Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 2

🌊❄❄🌊

PRIMERAS LECCIONES

Llevaba cinco horas en este lugar y la verdad estoy orgulloso de no haber perdido la cabeza en las primeras tres horas, pueden llamarme dramático o drástico, pero renunciar a tu vida para iniciar una nueva es cosa de valientes.

Solo espero que mi valentía no se acabe pronto.

Tristán ha dejado más que claro que me apoyara en todo este proceso y yo no podría estar más que agradecido, lo conozco desde apenas cinco horas, pero ya se ha convertido en mi tío favorito, aparte de ser el único, aunque debo admitir que tiene ciertas manías que me desesperan, como meterse en mi cabeza cuando le he pedido decenas de veces que no lo haga o cuando se ríe de mi cada vez que algo me sorprende, lo cual resulta ser cada cinco minutos, justo como en este momento.

—Creí haberte escuchado decir que solo tu podías abrir esa puerta. —Le reclamo entre dientes sin apartar la vista de la rubia que me mira con gracia, como si fuera un chiste.

—Así era, pero que te puedo decir, Amirah es una de las mejores. —Se excusa encogiéndose de hombros.

—La mejor querrá decir Profesor Litore. —Interrumpe la rubia quien se adentra en la habitación, decir que es hermosa es poco, se nota su buen gusto y posición, lleva unas botas negras arriba de la rodillas, un vestido del mismo color y una muy brillante chaqueta dorada, pero no me sorprende después de todo es hija de una reina, supongo que eso la hace una princesa o algo así. —Asumo que él es su sobrino.

—Asumes bien. —Le contesta Tristán con una sonrisa mientras cruza uno de sus brazos por mis hombros. —Él es Liam. —Sin saber como actuar ante la realeza solo extiendo mi mano, la chica la mira detenidamente y luego de una sonrisa ladeada me corresponde el saludo.

—Nunca había estado tan cerca de un humano. —Dice con gracia y mis ojos se abren tanto que amenazan con salir de sus cuencas, ni siquiera había abierto mi boca y ya me habían descubierto.

—Tranquilo. —Tristán palmea uno de mis hombros. —Yo le conté la verdad sobre ti. —Elevo una de mis cejas mientras lo veo con reproche.

—¿Qué tu qué? —Pregunto con poco agrado, se supone que me pueden mandar a la cárcel o lo que sea que tengan en este lugar para castigar a las personas que infringen la ley, y él le comenta mi situación a alguien que ni siquiera conozco, cuando en la mañana me dejo más que claro que no debo comentárselo a nadie.

—Con calma fiera. —Responde la rubia. Amirah creo que es su nombre, no preste tanta atención por la sorpresa. —Soy de confiar, por eso tu tío me pidió que te ayudara a adaptarte a este lugar, enseñarte lo que significa ser un carrier.

—Bien, supongo que si tú confías en ella yo puedo hacer lo mismo. —Digo viéndola de reojo.

—Muy bien Liam, te dejo en muy buenas manos, yo tengo una clase que dar. —Tristán baja las mangas de su camisa y con algunos movimientos extraños hace que un maletín y una chaqueta lleguen a sus manos. —Yo te veré en la noche para hablar de tu día, la mayor de las suertes. —Se despide mientras sale por la puerta.

Es increíble, vengo a un lugar totalmente desconocido, con alguien desconocido, y justo cuando comienzo a entrar en confianza me abandona con otra desconocida.

“Universo, en serio me tienes que odiar para hacerme pasar por este tipo de cosas”

—Bueno. —Comienza a hablar Amirah. —Superando la parte del silencio incomodo, creo que debemos empezar con un recorrido por la academia. —Se dirige hacia la puerta y la abre con sus manos, creo que no todos abusan de la magia aquí. —Ven, salgamos. —Sin decir nada, solo salgo por la puerta y ella lo hace tras de mí.

Luego de salir de la Torre Zajari, la rubia toma la iniciativa y comienza a caminar por uno de los caminos de roca.

—Para poder avanzar un poco con esto hablaremos sobre cosas básicas de este mundo mientras te muestro el lugar, ¿Qué dices? —Pregunta con una amplia sonrisa, la miro fijamente sin perderme ningún detalle, y por un segundo desde que llegue a este sitio mi pecho libera una pesada carga.

—Eres la experta aquí, yo haré lo que pidas. —Digo encogiéndome de hombros y ella sostiene su sonrisa.

—Me agrada tu actitud, ahora dame la mano. —Arqueo las cejas en señal de duda, espero no estar mal interpretando las cosas. Después de unos segundo y notar que ningún musculo de mi cuerpo se mueve, ella ladea su cabeza. —Descuida, no es lo que piensas. —Dice entre risas. —Es solo que necesito saber que tanto te enseño tu tío. —Rasco mi antebrazo con cierta incomodidad, toda la vida crecí rodeado de personas así que me consideraba social, es solo que siempre fueron las mismas personas y nunca tuve acercamientos tan rápidos con los extraños.

—También podría contarte lo que ya sé. —Digo tratando de sonar amable, pero ella levanta una de sus cejas.

—Si, podrías hacer eso. —Repite mis palabras. —O podrías darme tu mano y ahorrarnos valioso tiempo que créeme, lo necesitaremos. —Responde de brazos cruzados y con una sonrisa, como si mi incomodidad le causara gracia.

—Como digas. —Extiendo mi mano, ella suelta sus brazos y con sus manos envuelve la mía.

—Sentirás una especie de energía, pero no te asustes, solo permítele avanzar, ¿entiendes? —Con más duda que seguridad asiento y ella cierra sus ojos. Una luz purpura sale de las palmas de sus manos, contengo mi respiración y un escalofrío recorre mi brazo, Amirah deja mostrar su sonrisa, aunque aún mantiene sus ojos cerrados. Por si la luz no fuera poco, una muy extraña arena purpura aparece rodeando nuestras manos, me recuerdan a los cardúmenes de peces que miraba en Amalfi cuando Natalia y yo salíamos a navegar con su papá, una sonrisa aparece en mis labios al recordar a mi amiga. La arena desaparece al igual que la luz purpura y Amirah abre sus ojos.




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