“La vida es una serie de sorpresas”
Ralph Waldo Emerson
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Intento darme un respiro, pero uno de esos de los que me llevaré más de diez minutos en poder controlar las náuseas que he empezado a tener desde la mañana, realmente no ha sido mi día o mejor dicho, no han sido mis días desde que hace tres días he empezado a sentirme de mal a peor, a punto de que no pueda seguir oliendo cualquier tipo de comida, como también, que no pueda controlar los malestares que me causan las náuseas. Lo peor de ello es que he llegado a mi límite, no he podido detenerlas más y no me quedo de otra que tener que salir oculta de mi área de trabajo para correr a los baños, en donde ya he vomitado mi desayuno.
Me toco la cabeza para poner una mano en la pared del baño, me ventilo con mi otra mano para darme aire e intento no volver a vomitar cuando nuevamente siento como el estómago se me revuelve al sentir el aroma a lavanda ser esparcido por el difusor que se encuentra en una esquina. Trago hondo y cierro los ojos, realmente podría decir que son los estúpidos anticonceptivos los que me hacen sentir de esta manera, ya que he estado acostumbrada a sentir sus efectos secundarios que sabía lidiar con ellos, pero en esta ocasión parece ser que las cosas se salieron de mis manos.
— ¿Estás bien Ru?
Doy un salto en el cubículo del baño al escuchar como alguien toca la puerta, ni siquiera escuche en qué momento Telma había llegado a entrar al lugar para venir a buscarme, a pesar de ello, rebusque la forma de sentirme mejor ante la situación que estoy pasando, por lo que bajando la palanca del inodoro, tome un respiro profundo y luego, me limpie la boca con un poco de papel higiénico antes de salir del baño, fue así como me encontré pronto a Telma quien me observa preocupada al darse cuenta que no tengo una buena cara desde que los chefs empezaron a cocinar y a dejar a la vista los aromas que sobresalen de la cocina.
—Sí, estoy bien. Solo fue un estreñimiento —le dije mientras me lavaba las manos.
— ¿Estas segura de ello? —Pregunto preocupada.
—Sí, ¿por qué te mentiría? —Le muestra una sonrisa.
—Es que pareces estar mareada a cada momento y… Estas pálida. —Comenta.
Me veo al espejo del baño para darme cuenta como en serio no tengo una buena cara, en vez de eso, parece ser como si me fui de fiesta toda una semana en la que he terminado con un mal aspecto de muerte. Quizás sea buena idea que deba de ir al médico para asegurarme que no me haya contagiado de alguna bacteria o de otra enfermedad gastrointestinal… Sí, será mejor que vaya a asegurarme de que no esté padeciendo de algo muy grave.
— ¿Estás embarazada? —Me quedo petrificada al escuchar esa tonta pregunta.
— ¿De dónde sacas que estoy embarazada? —Digo riendo molesta.
—Lo siento, quizás pueda ser alguna infección lo que tengas —encoge los hombros.
—Sí… Es lo más seguro. —Le digo.
Me paso un poco de agua en el cuello para poder relajarme, es una tontería que llegué a estar embarazada cuando se supone que la última vez que tuve una relación sexual fue hace cuatro semanas y desde luego, estaba tomando anticonceptivos… Bueno, el último que me tome fue esa misma noche en que estuve con Thiago, a no ser que, realmente no haya sucedido eso.
¡Que estupideces digo! Claro que me tome la píldora. Eso es de lo que debo de estar muy que segura… Aunque… ¿Por qué no me ha bajado mi período?
—Dile al gerente que te sientes mal y en vez del medio turno que tienes el jueves, te lo tomarás el día de hoy. —Le doy una mirada.
—Pero a ti te toca descansar el día de hoy —ella sonríe y pone sus manos sobre mis brazos.
—No te preocupes, cambiemos de día. Por mí, no hay problema que te lo tomes tú ahora. —Dice con modo comprensivo.
— ¿Segura? —Asiente. —Gracias Telma. —La abrazo.
Ambas salimos del baño para hacerle el comentario a nuestro gerente de que me tendré que retirar porque no me siento muy bien, así que aceptando la propuesta de cambiar el medio tiempo que hoy tenía Telma, al final me lo tomaré yo mientras que el de ella será el día jueves. Agarro mis cosas y termino por quitarme el mandil de trabajo para poder irme a casa, a pesar de ello, en vez de agarrar un autobús que me lleve a la ciudad en donde resido, termino por caminar, en donde intento poder adecuar las piezas del rompecabezas de poder entender porque he empezado a sentirme tan mal en las últimas semanas cuando en sí, no he salido de fiesta ni mucho menos he comido algo que me llegue a sentir mal.
La duda nuevamente se aproxima a mi cabeza con la pregunta que Telma me hizo en el baño, se supone que no debería estar embarazada, pero, esa noche no estaba muy consciente de mis acciones y más cuando olvide la razón por la que le di a Videl la caja en donde guardo mis anticonceptivos; lo peor de ello es que no le tome tanta importancia al asunto que decidí no resolver el asunto hasta que ahora, otra vez la sensación de que algo paso empieza a inquietarme.
Me detengo a mitad del camino para poder recordar lo que paso, haciendo un reencuentro de sucesos que al menos confirmaran si me tome el anticonceptivo esa noche. Pase una de mis manos sobre mi pecho y empecé a armar lo que paso esa noche… recuerdo muy bien como saque el anticonceptivo de la caja, en donde hace un rato le había pedido a uno de los meseros que me llevará un vaso de agua y al no hacerlo, me levante de mi lugar para acercarme al bartender para que pudiera darme la bebida.