Josabet
El tiempo que hemos compartido con Hale, es probablemente el mejor de mi vida, hemos hecho todas las cosas cursis que aparecen en las películas, y de hecho porque lo hemos sacado de las mismas. Suspiro y abrazo con fuerza a la almohada, cada noche hemos tenido una sesión privada de películas rosa, directa de la colección de la abuela, salimos a cenar en el muelle de Ambur, aunque nos vimos forzados a volver al castillo cuando los reporteros comenzaron a pasarse de la raya, al inicio todo parecía difícil y no me veía en esto, pero ahora lo añoro.
Sé que es ridículo pensar que con tan poco tiempo me esté enamorando de él, pero que puedo hacer cuando mi corazón late desbocado con la sola mención de su nombre, o que una gran sonrisa aparezca en mi cara con solo pensarlo, pero con el pasar de los días, las dudas desaparecen y necesito cada vez mas de Hale.
Además, ¿Cómo no amarlo?, si contra todo pronóstico es detallista y romántico, aquello del príncipe de hielo era solo una fachada elaborada para alejar a la gente, dejando sus máscaras de lado, está un hombre bueno, generoso y protector. He sido capaz de ver al verdadero Hale y me siento afortunada de tener ese privilegio.
Me giro boca arriba y dejo que mi mirada vague en el techo, siento una pequeña angustia en el pecho al pensar que solo nos quedan tres días de presunta paz, no sé qué va a pasar cuando el príncipe abandone Ambur, y regrese a Lizar, donde debe estar, no me siento capaz de irme de aquí y dejar a los abuelos solos, pero lo que más terror me da es que fuera de estas paredes, vaya a descubrir a otro Hale.
Todo esto, no puedo evitar sentirlo, soy insegura, aunque trate de aparentar que soy fuerte, no lo soy, no puedo dejar de pensar en todo aquello que debo sacrificar por estar con Hale, aun cuando se ha mostrado abierto y dispuesto a esperarme, sé que la situación no da para eso y tengo miedo que en algún punto nos veamos en la obligación de hacer algo de lo que ninguno de los dos está preparado.
Con toda clase de pensamientos, caigo en un sueño intranquilo.
Veo la carita sonriente del pequeño Hale, a través de la pantalla del computador, desde aquel día que lo visitamos no hemos podido hacerlo nuevamente, ya que la prensa hace todo un alboroto por ello y es un hospital donde sus pacientes necesitan paz.
― ¿Es verdad que te convertirás en reina? ― pregunta con sus ojitos brillosos de emoción, dejo salir un suspiro, he escuchado esa misma pregunta de muchas formas distintas en los últimos días.
―Aun no lo sé cariño, ¿te gustaría que lo fuera? ― es una pregunta con trampa, lo sé.
Asiente enérgicamente.
―Si eres reina, ¿podrás ayudar a más niños que tengan problemas como yo? ― dice al final, con una gran sonrisa.
En ocasiones siento la presión de que todo el mundo espera mucho de mí, tengo miedo a decepcionarlos, y a decepcionarme a mí misma. El mundo no está hecho de buenas intenciones.
Me encierro en el despacho, tengo algo de trabajo acumulado, mientras reviso algunos informes del municipio, llaman a la puerta, frunzo un el ceño, no voy a acabar esto nunca.
―Adelante.
La puerta se abre y Lyris aparece con su gran sonrisa, desde que llego siempre la he visto de esa manera, la verdad es que nos contagia a todos con su carácter alegre y relajado.
―Es Noche Buena, tenemos que preparar los regalos ― si sonrisa es como la de una niña, no puedo evitar sonreírle en respuesta.
― ¿Y qué es lo que propones?
Finge pensarlo mientras su sonrisa se ensancha, si eso es posible.
―Había pensado que podríamos ir al centro comercial, hacer algunas compras de última hora, tomarnos un café y charlar, no se podríamos conocernos mejor ― la observo por unos instantes, si lo pienso detenidamente, no hemos tenido oportunidad de hablar, he pasado más tiempo con Hale y ella por su parte lo ha hecho con Coral ― ¿Qué me dices? ¿Aceptas?
―Creo que un café me vendría de perlas en este momento ― digo dejando los papeles que revisaba de lado, tomo mi bolso que descansa en el respaldar del asiento, rodeo el escritorio y llego hasta ella ― vámonos.
Paseamos por los pasillos del centro comercial, bromeamos en ocasiones, y me doy cuenta que no somos tan diferentes, de hecho me siento relajada en su compañía, y disfruto cada momento y comentario. Al estar dentro del castillo, sentía como si nuestra diferencia de edad hubiera sido abismal, pero ahora me doy cuenta que era en gran parte por mi culpa, estoy tan concentrada en mantener todo bajo control que me olvido de que tengo solo veinte y tres años, no cincuenta. Me estoy perdiendo una de las etapas más hermosas de la vida, por estar concentrada en demostrar que no soy como mis padres, cuando nadie me juzga por eso.
―Josabet ― dice Lyris deteniéndome de repente, me mira fijamente, ladeando la cabeza ― ¿Estas bien? Te has quedado callada de la nada.
Niego con la cabeza.
―Me he perdido en mis pensamientos, pero no es nada, ¿Qué es lo que me decías?
Asiente y sonríe de manera comprensiva.
―Te preguntaba, ¿Desde cuándo Coral está aquí?
Lo pienso por un momento, Coral llego a casa, alrededor de junio del año pasado, para las fiestas de independencia de Hannover.