Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 45

“GUERRA”

PARTE 2

🌊❄❄🌊

Aiken

La noche nos acoge, las nubes se han retirado para darle paso a la luna. La fauna llena la isla con sus sonidos nocturnos. Incluso el aire es más frio, quizá sea eso, o el hecho de que los nervios se han incrustado en lo profundo de mis huesos. No hay tiempo para debilidades. Harmony lidera el camino, pero con cada metro que recorremos, me hago a la idea de hacia dónde nos dirigimos: las ruinas de los primeros edificios de Imperium. El separarnos es un arma de doble filo. Quizá esto obligue a los espectros a cambiar su táctica, lo cual no dará ventaja, pero también nos da un frente más débil. Observo a todos lados, manteniéndome alerta, en caso de que otros carriers resucitado quiera atacarnos.

 —¿Liam menciono el porqué de estos lugares en específico? —le pregunto a la peligra frente a mí.

—Sí y no —me contesta —. Él y Kenna fueron muy específicos con Issa y Sebas. Conmigo no tanto —se encoge de hombros.

Llegamos a las ruinas, como lo había esperado. El lugar está baldío y descuidado. Hay escombros por todos lados, y la hierba y maleza crece por doquier. Restos de enormes pilares apenas logran sostenerse. Muchas guerras han atacado el mundo carrier, y este es el escenario de una de ellas. Decidieron dejarlo intacto para que sirviera de recordatorio.

—Harmony… —ella se gira al escuchar el tono en mi voz —, si algo sucede esta noche, si las cosas no salen como lo esperamos…

—Las cosas saldrán como se esperan —me corta con el rostro en líneas.

—Pero si no es así necesito decirte algo.

—La confesiones antes de un evento bélico son de los clichés más irritantes —agrega —. Si lo que me tienes que decir es tan importante, pelearas con cada gramo de fuerza y poder en tu cuerpo, sobrevivirás hasta el amanecer y luego podrás decírmelo ¿quedo claro?

Sus palabras son duras y directas. Sé que trata de darme esta sensación de dureza y confianza, pero su rostro transmite algo completamente distinto, en especial sus ojos. Está asustada, y no puedo culparla, los últimos días han sido una verdadera pesadilla, pero todo eso termina hoy, de una u otra forma, pero termina hoy.

—Como el cristal —respondo, con completa seriedad.

Nos adentramos hasta la plaza de las ruinas, donde decenas de flechas se encuentran clavadas entre los escombros. Inspecciono el lugar con la mirada, reconociendo cada detalle, cada espacio que pueda servirme luego. Mi análisis se interrumpe cuando el sonido de una alarma resuena por todo el lugar. Trato de advertir a Harmony para que se mantenga alerta, pero el interior de mi cabeza comienza a doler como el carajo, haciéndome caer sobre mis rodillas.

—¡Aiken! ¡¿Qué sucede?! —Harmony inspecciona mi rostro en busca de una explicación, pero el dolor no me deja contestar.

El dolor se expande y alcanza un pico que nunca antes había sentido, es como si mi cerebro estuviera siendo licuado en el interior de mi cabeza, y no hay nada que pueda hacer al respecto. El dolor continua, privándome de mis sentidos hasta que… desaparece. Por completo, dejándome una extraña sensación de vacío en mi cabeza.

Harmony me mira angustiada, preguntándose que debería hacer.

—Ella está aquí —le aviso.

—¡Por supuesto que sí! —grita una voz que sale de entre los escombros —. Si cooperas, te aseguro que lo hare rápido y sin dolor —Sage nos observa desde el otro lado de la plaza. Su rostro completamente inexpresivo. Justo como lo recordaba.

Me levando del suelo y me coloco frente a Harmony.

—Estaba pensado decirte exactamente lo mismo —respondo. Una sonrisa de confianza falsa adorna mi rostro —. No pienso morir hoy, Sage. Y tú ya lo hiciste una vez ¿Acaso no fue suficiente?

La chica de cabello corto y rostro de roca no contesta a mi provocación, al menos no verbalmente. Su cuerpo entero se cubre de niebla oscura, creando un tornado que no hace más que crecer de tamaño con cada segundo.

—Mantenla ocupada tanto como puedas —ordena Harmony, aferrándose con fuerza a la mochila que cuelga sobre su hombro —. Tú puedes con esto, Aiken —su pequeño cuerpo desaparece entre las sombras de la noche, dejándome a solas con una gigantesca y furiosa Scorpia.

Mis ojos van directo al enorme aguijón que cuelga sobre su cola. Sus largas y gruesas patas, su torso carriense cubierto en una coraza que parece acero, sus pinzas que podrían partirme a la mitad así se lo permitiera.

—Parece que ninguno de los dos piensa cooperar con el otro —murmuro, tomando la barra de metal katheel en mi espalda y haciéndola bailar en mis manos con suma facilidad.

Sage lanza su pinza derecha en dirección a mi cuello, pero antes de que logre alcanzarme, levando el bastón de metal, sosteniéndolo de los extremos con ambas manos y usándolo como protección. La pinza de Sage se cierra, atrapando el bastón. Mal pensado en un primer movimiento. Ella alza su pinza, levantándome en el camino. Mi cuerpo es lanzado contra los restos de una de las columnas, mi espalda recibe todo el impacto, gruño ahogadamente. Sage no pierde el tiempo, y mueve sus ocho patas para poder alcanzarme. Veo su cola extenderse y su aguijón apuntarme. Utilizo el bastón como apoyo para levantarme, y una vez recuperado el equilibrio, me aparto tan rápido como puedo, rodando por el suelo. El aguijón de Sage se incrusta profundo en el suelo de roca.




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