Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 33

“RECUERDOS PARTE 1”

🌊❄❄🌊

Ashanti

Mis sentidos se activan, enloquecen, la sensación de sentir todo y nada al mismo tiempo se apodera de mi cuerpo. Mis pies luchan por sentir el suelo bajo ellos, pero es inútil, me mantengo suspendida en la nada. Mi respiración se acelera al igual que mis nervios, el lugar es tan silencioso que escucho mis propios latidos. Muchas veces en mi vida me he sentido perdida, pero esto es distinto, esta vez mi cuerpo siente la perdición a mi alrededor.

No sé cómo llegue a este lugar, si es que se le puede llamar lugar, no tengo idea del tiempo que he estado aquí, lo único activo es mi cerebro, y las ideas y teorías que se originan aquí dentro.

—Para ser alguien que ha vivido toda su vida en las sombras, pareces realmente alterada en este momento, linda —Reconozco la voz en seguida. Trago fuerte y me fuerzo a recobrar un poco de cordura.

—¡¿Qué quieres, Despina?! ¡¿Qué es este lugar?! —La mujer se ríe con voz cantarina y entonada.

—Así que ya sabes mi nombre —Trato de encontrar su ubicación, pero su voz parece venir de todas partes, como un eco sonoro y retorcido —. Desearía decir que me sorprendes, pero sería una vil mentira.

—¿A dónde me has traído? ¿Dónde están los demás? —Cuestiono aún más molesta que antes.

—¿No es curioso? Siempre has sido la chica que sabe las respuestas.

—¡Juro por mis ancestros que …!

—Oh querida, tus ancestros siguen siendo un puñado de huesos enterrados en la tierra, no todos tienen el lujo de volver a la vida.

Respiro profundo y mantengo la calma. Lo único vivo en este lugar, soy yo. Pero aun puedo sentir toda la magia oscura alrededor, se encuentra en la atmosfera, como un campo protector.

—Sabes, tú y yo no somos tan distintas, Ashanti. ¿Por qué crees que fuiste a quién escogí? —Su voz continúa siendo un eco en el lugar.

—Tú y yo no nos parecemos en nada, maldita víbora —Murmuro, pero aun así logra escucharme y responde con otra risa.

—¿Estas completamente segura?

Me dispongo a responder, pero mi cuerpo deja de levitar, deja de ser una pluma y se convierte en una enorme pesa que comienza a caer en picada, mi boca deja escapar un grito, pero lejos de estrellarme mortalmente contra el piso, mi cuerpo cae de pie, como si solo hubiera saltado de un escalón carente de altura.

—Pero ¿Qué rayos? —Muevo mis pies, sintiendo la superficie dura bajo ellos. No es tierra, ni tampoco piedra o ningún otro tipo de material que alguna vez haya pisado.

Continuo a ciegas, pues mi collar no parece funcionar aquí, tampoco mi magia. Extiendo mis manos y a pasos lentos comienzo a deambular por el lugar, teniendo la preocupación de no chocar con algo o caer en picada una vez más, pero parece que el lugar es completamente plano y vacío.

Continuo con lo mismo por un rato, hasta que mi mano toca un cuerpo frio. De la impresión retrocedo y termino cayendo sobre mi trasero.

—¿Y se supone que tu regirás un reino entero algún día? —Cuestiona con burla —Ni siquiera puedes caminar sin caerte.

—Mi pueblo lo prohíbe, pero te juro que cuando salga de aquí, me encargare de hacerme un par de botas con tu piel, despreciable reptil —Digo, mientras me levanto tambaleante.

—Una amenaza un poco grande para alguien que ni siquiera sabe lo que tiene enfrente —Su voz deja de ser un eco, y siento su presencia frente a mi —. Déjame iluminarte, querida —Susurra a mi oído. Me aparto por instinto.

Mis ojos comienzan a arder, llevo mis manos a mi rostro y lo cubro con ellas, cierro mis parpados con fuerza. El dolor comienza a escalar.

—¡¿Qué… que tratas de hacer?! —Cuestiono.

El ardor se vuelve intenso, doloroso, como si acido hubiera caído dentro de ellos. Mis alaridos se escuchan por todo el lugar, creando ecos. Caigo sobre mis rodillas, mientras mis temblorosas manos dudan en tocar mi rostro, como si mi propio tacto solo pudiera empeorar las cosas.

Las uñas de Despina se clavan una vez más en mi mejillas, levantándome el rostro.

—Trato de arreglar lo que tu querida madre no pudo —Responde con voz sedosa —. Abre los ojos, Ashanti.

Niego con la cabeza mientras los alaridos siguen escapándose de mi boca.

—¡Abre tus ojos! —Grita una vez más. Mi cuerpo deja de responderme y obedece al mandato de la maldita.

Mis ojos se abren, y toda función en mi cuerpo se detiene por un segundo. El ardor desaparece, y junto con él, se va el dolor. Parpadeo múltiples veces, mientras las imágenes borrosas frente a mi comienzan a volverse más claras. Un último gemido se escapa de mi boca, observo el rostro sonriente de quien debe ser Despina. Y sí, he dicho “observo”.

Su cabello oscuro y completamente lacio, sus rasgos afilados cual navajas, su piel blanca y tersa; la pieza de tela oscura que cubre parte de su rostro.

—¿Nada mal para ser tu primera vista, cierto? —Se mofa. Suelta mi rostro y se levanta del suelo hasta quedar completamente erguida sobre un par de tacones con una punta que serían capaces de atravesar cráneos.




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