Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 9

“CONTROL MYTHIRIO”

🌊❄❄🌊

No note cuando el tiempo volvió a correr de nuevo, ni si quiera recuerdo en qué momento termine sentado en el piso viendo a un agotado Zephyr sostener el peso de su cuerpo sobre una de sus rodillas. En definitivo no esperaba un cálido agradecimiento por su parte, había dejado claro que lo cálido no es lo suyo, pero al menos merecía una explicación, acabo de evitar que se transformara en alguien o en algo que pudiera matarme con facilidad, pero es todo lo contrario, solo está frente a mí, inmóvil, silencioso, como una estatua, una sin expresión o sentimiento.

—¿Qué rayos acaba de pasar? —Me amino a romper el silencio, pero luego de segundos sin respuesta entiendo que no está dispuesto a colaborar. —Bien, entiendo que estés molesto por inmiscuirme en tu mente y quizá violar tu privacidad, entiendo que no debo estar en este lugar, está más que claro que está diseñado solo para una persona, pero al menos espero que me expliques como es que casi muero hace algunos minutos. —Más silencio ensordecedor en la habitación. Ya he tenido demasiada paciencia con el chico.

Me levanto hecho una furia del piso, mis ojos fijos en la puerta, pero cuando trato abrirla, no puedo, como si estuviera sellada, no importa cuánto forcejee no puedo abrirla.

—No se abrirá hasta dentro de un par de horas. —Escucho su voz a mi espalda, pero le contesto de la misma forma que él lo hizo, con silencio.

Mi frente cae sobre el frio metal de la puerta, quizá la mayor parte del hielo se fue, pero aún hay escarcha pegada en la pared.

—¿Cómo fue que lo hiciste?, ¿Cómo recreaste la melodía de mi madre? —Una risa desganada se asoma en mis labios al recordar la formalidad con la que tratan los herederos a sus padres.

—Lo saque de tu recuerdo, tengo una muy buena memoria, por eso pude recordarla, pero dejando la melodía afuera, no sabía lo que estaba haciendo en lo absoluto. —Contesto sin apartar mi cuerpo de la puerta, lo había seguido por una semana completa, no lo seguiría haciendo, no importa cuánto muera de la curiosidad, no lo haría más.

—Aun no comprendo como fuiste capaz de revertir la…—Zephyr deja de hablar, como si se diera cuenta que lo hace de más. —Los cristales dejaron de funcionar hace algunos años.

—Sabes, yo tampoco entiendo. —Me volteo molesto. —No entiendo absolutamente nada de lo que acaba de pasar, tus ojos cambiaron, tu piel estaba cubierta de escarcha y estabas congelando todo a tu alrededor. —Exploto mientras señalo el lugar entero. —No sé qué acaba de pasar y tampoco sé que hice con esos cristales, así que, por favor, ¡Explícame de una maldita vez! —Sus ojos no se apartan en ningún momento del suelo, quizá esperando que las respuestas brotaran de él.

—No era escarcha la que cubría mi cuerpo. —Comienza a hablar en un hilo de voz. —Eran escamas, Liam. —Enarco mis cejas por su respuesta.

—¿De qué rayos hablas? —Pregunto aún más molesto que antes.

—¡No era escarcha, maldita sea! —Grita con enojo. —¡Eran malditas escamas! —Sus ojos al fin dejan el suelo y hacen contacto con los míos. —No me digas que no sabes la historia de la bestia del norte, el heredero del invierno, o como otros me llaman, “adefesio real”. —Sus ojos brillan con esa luz invernal nuevamente y el cierra sus parpados con fuerza, cuando vuelve a abrirlos sus ojos son normales de nuevo.

—No sé de qué rayos hablas Zephyr, no sé si sepas, pero pasé meses en una cama, desconectado por completo de este mundo, y cuando desperté apenas y recordaba mi nombre. —Me escudo usando la mentira que estaba a pocas repeticiones de creérmela yo mismo. —Ten por seguro que no sé de lo que hablas.

Sus ojos se apartan de los míos, su rostro me dice que está procesando mis palabras, incluso debatiéndose entre creerme o no.

—¿No lo sabes entonces? —Pregunta con su típico tono frio.

—Creo que eso ya quedo más que claro. —Digo tratando de mantener la calma por unos minutos más.

Zephyr se levanta del suelo, cuando está completamente de pie, da unos pasos hacia mí.

—Siéntate y prepárate para escuchar una historia entonces. —Una sonrisa forzada se asoma en su labios y agradezco al universo por al fin darme las respuestas que busco.

“Hace muchos años, muy en el norte, en el más frio de todos los reinos, se esperaba con ansias la llegada del primogénito del Rey Aspen y la Reina Eira, el nacimiento del heredero nival era motivo de celebración en todo los rincones del reino, muchas personas perdían el aliento solo de pensar en que pronto su futuro regente llegaría al mundo. Pero no todos compartían la felicidad de los soberanos del invierno.

Entre las sombras más oscuras se escondía una poderosa hechicera, un alma corrompida por el odio y el rencor, un ser de consumido por los demonios de su pasado, que la única razón de existir era el causar el más grande de los sufrimientos al Rey Aspen, después de todo él se había encargado de romper el alma de la hechicera en cientos de fragmentos. Por meses la hechicera había vigilado cada movimiento en el palacio, esperando el momento indicado para atacar, ni siquiera los medicos reales estaban tan pendientes del embarazo de la reina, como la hechicera lo estaba.

A escasos días para el nacimiento de la criatura, una gran fiesta se celebró en el palacio, el resto de los reyes y reinas de los otros reinos fueron invitados, el ultimo banquete antes de recibir al pequeño heredero. Entre comida, bebida y espectáculos la reina había gastado todas sus energías, por lo cual decidido regresar a su habitación, sin saber que el destino cruel la esperada a la luz de la luna.




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