CAPITULO 29

“CUENTOS DE HADAS”

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Aiken

Mi mente se nubla por completo al igual que la vista, no logro escuchar nada, todo parece un eco distorsionado. Manchas oscuras se mueven por el lugar, mientras todo lo demás se sacude de un lado a otro. Creo escuchar a alguien llamándome, pero lo único que llega a mis oídos es el estúpido eco.

¿Perder parte de mí alma? ¿Perder mi corona? ¿Perder todo por lo que he trabajado durante años? Y todo por las acciones que tomaron otras personas ¿Esa es la justicia que trae el universo?

Las cosas siguen agitándose, pero el sonido se va aclarando con cada segundo que pasa. Hasta que mi mente vuelve a la realidad. Una realidad donde estoy destruyendo el laboratorio.

—¡Aiken, reacciona! —El grito de Tamara me alerta. La pobre se aferra a las paredes del lugar, mientras que Liam se encuentra tumbado en el piso. Siendo arrastrado de un lado a otro.

—No sé, no puedo. —Murmuro.

Levando una de mis manos y el aire abandona mis pulmones cuando veo la forma en la que mi extremidad tiembla, parece solo una mancha de color.

—¡Debes controlarlo, Aiken! —Grita Liam, mientras lucha por ponerse en pie.

Trato de responder, trato de hacer algo al respecto, pero en este momento no tengo control sobre mi cuerpo.

Esta vez es distinto, esta vez duele.

Siento como cada musculo, cada hueso de mi cuerpo batalla por mantenerse junto, pero toda esta energía sale de mi interior sin control, con agresividad. Lo único que puedo hacer es gritar, gritar de dolor.

¿Esto es todo? ¿Así se resume mi historia? Pagando el precio por los errores y mentiras de aquellos que me dieron la vida. Todos los sacrificios, todo el tiempo que invertí en tratar de convertirme en un heredero ejemplar, para un día convertirme en el rey que mi pueblo merece. Todo tirado a la basura.

—¡¿Qué está pasando?! —Con dificultad percibo da presencia de Harmony. Sus ojos clavados sobre mi inestable cuerpo. Su rostro consternado.

—¡Está pasando, Harmony! —Exclama mi tía, preocupada.

Los tres me observan, mientras todo a mi alrededor comienza a desmoronarse. Las luces en el cielo estallan, los muebles caen al piso y las paredes comienzan a agrietarse.

Mi mirada se cruza con la de Harmony. Aprecio sus ojos, incluso llenos de preocupación resultan los más hermosos que alguna vez pude apreciar. Lamento tanto el haber puesto mis estúpidos deberes antes que mis deseos.

—¡No, esto no acaba aun! —Exclama molesta —. No de esta forma. — Veo como levanta sus manos y su cuerpo entero comienza a emanar su aura, su vibrante aura que parece danzar a su alrededor.

En un rápido movimiento, extiende sus manos en mi dirección, proyectando sus ondas sónicas, las cuales impactan contra mi cuerpo formando una especie de reluciente domo a mi alrededor. Todo lo demás deja de temblar, pero mi cuerpo aun duele.

—Mantenlo así —Pide Liam —. Creo que puedo detenerlo.

Liam se levanta del suelo y se acerca a la burbuja que me encierra en estos momentos, introduce una de sus manos dentro de ella y trata de sujetar uno de mis brazos, pero Tamara lo para.

—¡Detente, Liam! Si sujetas su brazo mientras aun tiembla, el temblor te arrancara el tuyo.

—¡Necesito sujetar su brazo si quiero ayudarlo! —Grita el ojiazul con desesperación e impotencia.

Los dos se miran tratando de encontrar una solución rápida, pero está claro que se encuentran en blanco.

—¡Yo me encargo! —Grita Harmony, quien parece agotada por mantener el domo a mi alrededor.

Baja una de sus manos y mantiene el domo solo con una, mientras que la otra la apunta directo a mi mano. Las ondas sónicas se vuelven a proyectar e impactan sobre mi brazo, envolviéndolo en su delicada aura y deteniendo el temblor.

—¡Ahora, Liam! No sé por cuanto tiempo podre mantenerlo.

Liam no gasta un solo segundo y se abalanza sobre mí, tomando mi brazo.

Una energía verde se ilumina bajo mi piel, y se dirige al agarre de Liam. Lo siguiente que veo son sus venas tornándose azules, como si un extraño y luminoso liquido entrara por ellas. Mi cabeza comienza a dar vueltas

¿Qué rayos está haciendo?

Mis ojos se abren al sentir como el peso de mi pecho desaparece, al igual que el miedo y la ansiedad, todo comienza a irse, al igual que los temblores, y con ellos, el dolor. Es cuestión de segundos, cuando mi cuerpo entero se detiene, mi respiración se regula y lo único que puedo hacer es ver al pelinegro frente a mí, con sus ojos cerrados, su ceño fruncido y sus venas luminosas. Harmony y Tamara lo miran de la misma forma.

Las manos de Harmony tiemblas, hasta que su energía se acaba y cae al piso. El domo a mi alrededor se esfuma, pero todo se mantiene en su lugar, nada se agita. Liam suelta mi brazo en un suspiro y da algunos pasos hacia atrás sin siquiera abrir sus ojos. Cuando su espalda impacta con una de las paredes su cuerpo se desliza por ella hasta caer al piso, con sus manos cubre su cabeza mientras que su respiración se acelera y sus manos tiemblan, no como las mías, pero si como las de alguien que está teniendo un ataque de ansiedad.