Herederos por Contrato

Capítulo X

“Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus temores.”

Nelson Mandela

***

No sé qué tan difícil pueda ser para Thiago tener que cumplir ese deseo para mí, pero en sí, es una opción que he preferido tomar en vez de arriesgarme a tener que elegir por comprarle una casa a mi familia o enviarlos a vivir al otro lado del país, ya que estar lejos de la pandilla que desea reclutar a mi hermano, no convierte a que otros puedan llegar y luego lo quieran involucrar en sus fechorías, además, si ellos están acá, pueda que les brinde una mejor educación a mis hermanos y desde luego, que los tratamientos de mi padre puedan ser más efectivos que los de mi país.

—Muy bien… —acepta sin preceptos.

—Sé que mañana ellos no estarán acá, pero quiero que ellos estén en un buen lugar antes que se trasladen a Portugal. —Entiende la condición.

—Sé cómo resolver eso, y también con los transmites de residencia para que se aligeren lo más pronto posible. —Esas palabras empiezan a ser música para mis oídos.

— ¿Cuánto tiempo tardaría? —Necesito saber a pesar que la pregunta es lo menos discreta.

—Menos de una semana de ser posible. —Comenta.

Ojalá sea cierto, porque no quiero tener a mi familia por mucho más tiempo allá, necesito que pronto puedan estar acá en Portugal para que todos respiremos con más tranquilidad antes que nuestras siguientes noches se conviertan en pesadillas al no haber aligerado el proceso para que ellos pronto puedan vivir conmigo.

—Gracias. —Dije cabizbaja.

—Sé que lo haces con una buena intención —levanta mi barbilla —, así que enorgullécete en saber que tu sacrificio valdrá la pena.

Es duro tener que admitir que estoy sacrificándome por toda mi familia para que ellos no mueran, pero no me quejo de ello, prefiero tener que sentirme abrumada en un matrimonio del que no tengo idea si funcionará, antes de perderlos a ellos y sentir que mi vida no tiene sentido al no tener mis padres y hermanos con vida.

—Supongo que haremos un contrato, ¿no? —Hago mi rostro a un lado para que no siga sosteniendo mi barbilla.

—Claro que sí, necesitamos hacerlo formal. —Comprendo su punto de vista.

Veo como se levanta del sofá para caminar en dirección al restaurante, desaparece unos minutos y me hace preguntar qué es lo que estará haciendo para haberme dejado sola, no obstante, creo que esos minutos de soledad me sirvieron para poder relajarme y por supuesto, beber de la limonada de fresa que un mesero me dejó en la mesa junto con otra bebida que es de Thiago. A los cinco minutos, nuevamente apareció, solo que esta vez, veo que trae un sobre manila del que pronto empiezo a comprender que debe ser el contrato, el cual me ha dejado admirada al saber que ya lo tenía hecho y solo estaba esperando el momento correcto para poder presentármelo.

—Bien, aquí está el contrato. —Lo pone en frente de mí.

Apenas lo agarro para darme cuenta que son unas cinco páginas al revés y derecho que hablan acerca de las condiciones que se llevarán a cabo una vez que firmemos el contrato, en donde dada la casualidad de que me gusta leer todo lo que ponen los abogados y notarios, termino por hacer una lectura extensa de todas las cláusulas y reglas que habrán dentro de nuestro próximo matrimonio, de las cuales muchas de ellas coincido en que se lleven a pie de la letra mientras que otras, me hacen dudar de la forma en cómo se expresa, como si en verdad, me estuvieran presentando un testamento en donde me entregaran todo.

— ¿Seguro que quieres que los bienes sean mancomunados? —Inquiero.

—Por mí, no hay problema. —Encoge los hombros. — ¿Tú no lo quieres así? —Cuestiona.

De por sí, creo que no tengo mucho que dar en este matrimonio además de mi humilde casa de la cual no estará dentro del contrato debido a que esta se ha comprado antes del matrimonio, así que eso no contará dentro de todo lo que he logrado construir de mi propio esfuerzo.

—Está bien por mí. —Encogí los hombros.

Realmente me impresiona su confianza en desear que algunos de sus bienes terminen por pertenecerme, ya que en sí, debería estar angustiado de que si en algún momento está relación no funciona y no quede de otra que pedir el divorcio, al final, ambos nos quedaremos con la mitad de los bienes de cada uno, en donde en sí, él tiene más que perder que yo.

— ¿Tendremos relaciones sexuales? —Preferí atreverme a hacer esa pregunta antes de quedarme con la duda.

—Sí tú lo deseas, no te obligare a algo que no desees. —Dice con decisión.

Por lo menos no habrá sexo obligado o me veré en la postura de creer que el matrimonio no durará ni un mes, pero aun así, no sé qué pueda llegar a pasar una vez que ambos estemos compartiendo la misma cama, eso sin añadir que, la luna de miel me llegará a atemorizar porque esa parte aún no la he simpatizado para decir que no habrá nada cuando no quiero aligerar situaciones que aún no han sucedido.

—De ti espero todo lo que dice el contrato, Thiago. —Veo como pone su atención en mí. —Quiero respeto, fidelidad, confianza y sinceridad… No quiero que haya secretos entre nosotros y que intentemos conocernos. —Le fui clara con lo que quiero en esta relación ficticia.




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