Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 41

 

“BERECK”

🌊❄❄🌊

 

Amirah

La suave brisa de la mañana se abre paso entre las cortinas del balcón, al igual que los primeros rayos de sol. Las suaves sabanas de lino se deslizan por mi cuerpo cuando me giro sobre mi cama. Mi deseo matutino: No levantarme hasta que toda esta pesadilla pase.

Es una pena que al universo le encante fastidiarnos la vida.

Con fuerza de voluntad obligo a mis parpados abrirse, y la primera imagen que veo me hace abrir los ojos de par en par. Issa duerme en el sofá que usualmente suele estar al pie de mi cama, pero al parecer alguien se tomó la libertad de moverlo hasta dejarlo a mi lado. Las imágenes de la noche anterior vuelven a mi cabeza con fuerza. Mis manos frotan mis brazos, recordando que la marca del poder brillo en ellos hace menos de veinticuatro horas. Es una pena que solo aparezcan cuando grandes cantidades de magia circulan por mi cuerpo. Me gustan como se miran las marcas en mi piel, creo que es tiempo de considerar algunos tatuajes.

Issa suelta un pequeño gruñido desde su improvisada cama. Mis ojos reparan en los vendajes de sus manos. Luego de que Harmony se aseguró de que el daño no había sido permanente, el dilema vino a mi mente.

¿Mi madre está lo suficientemente loca como para intentar matar a Issa incluso cuando lo he nombrado uno de mis paladines?

Decidí que era mejor no tomar riesgos, y que el pelinegro durmiera en un lugar donde un asesino de sombras no se fuera a escurrir a mitad de la noche para cortar su garganta.

La mujer precavida conquista al mundo.

—¿Es cosa de princesas levantarse a primera hora del día? —Musita, con voz ronca y áspera.

Debajo de su almohada sale la pequeña Apofis. La criatura recta hasta estar más cerca de Issa.

—Solo cuando un lunático hecho de roca pura trata de acabar con mi vida —Replico, pasando mis dedos por mi larga cabellera dorada.

Issa vuelve a gruñir una vez más, y luego se sienta sobre el sofá, con su rostro oculto entre sus manos vendadas.

Maldición, creo que la plática que tanto evite anoche está a punto de suceder.

—¿En que estabas pensado? —Cuestiona, sin mostrar su rostro

—No sé, salvar tu trasero, quizás —Replico viendo a la nada.

Issa aparta sus manos y deja ver sus adormilados ojos, protegidos por una perfecta capa de pestañas que desgraciadamente son más largas que las mías.

—Gracias por eso.

—No hay de qué.

El silencio se instala en la habitación. Él únicamente mira a la nada, y yo continúo deslizando mis dedos por mi cabello como si fuera la cosa más importante en el mundo. No lo culpo por estar aturdido. Está claro que lo que hice, lo hice para mantener su alma dentro de su cuerpo, pero eso no cambia que sellé su camino con el mío, prácticamente de por vida.

—Mira, Amirah…—Su voz comienza a sonar con normalidad —, tú sabes perfectamente que mi vida no ha estado atada a nada, ni siquiera cuando mis papás estaban conmigo, éramos nómadas que se movían cada cierto tiempo, siempre he estado en movimiento, y ha sido para sobrevivir —Explica, y con cada palabra que sale de su boca, mi estomago se retuerce —. No estoy seguro de que la vida de paladín sea lo mío: el compromiso, la obediencia, el servicio… es todo muy diferente a lo que he conocido —Un pesado suspiro se escapa de su boca —. Pero, si hay una cualidad de paladín que puedes encontrar en mí, es la lealtad. No estoy seguro de poder cumplir con todas las normas y requisitos que se necesitan en un paladín, pero te prometo que lo intentaré. Siempre cubriré tu espalda y velaré por tu seguridad, de la misma forma que tú lo hiciste conmigo anoche, de eso puedes estar segura, preciosa.

Ni siquiera me he dado cuenta de en qué momento comencé a verlo fijamente. Su postura firme y la seguridad en su mirada no hacen más que traer paz al caos dentro de mí, por segunda vez.

—Tú solo tienes que ser tú, Issa. Estoy consciente que la situación en la que ocurrió todo esto no fue la más... apta, pero de algo puedes estar seguro. Jamás te pediría que intentes ser alguien que no eres —Aclaro con una sutil sonrisa —. Fueron tu espontaneidad, locura y formas poco ortodoxas de resolver las cosas, lo que me dio el impulso para darte tal puesto, eso y el hecho de que era la única forma de que mi madre no te arrancara el corazón del pecho —Él arquea sus cejas por la explicación demasiado grafica —. El punto es que lo único que deseo es que sigas siendo tú, la mejor versión posible.

El rostro de Issa se adorna por esa típica sonrisa socarrona suya.

—Como usted lo ordene, mi señora —Responde, inclinando su cabeza. Apofis sube hasta su muslo, y luego el la toma en sus manos.

Ruedo mis ojos y sin dudarlo le lanzo una de la muchas almohadas que reposan sobre mi cama.

El sonido de alguien llamando a la puerta nos hace volver a la realidad, una realidad que apesta.

—Adelante —Digo en voz alta.

Las puertas se abren y los rostros de Harmony, Liam, Ashanti y Sebas aparecen uno detrás del otro.




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