Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 1

 

🌊❄❄🌊

“NORMALIDAD”

“La normalidad está sobrevalorada, que tu rareza rompa el molde de lo corriente”

L.S

Desde hace siete años mi rutina ha sido la misma, me levanto temprano, salgo de mi casa y paso por casa de Nati, la castaña que se ha ganado el título de mi mejor amiga. Juntos vamos a la costa para poder observar el amanecer y luego emprendemos nuestro camino a la escuela. Ese fue nuestro ritual por siete años, pero ahora parece que fue menos el tiempo que pasé con ella, hoy observando el amanecer una vez más, sin saber cuándo será la siguiente vez que suceda.

De no ser porque luego de dejar este lugar me iré por quien sabe cuánto tiempo, diría que todo es normal, pero no es así, hace seis meses que la normalidad salió por la ventana.

—¿En serio tienes que irte? —la pregunta de mi amiga se hunde en mi pecho, pero no puedo ser egoísta y mostrar mi dolor, no puedo hacer de esto una situación aún más difícil.

—Según mi mamá es más que necesario —giro mi cabeza para poder verla, los primeros rayos del sol iluminan su rostro, sus ojos cafés casi brillan, su cabello castaño vuela gracias a la brisa del mar, para mí, Natalia siempre fue de las chicas más bellas del pueblo —pero ten por seguro que volveré, y no es como que no hablaremos mientras este fuera.

—¡Por medio de cartas Liam! ¿Tienes idea de quien fue la última persona de mi familia en usar la oficina postal? —su dramatismo siempre me ha hecho reír, es parte de ella y hace años que lo había aceptado, hace nuestras vidas un poco más interesantes.

—Ni idea, ¿Serias tan amable de iluminarme? —bromeo para tratar de cambiar el ambiente de la situación.

—¡Mi bisabuela!, ni siquiera fue mi abuela, es más, estoy casi segura de que la oficina postal ahora es la sede de los drogadictos del pueblo —pongo mis ojos en blanco para tratar de molestarla. Como respuesta recibo un golpe en mi hombro.

—No tienes por qué preocuparte por eso, las cartas tendrás que dárselas a mi mamá, ella me las hará llegar.

—¿Quieres explicarme a donde rayos te vas? No podemos hablar por otro medio que no sean cartas, las cuales tengo que dárselas a Coral para que te las haga llegar —Natalia parecía al borde de un colapso—. Liam, si te están obligando a irte a un campamento secreto para experimentar contigo solo tienes que decirlo y te aseguro que al atardecer te pondré en un bote para que puedas escapar tranquilamente —mi risa llena por completo el muelle, es inevitable no amarla.

—Tranquila, es solo un internado —sonrío para quitarle importancia —, te aseguro que no será por mucho tiempo, en menos de lo que crees, estaré parado frente a tu puerta, listo para observar el amanecer contigo aquí mismo —la promesa es para ambos, no solo para ella, regresaré de una u otra forma, iré a ese lugar a buscar lo que sea que mi mamá quiera que encuentre y regresare sin dudarlo.

—¿Lo prometes? —cuestiona mientras extiende su mano.

—Por la vida de mi mejor amiga —contesto sin dudarlo, pero recibo otro golpe en mi brazo.

—¡Eres un idiota Liam! —sin poder contener mi risa tomo su mano.

—Lo prometo por mi vida, regresare Natalia, lo juro. —ella solo sonríe de forma melancólica, esto duele, una presión en mi pecho no me permite respirar cómodamente.

Es un “hasta luego”, para mi amiga y para las costas que me vieron crecer.

⏳⏳⏳

Ya me he despedido de todas las personas que me importan en este lugar, aunque en mi casa solo somos mi mamá y yo, consideramos que nuestra familia es más grande de lo normal, nuestros vecinos son nuestra familia, la comunidad completa lo es.

Mi mamá es una especie de curandera y había salvado más de una vida en nuestro pueblo, gracias a eso tiene el agradecimiento de muchas personas. Tanto es el respeto que le tienen, que muchas de las personas buscaban su consejo para tomar decisiones importantes, ella unió a las personas. Muchos de los ancianos me contaron historias de cómo era el pueblo antes de que mi mamá y yo llegáramos.

Decir que era un lugar frio y sombrío es poco, muchos de sus habitantes ni siquiera se dirigían la palabra, no fue hasta que una misteriosa mujer de cabello negro como la noche y ojos azules como el zafiro llegó con un bebe en brazos y todo cambio por completo, el pueblo la recibió y ella supo recompensar su hospitalidad.

Mi mamá tenía dinero suficiente para comprar una pequeña casa, una de las más antiguas del lugar, fue en esa casa y en las primeras semanas de estadía donde la misteriosa mujer salvó la vida de la hija recién nacida de sus vecinos, aquella niña que se convertiría en mi mejor amiga. Ellos en compensación le ayudaron a reparar algunas cosas de la casa. Y así muchas personas llegaban en búsqueda de ayuda y sanación, pero no fueron las hiervas o los tónicos que mi mamá prepara los que ayudaron al pueblo, fue su amabilidad, su bondad, su empatía y su espíritu las que ayudaron a curar el corazón roto de este lugar.

Con los años ella ayudó a construir un lugar mejor, uno donde las personas se ayudaban mutuamente, donde se respiraba paz y tranquilidad, un lugar seguro que brindaba hospitalidad y alojo a todo aquel que llegara a buscarlo. Ella construyó un hogar para mí, la casa vieja y en ruinas se había convertido en el corazón del lugar, aun a mis diecisiete años no terminaba de comprender como ella había logrado todo esto y aun así lucir exactamente igual que hace diecisiete años, sin una sola arruga, ni un solo cabello blanco, como si el tiempo no hubiera pasado por ella.




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