Herederos, Origenes (lgbt) (editando)

CAPITULO 46

“EL DESTINO ESTÁ COMPLACIDO”

🌊❄❄🌊

Este capitulo en serio quiero dedicárselo a Gorka Nebot. Gracias por todo el apoyo.

Liam

Durante las últimas cinco semanas mi habilidades como empata me permitieron sentir cada emoción de cada persona en este lugar. Existen seis emociones primarias: Alegría, miedo, tristeza, ira, sorpresa y aversión. De ellas surgen muchas otras. Yo las he sentido todas; incluso las que no puedo nombrar.

El sol se ha levantado, los cuatro herederos aún siguen respirando. Algunos salieron más heridos que otros, pero los cuatro han sobrevivido. Cuadrillas de guardias se han encargado de recolectar los restos que quedan de los espectros: Los cadáveres de Orión y Madhur, la placa de oro de Despina, el charco de veneno y restos que dejó Sage atrás. Y por supuesto… la estatua de Zahna. En este momento todos deben estar siendo llevados a instalaciones secretas de los reinos. O al menos eso fue lo que Kenna pudo averiguar.

 Sabía desde un principio que, si sobrevivía la noche, aun tendría que enfrentar la mañana, y siendo honesto, eso me aterra un poco más, pero bien…

Ese momento ha llegado.

Los chicos, entre ellos los herederos, se encuentran sentados en filas de sillas. La realeza al frente y los plebeyos atrás. Excepto por mí, que me encuentro de pie, siendo el punto medio entre ellos y cuatro reyes y reinas con caras tan largas como el océano. Incluso el rey Aspen me observa con molestia. No lo culpo, le prometí que cuidaría de su hija, y en lugar de cumplir esa promesa, la envíe directo al peligro. La reina Eira está detrás de él, más cerca de los paladines de su esposo, su mirada me dice que no está contenta, pero que está dispuesta a escuchar una explicación.

—¿Si entienden que desobedecieron no solo el mandato de una sino de cuatro coronas? —el rey Aspen habla parar todos, pero sus ojos no se apartan de mí.

—Sé que quieren explicaciones —digo, con la mirada pegada al suelo —, y estoy dispuesto a contestar todo lo que quieran, pero aún hay algo más importante que hacer.

El rey Astigar, que es el más molesto de todos, suelta una risa que carece de gracia.

—Tú no tienes límites, niño —suelta con molestia.

—¿Qué puede ser más importante que explicar que rayos sucedió anoche? —la reina Ayana me observa con detenimiento con sus ojos entrecerrados, analizando cada movimiento de mi cuerpo.

Tomo una fuerte respiración, escarbado en mi interior por los últimos rastros de fuerza y energía.

Giro mi cabeza hacia atrás y asiento, a los chicos: Issa, Harmony, Sebas y Aurora se levantan de sus asientos y traen consigo las mochilas que han estado cargando en las últimas doce horas. Todos los presentes los observan curiosos.

—Lejos uno del otro —les señalo.

Ellos asienten y se dispersan por todo el salón. Abren las mochilas y sacan de ellos las capsulas protectoras que Sebas construyo.

—¿Qué es esto? —interroga la reina Anat, confundida con lo que sucede alrededor.

Asiento una vez más a los chicos. Ellos activan el mecanismo que retrae las corazas, dejando a la vista las rocas impregnadas con magia oscura. En el instante los reyes dan pasos hacia atrás, dejando suspiros escaparse de sus bocas reales. Incluso los paladines a sus espaldas retroceden.

—¡Deja eso, Aurora! —vocifera su padre al borde del colapso.

—Está bien —le calmo —. Anoche cada uno de ellos realizo un ritual de bendición. Sus cuerpos está momentáneamente…

—Protegidos de la magia oscura —me interrumpe la reina Eira.

Asiento.

—Fue así como logramos que la magia de los espectros se descontrolara, básicamente fue como tirar agua hirviendo sobre un panal de abejas —explico.

—¿Cómo lograron que la magia oscura entrara en las rocas? —interroga la reina Anat, sorprendida de lo que ve —. ¿La manipularon?

Los ojos del rey Aspen se abren de par en par y juro que está a punto de darme un puñetazo.

—¡No! Nunca permitiría que se arriesgaran de esa forma —me apresuro a aclarar con mis manos levantadas a la altura de mi cintura, en símbolo de calma —. Las rocas…—dudo por un instante — las rocas son las mismas que utilice para guardar la magia que Erintha puso en el interior de Zeph.

Los murmullos explotan. De reojo veo a los padres del albino desconcertados, sedientos de una explicación. De alguna forma siento que la he cagado con ellos. Puedo sentirlo en mi huesos, su energía hacia mi es distinta, más aislada. Parte de mi ya está maquinando alguna idea para poder solucionar lo que rompí.

—Usaste la magia de Erintha como un imán para atraer la magia de los espectros —explica la reina Anat, que comienza a entender el panorama.

Sus ojos me observan con cierta admiración. Es una lástima que no me sienta en derecho de ser admirado. Estoy consciente que fue brillante e ingenioso, me atrevo a decir que no a cualquiera se le hubiera ocurrido. He probado decenas de veces que uno de mis fuertes es mi creatividad, esa capacidad de pensar fuera de caja, no pienso desmeritar eso, pero tampoco puedo pasar por alto que no era un plan perfecto. No garantizaba la seguridad de todos.




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