Herederos por Contrato

Capítulo XII

“Cuanto más cerca se sienta emocionalmente una persona de otra, más cerca de ella se situará.”

Allan Pease

***

Doy un largo respiro en el instante en que marco el número del nuevo teléfono de mi madre, del cual empieza a sonar mientras espero que pueda responder a la llamada; me encuentro nerviosa y la verdad, es que he estado retrasando está llamada por tres días porque sé que de parte de ella, mi padre y mis hermanos habrán muchas preguntas de las que aún no tengo cómo darle una respuesta, ya que empiezo a creer que les puedo causar una profunda confusión a todo lo que aún no saben o probablemente, no llegaran a saber por un buen tiempo, porque anticiparles lo de mi matrimonio solo será una bomba, más porque no conocen a Thiago y jamás han escuchado que hable de él, eso sin decir que, hace unas semanas mi mamá sabía que yo no tenía pareja, por lo que cuando sepa lo del compromiso, no tengo duda que dirá que su hija es una mentirosa por haberle ocultado algo que es importante.

— ¿Hola? ¿Rut? ¿Eres tú, hija? —Escucho la voz preocupada de mi madre.

Tomo suficiente aire antes de poder hablar con ella, hasta termino por sentarme en uno de los sofás de mi casa porque mis piernas empiezan a flaquear, eso sin añadir que de repente me llego un mareo sorpresivo del que me hizo apretar el brazo del sillón a fin de que esté no se volviera náuseas y luego un próximo vómito.

—Hola mamá, que alegría escucharte. —Menos mal no es una videollamada porque mi sonrisa empieza a acalambrarse.

—Rut, nos tenías preocupados. No sabíamos de ti… —intentó detenerla.

—Mamá, estoy bien. Solo… He estado ocupada estos días que no he podido coincidir en hablarles en un buen horario —le explico mi ausencia.

— ¿Segura? —Parece dudar.

—Sí… —Hago una mueca. —Todo está perfecto.

Si, todo estará siempre perfecto mientras ellos estén bien y que sus vidas no peligren. Todo lo demás ya no importan, realmente mi felicidad son ellos y el bebé, por lo que no me tengo que preocupar por otros asuntos de los que hasta ahora, están dando un buen camino, en donde a pesar de que no me quiero confiar tanto en ello, tengo que tomarlo con mucha calma para que las cosas resulten como se ha planeado.

— ¿Cómo están ustedes? —Intento cambiar el centro de atención que por el momento era yo para que ahora sean ellos.

—Rut, quiero que me expliques muchas cosas. —Ay Dios, aquí viene. — ¿Qué fue eso de tenernos que ir de la casa e irnos a vivir a una finca de la que desconocemos? Nunca nos hablaste de ello y todo fue muy repentino que las personas que vinieron, casi nos sacan arrastrados si no hubiera sido porque tu padre dijo que confiáramos en ellos y en su palabra que habían sido contratados por ti. —Aprieto los labios.

Con Thiago, habíamos hecho un trato acerca de lo que pasaría con mi familia una vez que firmará el contrato, el cual fue de que sacará de mi familia de la casa, para resguardarla en otro lugar en donde no peligrará su seguridad, entre ellos, que ningún pandillero se acercará más a ellos o a mis hermanos, y desde luego, donde se llegarán a quedar, tampoco fuese una zona de alto riesgo. Ya que hay partes de nuestro país que las personas que tienen haciendas o fincas, también tienen su cierta dificultad porque los pandilleros lo ven como lugares para poder permanecer escondidos de las autoridades y desde luego, amenazan a los propietarios para que los dejen vivir ahí e incluso darles de comida o algún otro beneficio del cual si no se lo propician, el riesgo es la muerte.

Así que, Thiago se comunicó con un amigo del que tiene una casa en una pequeña finca segura en San Antonio del Monte; de por sí, lo que me alegra es que son varios kilómetros lejos de donde mi familia vivía antes, sin embargo, la mala suerte de ello, es que están muy aislados del resto de mi familia. Y de por sí, para no involucrar por el momento a mis tíos, primos y abuelos, de preferencia se ha mantenido anónima la dirección en donde se quedan para mientras que los papeles de su próxima residencia en Portugal se encuentren listos. Mayormente no he querido llegar a estos extremos, pero no quiero que nadie de toda mi familia peligre y más, que a otros los extorsionen a fin de buscar a mi hermano y amenazarlo.

—Lo sé mamá, lamento no haberles dicho nada… Tuve que tomar decisiones muy precipitadas pero todo fue para que Isaac no le hicieran daño y que también ustedes no fueran parte de los crímenes de esos idiotas. —Dije con mucha ira.

—Comprendo eso hija, pero hemos dejado la mayor parte de nuestras pertenencias en la casa y no nos permiten regresar —al menos me alegro que los guardias estén cumpliendo su parte de trabajo.

—Después iremos por ellas, mamá. Solo te pido un poco de paciencia en lo que queda de esta semana y la otra —le indico.

— ¿Por cuánto tiempo estaremos acá, Rut? —Escucho la voz de mi hermano Isaac.

De alguna u otra forma, sería bueno adelantarles la noticia de que se vendrán a vivir a Portugal, no quiero que se sigan esperanzando de que regresaran a nuestro hogar cuando en sí, ya no habrá futuro ahí para todos ellos. Sé que no debería decírselos por este medio, pero cuando llegue a El Salvador, todo lo que haré, será tan rápido que estoy segura que solo llegará el día de la boda cuando el siguiente plan dará marcha para las horas en que se supone que estaré en mi luna de miel.




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