedirle que se quedara, por más que la familia real estuviera de visita.

Normalmente yo puedo hacer la comida sola para los que vivimos dentro del castillo, que no éramos pocos, unos cuantos mas no harían gran diferencia.

Bajo en pijama hasta las cocinas. Empiezo a sacar todo de la nevera y la alacena. Troceo fruta, preparo el jugo y los huevos, frio la tocineta. Hago los pancakes que tanto le gustan al abuelo y por supuesto también la miel, que le gusta preparada en casa, no comprada.

Miro el reloj en la pared, son más de las siete, en unos minutos llegaran las chicas que nos están ayudando con el servicio.

Subo hasta el segundo piso donde está mi habitación y me encuentro con una Lady Lyris en pijama saliendo a hurtadillas de la habitación de Coral, alguien durmió acompañada anoche, si durmió. No soy anticuada, ni homofóbica, que hay algo entre ambas es evidente, pero creo que las cosas están yendo un poco rápido.

―Buenos días Bet ― dice un poco sorprendida por mi presencia.

La veo llevar un pijama con estampado de corazones, es algo infantil, pero luce adorable en ella.

―Buenos días Lyris, el desayuno estará servido en una hora ― le informo con una sonrisa. Hay algo en ella, que me hace querer protegerla y apapacharla, como una hermana menor.

―Gracias ― me regala una sonrisa tímida antes de entrar en su habitación.

Dejo escapar una carcajada y sigo mi camino.

― ¡Esto está delicioso!― escucho decir a Lyris en cuanto voy entrando al comedor.

Todos están en la mesa con excepción de Hale, a quien no veo por ningún lado.

―Debes probar los pancakes ― comenta el abuelo con una gran sonrisa ― pero eso sí, dejen una buena porción para mí.

No puedo evitar reír. El abuelo jamás perdonaría a nadie que le prive de sus adorados pancakes.

―Tranquilo abuelo, he guardado los más grandes para ti ― le digo y sus ojos brillan de contentos.

―Gracias, cielo ― me acerco a él y le doy un sonoro beso en la mejilla, mientras ríe.

Hago lo mismo con la abuela, que me regaña por consentir tanto al abuelo, aunque sé que ella lo disfruta tanto como yo.

―Buenos días, con todos ― digo mientras tomo asiento junto a Coral.

―Buenos días, cariño, el desayuno te ha quedado perfecto ― la abuela Bridge me regala una de esas cálidas sonrisas que me hace querer envolverla en mis brazos y abrazarla tan fuerte que me da miedo llegar a hacerle daño.

― ¿Has sido tú quien preparó todo esto? ― Pregunta la reina Marine.

Asiento algo cohibida.

―Hoy es el día libre de Paulie, Bet, se hace cargo de la cocina mientras no está ― explica el abuelo, mientras yo me encojo de hombros.

―No es nada realmente, me gusta cocinar, siempre ayudo a Paulie cuando tengo oportunidad, me gusta sentirme útil.

―Hablando de sentirse útil, Hale debería estar levantado ― comenta con evidente molestia Marine, caigo en cuenta que es la primera vez que los veo llevando ropa normal.

―Déjalo ser mujer ― dice su marido tomando su mano y depositando un dulce beso en sus nudillos ― no es común que tengamos días de descanso.

La abuela asiente de acuerdo.

―Hija, aprovecha tú también para descansar.

Tomo unas cuantas fresas en mi plato, las amo.

―Abuela ― se vuelve a mí ― ¿Qué deseas hoy para almorzar? ― me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa pícara.

― ¿Qué tal si, el favorito de Hale?, sopa de albóndigas.

Enarco las cejas, quien lo diría, al príncipe le gusta la comida casera, al final al escuchar que todos están de acuerdo con la elección, termino aceptándola también.

―Está bien entonces será sopa de albóndigas ― mentalmente enumero las cosas que hacen falta para poder hacerla ― tendré que ir a comprar algunas cosas, aprovechare y traeré lo que haga falta para la cena de navidad.

―Buenos días ― llega nuestro querido príncipe, nótese el sarcasmo, son el cabello mojado y sus ojos grises brillando como joyas, lleva un jersey delgado que se le pega al torso, de infarto y unos jean negros que dejan muy poco a la imaginación. Desvió la mirada en contra de mi voluntad, debería ser ilegal que se vea tan bien.

―Buenos días cariño, te has tardado ― dice la reina en cuanto este se acerca a darle un beso.




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