Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 39

“AGÁPI”

🌊❄❄🌊

Liam

Veo la melena rubia de Amirah desaparecer por las escaleras, dejando atrás un salón con gente muy confundida. El pecho de su madre sube y baja con violencia, como si luchara por mantener sus pulmones llenos de aire, su rostro está húmedo y cubierto de maquillaje arruinado, pero lo que es más desconcertante, es el dolor que irradian sus ojos. La mujer parece estar a punto de perder la cordura. El temblor en sus manos me lo confirma. Si los reyes tienen un límite, la reina Anat ha llegado al suyo.

Kenna observa la salida y entiendo lo que pasa por su cabeza, ella trata de avanzar, pero la detengo en seco, tomándola del brazo.

—Confía en mí, no es buena idea. Sea lo que haya pasado, Amirah necesita estar sola —Murmuro por lo bajo. Kenna me observa extrañada, pero no hace preguntas y desiste de su intento por seguir a la rubia.

Ni siquiera he intentado indagar en las emociones de Amirah, no fue necesario. El odio, la ira y el dolor que irradiaban su cuerpo fue capaz de hacerme perder el equilibrio. De haber tratado de averiguar lo que pasaba en su interior, seguramente me hubiera fundido el cerebro. Zeph me toma del antebrazo, en un intento de pregunta. Observo al chico y aunque no soy capaz de darle una respuesta clara, señalo a la reina Anat con la mirada. Lo que haya pasado en esa habitación a derrumbado a Amirah.

El resto de los reyes observan a su compañera, completamente destrozada y fuera de sí. Sus miradas son furtivas, pero a la vez obvias, sus lenguas pican por preguntar, pero conocen lo suficiente a la mujer frente a ellos, como para saber que no es la mejor idea.

—¡¿Qué carajos ven?! —El grito de la madre de Amirah se escucha por todo el lugar. Su voz se distorsiona y usa el mismo tono macabro que suele usar Amirah para intimidar.

Nadie dice nada, y todos apartan la vista. Pretendiendo que la decoración del lugar es mucho más interesante que todo el drama frente a sus narices.

La reina Anat vuelve a la habitación de su hija, y sin si quiera mover un solo dedo, las puertas se cierran tras de ella. Dejando a todos los demás con decenas de preguntas en sus cabezas. Incluyéndome. Adoro a Amirah, y quiero estar para ella, pero si de algo estoy seguro es que en este preciso momento solo quiere ver a una persona, y esa persona ya ni siquiera respira, su cuerpo está en un sarcófago de cristal a miles de kilómetros de aquí.

—Eso fue… extraño, incluso para Anat —Murmura la reina Eira en voz sumamente baja.

—¿Estás seguro de que Amirah no necesita ayuda? —La pregunta de Zeph está llena de preocupación.

—Lo que necesita es estar sola, créeme, cuando nos quiera cerca lo sabremos.

Los padres de Zephyr me observan con peculiaridad ¿Acaso he hablado de más?

—¿Intuición? —Cuestiona la reina Eira con curiosidad.

Una sutil sonrisa aparece en mi rostro y niego al mismo tiempo.

—Amirah es una de mis mejores amigas, así que solo lo sé —Me encojo de hombros y trato de actuar con la mayor naturalidad del mundo.

—Muy bien, porque nosotros aún tenemos cosas de que hablar, jóvenes —El rey Aspen señala una vez más la habitación y sin poner objeción, Zeph y yo entramos a la recamara.

Después de confesarles lo que realmente había pasado ayer, Zeph nos contó todo lo que paso mientras estuvo en la prisión de los espectros. Todo lo que Madhur le mostró. Podría jurar que escuche una pizca de empatía departe del albino, pero prefiero pensar que es producto de mi imaginación. La historia recién terminaba cuando el impacto de las puertas nos obligaron a salir de la habitación.

Zeph y yo tomamos asiento en el sofá al pie de su cama y sus padres toman asiento en las sillas frente a nosotros. Inmediatamente sus emociones impactan contra mí como si se tratase de una pared de ladrillos. Una mezcla entre emoción y preocupación.

Ni siquiera puedo decir si es bueno o malo lo que estoy a punto de escuchar.

—Chicos, queremos comentarles que desde primera hora del día hemos hablado con Térico —Comenta la reina con una sutil sonrisa.

—¿Quién? —Pregunto confundido, sin tener idea de quien está hablando.

—Térico es el líder de una de las familias guardianas de nuestro reino —Explica Zeph con una extraña expresión en su rostro —, él y su familia son historiadores y se encargan de los asuntos ancestrales. Pero ¿Eso que tiene que ver con nosotros? —Cuestiona a sus padres —. Creí que ninguna de las familias guardianas entendía lo que estaba pasando aquí.

—Y así es —Contesta el rey Aspen —. Por más que han intentado ayudar, sus esfuerzos han sido en vano, pero no es esa la razón por la que hemos hablado con Térico.

Los dedos del rey Aspen palpan uno a uno el brazo de la silla.

—¿Entonces…? —Pregunta el chico a mi lado.

—¿Ustedes han escuchado las historias de Agápi? —Indaga la reina con curiosidad. Es una desgracia que yo no tenga idea de lo que está hablando.

—¿El Ethereo? —Cuestiona Zeph con curiosidad. Su madre asiente.




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